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Dime que me amas, Junie Moon (1970)

Dime que me amas, Junie Moon
113 min.
6,1
238
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Sinopsis
Atacada por un pretendiente, Junie Moon (Liza Minnelli) ha quedado con el rostro y un brazo marcados para siempre. Al ser dada de alta del hospital, ella alquila una casa en la que decide convivir con otros dos pacientes muy especiales: Warren Palmer (Robert Moore), un discapacitado con inclinaciones homosexuales, y un epiléptico de nombre Arthur (Ken Howard), quien ve en ella algo más que una simple compañera. Compartiendo sus vidas, quizás descubran que la existencia tiene un gran sentido que, hasta ahora, no habían imaginado. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Melodrama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Tell Me that You Love Me, Junie Moon
Duración
113 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1970: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
9
Hay cosas que se pierden para poder ganar otras más significativas
No encuentro razón para que esta encantadora, emotiva y aleccionadora película, haya sido ignorada durante tanto tiempo. Esta es la suerte de historia donde la vida adquiere significado, el arte se la juega en su propósito de enaltecer a la especie humana, y el amor brilla en su más alto esplendor.

Apenas logramos penetrar en sus personalidades, es imposible no enamorarse de Junie Moon, la chica a la que, un enfermizo pretendiente, le arruinara el rostro y parte del cuerpo. Cómo no sentir afecto por Arthur, el joven sensible y epiléptico cuyo corazón reboza de esperanza, siendo capaz de trascender el cuerpo de Junie para ver las cosas grandes que rebozan en su alma. Y cuán fácil es simpatizar con Warren, el discapacitado que no logra definir sus intereses sexuales.

Tres pacientes de un mismo hospital que, al salir de éste, deciden unirse para luchar juntos con sus limitaciones. Y lo que van a mostrarnos es un gran ejemplo de vida, de trascendencia y amor. Ellos se conocen, se respetan, se acogen con sus reveses y se valoran profundamente porque las condiciones están dadas para lograr la compenetración.

A los tres les queda claro que, los seres más obtusos de la sociedad, les considerarán de la manera más improcedente, pero saben también –y lo comprobarán cada día- que aún subsiste mucha gente buena en el mundo que va más más allá de la superficie y es capaz de descubrir la divinidad en cada ser humano.

La presencia en sus vidas de gente como Minnie, la anciana gravemente enferma que ocupaba la cama al lado de la de Junie; Mario, el pescadero con un corazón que se expande día a día; la señorita Gregory, la arrendadora convencida de que la voluntad todo lo puede, y entre otros, el “beach-boy” como le gusta que le llamen o “Guiles” (como prefiere llamarle Warren en recuerdo de otro amigo y por el juego asociativo que esta palabra, como la otra, permiten), traerá una inmensa luz que, muy probablemente, renueve sus vidas para siempre.

Inmensa calidez la que veremos fluir en diversos momentos de esta historia que empezó con una serie de artículos que, sobre la gente que iba conociendo en el hospital donde trabajaba, escribió la californiana Marjorie Kellogg (1922-2005), una trabajadora social que luego alcanzaría el éxito como novelista y dramaturga, y a quien sus amigos convencieron de que convirtiera en novela lo que había escrito, surgiendo así, “Dime que me amas, Junie Moon”, un bestseller en el año 1968.

Al director, Otto Preminger, lo emocionó profundamente la novela y dispuso que la señorita Kellogg escribiera ella misma el guión cinematográfico. Con su habitual olfato, escogió a unos protagonistas de oro: Liza Minnelli, Ken Howard y Robert Moore, quienes junto a James Coco, Fred Williamson y Kay Thompson, establecen una micro-humanidad adorable.

Pienso en las bellas experiencias que comparten estos personajes y llego a la conclusión de que, hay cosas que se pierden para poder ganar otras más significativas. Porque, aunque a veces resulte difícil comprenderlo, el universo es justo y está siempre procurando nuestro bien.

Título para Latinoamérica: “DIME QUE ME AMAS”
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un premio de cinta
De una dureza inusitada. Sobre todo si tenemos en consideración la fecha de su filmación, 1970 en la que todavía no existía la conciencia que hay hoy en día sobre la violencia sobre la mujer.
Y, como todo Preminger, me parece una obra de arte. Una película notable. Probablemente una de sus últimas grandes películas. Un tema difícil, muy duro, y que para que funcione tiene que ser tratado con una naturalidad y una sensibilidad especial, amén de tener que manejar todos los recursos cinematográficos con una gran habilidad. Me ha encantado la cinta. Al estilo de las mejores del maestro de su última época.
Tiene un mensaje de optimismo y vitalidad perfectamente homologable a cualquier tiempo y lugar. El tratamiento de las enfermedades de los personajes están abordadas desde la más absoluta naturalidad. La alegría, el amor, el respeto y las ganas de vivir no tienen nada que ver con la salud. Es una actitud vital, nada que ver con nada. Es un motor interior.
Llega al fondo del asunto con naturalidad, desde la ternura y la naturalidad.
El papel de Liza Minnelli es salvaje, brutal, de una intensidad mayúscula, difícil y todo un reto para una gran actriz. Los otros dos compañeros son Ken Howard y Robert Moore. También interviene como pescadero James Coco, que nada más aparecer sabes que estás ante un gran actor.
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