Las estrellas están verdes (1973)

Película de argumento sencillo que P. Lazaga resuelve con facilidad gracias a su solvencia profesional y a un dominio de la cámara que está fuera de toda duda.
De corte costumbrista y voluntad cómica, el largometraje resulta dulce e ingenuo y posee una dosis notable de emotividad.
Expresivo, sin complicaciones formales o de contenido fluye con naturalidad y proporciona un entretenimiento distendido y amable.
Está filmado con buen criterio narrativo y hay que destacar la interpretación de A. Landa, C. López y T. Gimpera que muestran en muchos momentos el gran nivel de su competencia.

Una distinguida y sugestiva Teresa Gimpera interpretando a una cantante con un carácter bastante peculiar y Alfredo Landa interpretando a un seductor especialista en horóscopos. La protagonista obligará a Landa a tomar la comida en forma de pastillitas con lo que en una grabación al estar Landa presente le sonaran las tripas y el aparato grabador registrará dos sonidos distintos con lo que habrá que repetir la prueba. Ese es un ejemplo del humor ramplón que ofrece la película. Todo gira en torno a las anécdotas que vive la pareja protagonista que resultan un tanto pueriles pues el guión es muy irregular. Si se es un incondicional admirador de Alfredo Landa o de Teresa Gimpera el film resulta simpático pero visto con escepticismo el film carece de sabor. Lo más brillante es la parte musical con las bonitas canciones de Torrebruno que también hace acto de presencia en el film. Y además hay un momento que agrada y es cuando Charo López en una simpática interpretación le dice a Alfredo Landa "adiós imbécil..." dando a entender que por ser tonto el personaje no se da cuenta de que ella está enamorada de él. Esa frase es una forma sútil de expresar amor. Jose Sacristán también tiene cierta gracia. Hay bastantes momentos en los que el film acumula detalles insustanciales pero la obra aunque sea a ratos deja la sensación de que tiene cierto encanto.