Re-sonator (1986)

Mi yo niño estaba encantado con Re-animator. Mi yo más adulto también, pero es sin duda una película que pertenece a mi infancia. Una película que me encantaba y que a día de hoy me sigue pareciendo una de las mejores películas en su género. Con todo este caldo de cultivo lo raro es que tardara tanto en ver algo más de la maravillosa conexión Gordon-Combs (y si me apuráis Crampton y Lovecraft). Sí que es cierto que vi algunas como Dolls, pero nada que ver con Re-animator.

Re-sonator también queda por debajo, pero sin duda me transportó a esa infancia viendo Re-animator, y eso para mí es más que suficiente. Stuart Gordon demuestra nuevamente inspiración y se vuelve a apoyar en un relato de Lovecraft para dar a luz a una película donde los efectos especiales digitales empezaban a asomar la cabeza. Re-sonator puede ser una de las mejores últimas muestras de los efectos tangibles que tanto nos hicieron gozar en los 80. No, no encontraréis maravillas del látex y la gomaespuma como en La Cosa, pero los efectos son bastante buenos y sobre todo muy persistentes durante toda la película.

Tiene menos resonancia (nunca mejor dicho) que Re-animator, pero de alguna manera su rebajada fama le otorga una categoría de culto que le viene casi mejor. Re-sonator puede formar tandem con Re-animator, pero son películas bastante diferentes. Muestra de esa diferencia sirve la propia actuación de Jeffrey Combs que muestra versatilidad, aunque se me antojó algo desaprovechado en esta ocasión.

Para los amantes del cine fantástico es ideal, sobre todo si la dejasteis pasar tanto tiempo como yo.

Obra de culto que posee conseguidos efectos especiales para una cinta sin tanto presupuesto.

Además exhibe una sugerente temática sobre la investigación científica en la estimulación de la glándula pineal para lograr descubrimientos asombrosos en el campo de la medicina, pero obviamente que toda experimentación tiene sus efectos secundarios y uno de ellos en este caso es el viaje al desconocido más allá mediante una máquina que altera la realidad física y las conductas de quienes son alcanzados por sus efectos.

Una cinta atrapante en su ambientación, bastante provocativa desde lo sensual, que deriva en alternativas desmadradas desde lo perverso con abundante despliegue de criaturas gelatinosas que hacen de las suyas (a no olvidarse también de las serpientes que salen de las cabezas de los afectados por el resonador, de las anguilas voladoras, y de muchos otros seres indescriptibles que salen de una dimensión desconocida).

Las actuaciones por allí son medias toscas, las cuales delatan ciertas falencias desde el elenco, pero a grandes rasgos el cast cumple con las exigencias que el alborotado guión demanda.

Las alternativas argumentales son rústicas, propias de los argumentos de la clase B donde todo pasa más por impactar y llamar la atención que por la orquestación del tejido narrativo, el cual apenas trata de explicarse mediante fundamentaciones simplonas.

Las situaciones nos muestran además a humanos que cambian para mal perdiendo su cordura y su aspecto físico, situaciones que salen de control y terminan siendo truculentas, y una búsqueda del bien que termina degenerándose en macabras circunstancias donde lo maligno y depravado toman el control de la situación.

Como curiosidad:
Hay una versión extendida donde se agregan escenas censuradas por el MPPA para no ingresar en una clasificación restringida, estas secuencias dan más grado de polémica a toda esa atmósfera sexual y libidinosa que se despliega de fondo. (Muy estimulante y provocativa la actriz Barbara Crampton con diminuto atuendo de cuero al mejor estilo sadomasoquista).