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Godzilla contra Mechagodzilla (1975)

Godzilla contra Mechagodzilla
83 min.
5,3
174
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Trailer (JAPONÉS)
Sinopsis
Un grupo de personas viaja a través del tiempo para utilizar a Godzilla como arma de destrucción masiva frente a los cambios que se producen en Japón a nivel económico. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Fantástico Ciencia ficción Monstruos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Mekagojira No Gyakushu
Duración
83 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Godzilla
Links
6
El Godzilla más pesimista
Godzilla contra Mechagodzilla fue planteada como un intento serio de relanzar a Godzilla y devolverlo a su glorioso podio. Se aumentó el presupuesto, se recuperaron elementos sórdidos y más adultos y, milagros del mundo del cine, se consiguió recuperar a Ishiro Honda para la dirección de su criatura y a Akira Ifukube para la banda sonora.
Honda ya declaró estar hastiado de la saga y más cuando su gran amigo, el mago de los efectos especiales Eiji Tsuburaya, murió habiendo comenzado el rodaje de La isla de los monstruos (1969), llevándose parte de la magia de la saga, por lo que su regreso es un motivo de alegría. Ifukube vuelve a crear sus magníficas bandas sonoras que lograrían que hasta Plan 9 from outer space (1957) se convirtiera en una obra maestra; en este caso con unas sinfonías aún más dramáticas y trágicas que en ocasiones anteriores.
Debido a la buena aceptación general de Cibergodzilla, máquina de destrucción (1974) donde parecía que la réplica robótica de Godzilla había conquistado el corazón de los seguidores, se decidió recuperar al mastodonte robótico para seguir destruyendo ciudades. Como veremos más adelante, si la anterior entrega emanaba aventura y diversión sin complejos, ésta va por el lado contrario, pero radicalmente.
No sé qué le pasaba por la mente a Ishiro Honda al enfrentarse a esta entrega, pero parece dominado por el pesimismo y la tragedia, como si el fantasma de la muerte de Tsuburaya aún le rondara bien cerca. El resultado fue una de las entregas más interesantes de la saga clásica de Godzilla.
Tras la misteriosa destrucción de un submarino, unos investigadores de la Interpol comienzan a buscar al desaparecido profesor Mafune, que 15 años atrás había declarado el hallazgo bajo el mar del monstruo Titanosaurio. Ahora trabaja para los alienígenas del tercer planeta del agujero negro, cuya ambición es conquistar el mundo con su ayuda y la de un Cibergodzilla reconstruido.
El problema principal de esta entrega es que es prácticamente un calco de la anterior (que ya era de por si repetitiva en ciertos esquemas); misma invasión comandada por los extraterrestres del tercer planeta (incluso con el mismo actor/personaje como líder de la sociedad alienígena), se sustituye a King Caesar por Titanosaurio y CiberGodzilla vuelve a ponerle las cosas difíciles a Godzilla.
En ese sentido, la trama general está hecha con desgana y con una insultante repetición, aunque como veremos se plantea como el reverso tenebroso de la anterior. Si bien esta entrega cobra personalidad precisamente por la trama humana, a opinión personal, de las más interesantes y rescatables de la saga gracias a un personaje en concreto, la cyborg Katsura. El alma del film se concentra en este personaje torturado de una chica antaño llena de vitalidad pero que tras un accidente mortal es revivida por los citados extraterrestres en forma de cyborg, recluida y torturada porque no puede reprimir emociones humanas como enamorarse del galán con pelazo que protagoniza la cinta.
Gracias a Katsura podemos ver el primer y único topless de la saga (aunque sea un trozo de plástico con cables) dentro de un magnífico e inquietante flash-back donde los extraterrestres ataviados con batas moradas cual Jeremy Irons en Inseparables (1988), irrumpen en el laboratorio de Mafune y se llevan a su hija moribunda.
Hay cierta conexión decadente con el primer Godzilla de 1954, Mifune no deja de ser la continuación trasnochada y envejecida del profesor Serizawa (de hecho están interpretados por el mismo actor), y el final trágico y kamikaze por parte de Katsura conecta con el sacrificio final de Serizawa.
En este sentido, el drama humano está más conseguido de lo habitual, y es raro sentir que te interesen más los personajes que el enésimo enfrentamiento monstruoso. Aunque los extraterrestres malvados continúan protagonizando momentos risibles y encantadoramente naifs, como ese terrible momento del líder alienígena reprendiendo a latigazos a sus secuaces, una escena llena de morbo y sadomaso del espacio exterior.
La nueva incorporación al bestiario de la saga es Titanosaurio, un monstruo de carácter mucho más realista que anteriores batacazos imposibles como Galien o Megalon. Las apariciones del monstruo marino están resueltas con gran destreza, rodados con contrapicados y con un cielo real de fondo que remarca el enorme gigantismo de la bestia, fantástico.
Godzilla aparece tarde y se siente como un mero trámite de la historia, aunque esta vez sufre enfrentándose él solito a 2 monstruos duros de pelar, y a pesar de algunas llaves de kárate inexplicables, Godzilla se presenta de una manera más seria y solemne que ocasiones anteriores.
Godzilla contra Mechagodzilla es un film interesante, triste, pesimista y más adulto de lo acostumbrado (¡hay muertes y tiroteos!). Ishiro Honda parece que es y será el más indicado para dirigir a su criatura y se denota en cómo están plasmadas las escenas de destrucción, las perspectivas de los monstruos y ese tono trágico tan personal.
Esta entrega, a pesar de estrenarse a bombo y platillo como el gran regreso triunfal de la criatura, fue el mayor fracaso de la saga con apenas 970.000 espectadores en Japón, dando carpetazo final a la serie clásica de Godzilla hasta 1984.
Por lo que la hermosa escena final, de un Godzilla adentrándose lenta y casi fantasmagóricamente en las aguas japonesas para tomar un merecido descanso, deja un poso lleno de melancolía y tristeza. El de una era que se acaba.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Terror del Mechagodzilla. O como acabar bien una larguísima saga
Fin de fiesta de la serie fílmica clásica de la saga de Godzilla, la denominada Serie Showa. Y para ellos se traen al director que inició la saga, Ishiro Honda, y a su músico de cabecera, Akira Ifukube, al que algunos conocerán de la BSO de "El Arpa birmana".

Película oscura, personajes llenos de resentimiento, alienígenas tremendamente hostiles y una cyborg que se debate entre obedecer a su herencia humana, a su familia o a los extraterrestres que le dieron una segunda vida. A Godzilla lo veremos poco, llevándose la palma un monstruo llamado Titanosaurus- que parece estar riéndose de sus víctimas- y el Mechagodzilla del filme anterior, convenientemente restaurado para la ocasión.

Cuando uno piensa en estos filmes, cree que va a ser como ver un episodio de los power-rangers, en cuanto a sus efectos cuando se enfrentan a los monstruos gigantes. Nada más lejos de la realidad. Los efectos especiales de los combates son espectaculares. Bien es cierto que se desarrollan entre maquetas a escala de Tokio y que son señores con un traje de goma-la técnica del suitmation- pero esos trajes muestran articulaciones en el rostro y sufren explosiones reales. Cuando explotan las maquetas con llamaradas espeluznantes ahí están los señores embutidos en sus trajes de monstruos. Aún hoy sorprenden por la complejidad de las secuencias. Aún y así, hay escenas con "japonesadas", como cuando los monstruos mueven sus bracitos para hacer una pose de combate. Que yo sepa los dinosaurios no practicaban katas ¿Quién se las enseña?

Un buen final de saga. Combates memorables, humanos enfrentándose a monstruos y alienígenas, una historia imposible de amor, sacrificio y muertes heroicas. Y Godzilla alejándose al interior del mar, esperando una nueva franquicia.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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