Nightflyers, la nave viviente (1987)

Buscar información de Nightflyers: La Nave Viviente en pleno 2013 se debe a dos posibles razones; o eres un fanático del terror serie B de los ochenta -en especial de las copias de Alien- o te acabas de enterar que se trata de una adaptación de una novela de George R. R. Martin, este hombre que tiene encandilados a todos con los libros -y posterior serie- de Juego de Tronos. Sea como sea, este producto -por llamarlo de alguna manera- no contentará ni a unos ni otros.

Dirige un tal Robert Collector, que la firmó con el seudónimo T.C. Blake. Le entiendo, si yo fuese el director de Nightflyers también querría retirar mi nombre de los créditos. Su casi desconocido reparto lo integra Catherine Mary Stewart (La Noche del Cometa), Michael Praed (Dinastía TV), John Standing (El Hombre Elefante), Lisa Blount (1957-2010, vista en El Príncipe de las Tinieblas), Glenn Withrow (La Ley de la Calle), Michael Des Barres (Mullholand Dr.) y James Avery (tío Phil en El Príncipe de Bel-lair).

Como si de Prometheus se tratase, Nightflyers empieza con el reclutamiento de físicos, biólogos, criptólogos y telépatas varios para iniciar una odisea espacial en busca de la raza de los Volcrim (o algo así), unos tipos que conocen el origen del universo. Lo que pasa con los Volcrim poco importa, el problema que tiene la tripulación es que viajan en una nave viviente y asesina. De muy mala leche se pone cuando la protagonista, la típica Samantha Fox de pelo cardado de los ochenta, intima con el capitán de la nave, pues se trata de su hijo -que tiene complejo de Edipo con la nave que lo parió-.

No he leído nada de George R. R. Martin, ni Juego de Tronos ni el libro en el que está basado esta película, pero estoy bien seguro que no hace justicia al pobre hombre. Nightflyers siendo breve y conciso, es un despropósito en el que cada apartado técnico y artístico es de unas condiciones pésimas. Aburrida, dirigida con torpeza, con malas actuaciones -la chica protagonista no cambia de expresión-, con una dirección artística que convierte el interior de la nave en la suite especial de hotel con colores horteras -también fruto de la colorida y horrenda fotografía-.

Seguro que no contaban con apenas presupuesto, pero el resultado aquí procede más de la falta de gusto que de la falta de dinero. Como ejemplo el guión, sus poco definidos personajes y la escasez de cosas que pasan. Más allá de la premisa -similar a la de Horizonte Final- Nightflyers no cuenta nada más.

Desarrollada en una nave que parece un puticlub de Airbag, con interiores de tonos pastel, luces de colores, sofás dalinianos, columnas griegas, con una tripulación vestida de Locomía, sin abanicos, pero con chaquetas con hombreras y peinados de locura, una protagonista con chaqueta arremangada y gafas de espejo en los túneles de la base espacial, que se relaja haciendo barras paralelas con maillot de aeróbic, el guapo de la película con un corte de pelo tipo Camela y una villana que parece un travesti o recuerda al genial Tim Curry como el Doctor Frank-N-furter de "The Rocky Horror Picture Show".

Pero no nos equivoquemos, aunque esta película, por las insensateces descritas, asemejaría al primer Almodóvar (el de "Laberinto de pasiones") sin embargo no tiene ni puñetera gracia.

Aunque no lo parezca, la película versa sobre fantasmas espaciales, tipo "Horizonte final" o, simplemente, fantasmas malignos en un lugar cerrado, como "La Guarida". Sin embargo el desastre de puesta en escena y de guión, mal rodada, con pésimos actores, parece una broma, un despropósito o una tomadura de pelo. Qué triste, puesto que tenía más medios que otras series B.

Su rodaje me recuerda la historia del filme "Tras la pista del Zorro", donde un ladrón encarnado por el genial Sellers se inventa un rodaje falso para poder realizar un atraco. El caso es que rueda escenas inconexas aquí y allá, con actores reales, como Víctor Mature, y, al final ¡llega a montar la película y pasarla en el lugar del rodaje! El resultado es surrealismo puro. Igual sucede con "La Nave viviente".

Un horror, no la vean. No tiene la más mínima gracia.