¡No firmes más letras, cielo! (1972)

Mira que hay que ser majadero para dejarse enredar de esta forma. Que sí lavadora, muebles de diseño, lavavajillas, piso nuevo y hasta criada. Que si no se puede pagar algo, pues no se tiene y punto. Lo que en los años 60 y principios de los 70 despuntaba como una novedad aterradora para algunos, el pagar a plazos, el crédito y el consumismo en general, se ha convertido en la actualidad, a pesar de la crisis presente, en el modo de vida de la inmensa mayoría de personas. Aquí al menos las hipotecas son a 8-10 años pero ahora se hacen por 30 o más, y se meten en el lote las vacaciones, electrodomésticos y qué se yo. O sea, que de comedia tonta nada, sino de rabiosa actualidad, que además es otro documento histórico. Ojo al dato: 4 pagas extras, 350.000 pesetas de indemnización por despido o siete horas de trabajo al día.

De todos modos, me parece que "No firmes más letras, cielo" desprende un leve aroma misógino. El pobrecito Sabino Gurupe (Alfredo Landa) es enredado por su mujer Elisa (Mirta Miller) y sobre todo, por su suegra Ramona (Mari Carmen Prendes), la una muy cuca y la otra muy serpentina, para gastar, gastar y gastar. Y al amargado Sabino le hacen trabajar como un negro para poder pagar más letras. Para Pedro Lazaga parece que no hay término medio, o huyes de las mujeres o te acaban chupando la sangre. Es más, les das una torta y ¡ellas te responden con otra! escena que no sé como se interpreta. ¿Está mal lo primero? ¿sólo lo segundo? ¿las dos? ¿ninguna? Al menos, se ve que la mujer franquista y "oprimida", como le levantes la mano, te suelta un sopapo. Por fortuna el director le echa mucho humor, aunque sea del negro.

La película es una crítica social a aquellas familias que vivían por encima de sus posibilidades, endeudándose para poder pagar todos los caprichos que deseaban, aunque pone como culpables a la mujer y la suegra, típico de la mentalidad de la época.

No obstante la película parecer visionar lo que ocurriría en el futuro, con las tarjetas de crédito, los ordenadores supliendo a personal, así como la posibilidad de no poder llegar a pagar letras.

Aún teniendo en cuenta esto, la película resulta muy sosa y falta de humor y entretenimiento.