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La niña de luto (1964)

La niña de luto
85 min.
6,3
712
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Sinopsis
Rocío, hija de una humilde familia andaluza, está muy contenta porque llega el final del luto que ha de guardar por la muerte de su abuela. Por fin podrá casarse con Rafael, su novio, ya que tuvo que aplazar la boda por el fallecimiento. Pero al día siguiente, su abuelo come demasiado en un bautizo, y muere de una indigestión. De nuevo, Rocío tiene que guardar luto y aplazar la boda... (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia Vida rural Religión
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
La niña de luto
Duración
85 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1964: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro
7
Summers, ese hombre.
En esa España rural de los 60, beata y con él "que dirán" dictando los convencionalismos sociales, conocemos a Luis (Alfredo Landa), un practicante de un pueblo de Andalucía (La Palma del Condado, lugar de nacimiento del padre de Summers), enamorado hasta las cachas de Rocio (guapísima María José Alfonso en su primer papel protagonista), y muy ilusionado por retomar su noviazgo tras ese año de luto sobrellevado como mandaban los cánones de la época, ella asumiendo su rol con la madre ojo avizor, y el llevándole los demonios pero aguantando el tirón.

Apenas retomado el noviazgo muere el abuelo de Rocio, y "vuelta la mula al trigo", Rocio al riguroso luto, y Luis intentando hacerla comprender que no puede aguantar otro año alejado de ella, esperándola a la salida de la iglesia y no pudiendo hablar con ella ante esa férrea carabina que tiene de madre y la mirada acusadora de los lugareños, y créanme, eso no es todo, hay mas familiares de Rocio candidatos a poblar el "Patio de los Callados".

El encargado de contarnos todo esto es ese genio nunca suficientemente bien ponderado por despistados pavisosos, socarrón, irónico y mordaz llamado Manuel Summers, y en el guión, están implicados ese gran periodista llamado Tico Medina (otro que tal baila), y Pilar Miro, dando como resultado, no una comedia más o menos graciosilla, sino una autentica joyita plagada de mala leche y descacharrante sarcasmo e ironía, plagada de pequeños detalles a primera vista inconexos (el canario obligado a guardar el luto en su jaula, el tonto del pueblo, las sesiones de cine con las películas cortadas por la censura ante la inminencia de un beso entre los protagonistas, cante jondo en una reunión con cura de sotana y policía del pueblo, los canónicos paseos por las afueras del pueblo, ese bolero, "Dos cruces", crucial en la trama, y mil detalles mas que hay que ver).

Mención especial en el Festival de Cannes, y con unos inmensos Alfredo Landa y María José Alfonso, estamos ante una película que en cuanto a enjundia y esperpéntica descripción de esa España gris y beata, esta, a mi juicio, a la altura del mejor Bardem, Berlanga, o Ferreri, pero claro, la campechanía y perpetuo vacile costumbrista que gastaba el gran Summers – y del que hacía gala – ha mantenido su filmografía bajo sospecha hasta la fecha (parece que la cosa esta cambiando), además de una muy divertida mezcla de ese neorrealismo y costumbrismo marca de la casa de Summers, rayano en el surrealismo.
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26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Nouvelle vague + spanish bizarre
Summers se vale de un estilo totalmente rompedor a la vanguardia europea. Mediante una aplicación de algunos aspectos de la nouvelle vague que Jean-Luc Godard ha ido usando en films de esa misma década, tales como la transgresión musical o un montaje que evidencia la artificiosidad del cine, nos introduce en un mundo muy distinto al que los franceses no tienen acostumbrados. No es un París moderno ni una película de cine negro. Es la España rural de los sesenta, un mundo de lo más bizarro, castizo, cazurro, chotuno y olvidable. No puede sino chocar este contraste de cine como arte a la vanguardia de Europa con un mundo rural tan anclado en el catetismo de una España cuya moralidad era regulada por Franco y la Iglesia.
Tenemos a un Jean Paul Belmondo y una Ana Karina españolizados, enjaulados en un mundo que no es el suyo, que deambulan sin un rumbo fijo, que sufren por su desorientación. La película ahonda en un elemento de este mundo irracional, uno de tantos, que es el luto tras la muerte de un familiar. En este pueblo de la España profunda se respetan las tradiciones y entre ellas está la de no relacionarse (festejar que dirían en mi pueblo) con el pretendiente en el periodo de luto. Romper una de estas tradiciones tan arraigadas no trae sino habladurías y malas caras por parte de los vecinos. Es indignante que dos personas que se aman estén obligadas a no tratarse por culpa de algo que les es impuesto, pero aun más irritante es que toda la paletada hable mal de ellos a sus espaldas e incluso deje de contar con sus servicios laborales, lo cual puede condenar a la pobreza o al exilio al prójimo.
Esta fusión de forma y contenido nos deja una clara denuncia desde la modernidad que evoca por la racionalidad y por la no prohibición de la exteriorización de los sentimientos. Los elementos que provocan la continuidad de esta injusticia no son ni si quiera caricaturizados, tan solo reflejados desde una perspectiva moderna, lo cual provoca que caigan en su propia evidencia.
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16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
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