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El santuario no se rinde (1949)

El santuario no se rinde
102 min.
4,4
261
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Sinopsis
Marisa Fuenterreal recuerda los días de la resistencia en el santuario de la Virgen de la Cabeza. Allí conoció a Aracil, un hombre de ideas extremistas que la salvó de las tropas enemigas, y luego al capitán Cortés, que murió en la batalla final junto a la mayoría de los defensores. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Bélico Guerra Civil Española
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
El santuario no se rinde
Duración
102 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
“La Guardia Civil muere pero no se rinde”
Es la máxima que luce en la pared del despacho de mando, hermosas palabras que para mí guardo como grato recuerdo de esta película, mis experiencias con el cuerpo han sido positivas a nivel personal, siempre me sentido protegido y respetado, tampoco tenía nada que temer, es más, siempre me han ayudado en la carretera, cuando he tenido problemas mecánicos, incluso tengo un compañero independentista que me confesaba que prefería a la benemérita de tráfico en lugar de los "mosos de squadra", una panda de inútiles que sólo ponen multas, según sus textuales palabras. Incluso son humillados con sueldos inferiores a otros cuerpos de seguridad nacionales y autonómicos, no creo que mejoren la calidad del servicio hablando catalán o euskera para tener sueldos más altos. También recuerdo unas inundaciones en Bilbao donde la benemérita salvó a muchos vascos de la corriente del agua que arrastraba lo encontraba a su paso.

Un film bélico de una explícita heroicidad que debemos valorar en su perspectiva histórica, referida al cuerpo de la guardia civil, no olvidemos que es y ha sido siempre una institución militar, por lo que siempre estuvo a las ordenes de sus superiores jerarquicos, su misión nunca fue la política, sino defender la ley y acatar las ordenes recibidas. Como todo cuerpo está compuesto por personas algunas admirables y otras no tanto, que están en la mente de todos, quizás les suene Luis Roldán o Antonio Tejero, dos zascandiles que denigraron una institución que sufrió el terrorismo etarra con la sangre de sus componentes incluyendo sus cuarteles con sus mujeres y niños, recuerdo las masacres de Vic o Zaragoza, durante los mal llamados “años de plomo”, esos en los que alguno recurría a la repugnante disculpa de “Algo habrá hecho...”.

Basada en un hecho real, el asedio por parte de las fuerzas republicanas al santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, al mando de un oficial de la guardia civil, el capitán Santiago Cortés (un excelente Tomás Blanco) y sus hombres. Film épico de exaltación patriótica, aunque a diferencia de otras más radicales y belicosas que ensalzaron la dictadura, aquí lo que impera es el aspecto humano. Por supuesto, es lo que yo más valoro de la película, por encima de ideologías, pues ambos bandos son españoles con sus motivos irreconciliables, las dos españas que 40 años después, se habían reconciliado con la democracia, parece que ahora la izquierda pretende reinventar el pasado sembrando el odio y la división. Arturo Ruiz Castillo y Jose M.ª Amado productor, eran de ideología republicana, aquí no hay consignas ideológicas ni se insulta a nadie, sean de uno u otro bando. Lo que sí se muestra es una guerra fratricida entre hermanos. La historia de amor que no puede faltar, la protagonizan un notario republicano, Luis de Aracil (Alfredo Mayo) que intentando salvar a una dama, Marisa (Beatriz de Añara) recalan en el fortín asediado y en el que en principio no es bien recibido.

Es ella, con su cálida voz, la que nos relatará los hechos acaecidos en un largo “flash back”. Y es que el conocimiento del pasado nos hace entender el presente, lo que nos ayuda a construir un futuro mejor. Cuando perdemos la memoria dejamos de ser nosotros mismos. Por consiguiente, un pueblo que no tiene memoria pierde también su identidad. Y ahora ya me podéis fusilar por ser políticamente incorrecto.
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14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
El amor puede unir a las dos Españas
En agosto de 1936, un montón de guardias civiles de la provincia de Jaén, junto con sus familias, se replegaron, de acuerdo con las autoridades republicanas, en el Santuario de la Virgen de la Cabeza, situado al norte de Andújar (Jaén), y en el cercano pueblo de Lugar Nuevo para protegerse de una situación muy insegura. Desde mediados de septiembre del 36 se sublevaron contra la Segunda República Española, la cual terminaría tomando dicho enclave sublevado el 1 de mayo de 1937.

Esta gesta, que bien puede llamarse heroica, y enteramente protagonizada por la Guardia Civil, podía y debía haber sido contada en un contexto histórico tan favorable para ello como el de la España de Franco, pero Arturo Ruiz Castillo, en vez de narrarla tal cual fue, hace otra cosa: elabora un melodrama protagonizado por Alfredo Mayo y la insulsa Beatriz de Añara, bastante parco en besos pero pródigo en frases rimbombantes y voces en "off", que hace uso del "flashback", y establece una introducción situada en el presente (1949) que recuerda un poco al comienzo de "Rebeca" (Rebecca, 1940), de Alfred Hitchcock. Así, el asedio y la Guardia Civil quedan en un plano que parece el principal pero que en realidad es secundario. Los hechos reales eran mucho más interesantes que el melodrama, pero, insisto, esta película los oculta, los ignora o los tergiversa. Los hechos reales de este asedio no los veremos nunca en cine porque las actuales circunstancias políticas españolas no lo permiten.

Tan curioso como todo lo anterior es el personaje de Alfredo Mayo. Es evidente que Luis de Aracil (Mayo) es un republicano, y, al mismo tiempo, una buena persona que carece del odio sectario de otros muchos republicanos; y, pese a que debe de ser socialista o comunista, defiende la ley y el orden, como se ve cuando, al comenzar la acción, espanta a unos jornaleros enfurecidos de la entrada de la finca del conde de cuya hija se enamora (Beatriz de Añara).

"¡El santuario no se rinde!" marca el paso del llamado "cine de Cruzada" a un cine de reconciliación nacional, reelaborando la idea de un largometraje previo como "Rojo y negro" (1942), de Carlos Arévalo: el amor puede unir a las dos Españas.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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