A Foolish Love (1981)

Voyeurismo o el placer de mirar sea confesable o no, el arte de disfrutar de la mirada de gozar con un mínimo detalle de algo oculto o que para otros ojos pasaría desapercibido, etc, etc.
Los que amamos el cine, las imágenes extáticas o en movimiento tenemos algo de voyeur en mayor o menor medida en un grado alto, mediano o soporífero, excelso o vulgar, depende de lo que mires y como lo mires, pues quizás o no, es cuestión del disfrute que logres para ti de ese aluvión de adrenalina visual que te supuren las imágenes o lo real una geografía humana, un cuerpo desnudo o vestido por no recalar en algo más manido como puede ser un paisaje, lo que sea que produzca ese fogonazo en algún punto de nuestra psique y retina.
El arte de mirar, cualquier mirón o voyeur que queda más chic e intelectualoide, mirón tiene connotaciones negativas, prejuicios que flotan en el aire de nuestros rituales sociales.

en la película a pesar de su excesivo metraje para una línea argumental tan sencilla y básica nos propone el triunfo de la mirada sobre el objeto, el goce del que se obsesiona con algo y lo disfruta y padece a partes iguales, el orgasmo de mirar sin ser visto y los ulteriores placeres que nos provoca.
En cine es posible que el mejor ejemplo que conozco sea "La ventana indiscreta".

En el plano contra plano que utiliza hasta la saturación, no está excesivamente hábil con los tiempos de exposición de ambos, pues siempre se alarga por el protagonista, nuestro joven mirón escamoteando misterio, incertidumbre sana, tensión, evitando o no generando el suspense del siguiente plano o visión.
La apuesta de la historia es desigual pero eso es mi opinión y tal vez a otros les parezca otra cosa.
Me interesa el origen del planteamiento que nos susurra y que intenta llevar hasta el extremo, si lo consigue lo dilucidaran los que acaben de ver hasta el último plano.
Mención especial a la actriz que es objeto del deseo del joven voyeur Betty Livanou por su expresividad, saber crear tensión e inseguridad a flor de piel y llorar tan creíblemente.

Hay un momento cuando él empieza a observar para escudriñar después a esta familia, que suena Bob Dylan "forever young" que música e imagen se funden en viva nostalgia, afortunada juventud, belleza captada sin importar la edad, cuando lo mayor supera a lo joven, esas notas melancólicas que Dylan sabía arrugar como en una frente que se sorprende y crea esas atmósferas.
Pues que disfrutéis la apuesta que genera una mirada soslayada, vampírica a ese instante robado a la indiferencia, al olvido.