Tomahawk rojo (1967)

Tras el desastre de Little Big Horn el capitán del 7º de Caballería Tom York (Keel), que no ha participado en el enfrentamiento, acude presuroso a la localidad de Deadwood para prevenirlos de un posible ataque de los indios sioux que llegan con los "Tomahawks manchados de sangre".
Conocedor de la existencia de dos ametralladoras Gatling que tiene escondidas la propietaria del saloon Dakota Lil McCoy (Caulfield), propone entregarlas al Ejército que va a enfrentarse a los indios ante la oposición de los ciudadanos que las quieren para defender la población.
Una vez más hace acto de presencia el egoísmo y la insolidaridad ciudadana, "Mataremos por esas ametralladoras. -Más bien os haréis matar". Solo Columbus Smith (Crawford), un hombre de rompe y rasga que "golpea primero y pregunta después", junto a Ep Wyatt (Brady) se aprestan a ayudar al capitán. Dakota también lo hará finalmente después de una tediosa crisis existencial ("Puede que todos estemos mejor muertos"), amoríos mediante.
La idea se sostiene en un guion muy flojo y una realización de compromiso. Sin apenas uso de paisajes, la ambientación resulta muy pobre. Personajes sin apenas relieve e interpretaciones por el estilo, destacando un poco a Brady y Crawford.
Malas escenas de peleas o tiroteos donde las víctimas caen de cualquier manera. Los indios atacan a tontas y a locas y, claro, caen a mansalva. Parece mentira que sean los mismos que acabaron con el 7º de Caballería. Aunque hay que reconocer que están bien rodadas las escenas del enfrentamiento final.
Cinta que no pasa de regular con alguna crítica a la actitud de Custer por no querer contar con la célebre ametralladora Gatling y confiar demasiado en su buena fortuna. Como recuerdan los croupiers en el saloon "Nunca interrumpas un juego de azar", deja rodar la bola de la fortuna.