Magdalena, cero en conducta (1940)

Sinopsis: En una escuela de secretariado de Roma, la profesora de correspondencia mercantil hace escribir, como ejercicios, cartas comerciales en alemán a sus alumnas, dirigidas a un imaginario destinatario: Alfredo Hartman. Este nombre aparece en el libro de texto como perteneciente a un joven rico industrial residente en Viena. Una carta en la que aparece escrito el deseo de conocerlo cae en manos de una alumna, y esta, por error, la envía al destinatario. Por casualidad, resulta que el destinatario existe y el joven, movido por la curiosidad, decide conocer a la muchacha que la ha escrito, y se presenta en Roma, donde reside su primo, que lo ayuda a buscar la escuela.

Comentario: Segunda película de De Sica y debut en el cine de Carla Del Poggio. Se basa en una comedia húngara del mismo nombre que De Sica dirigió con gran delicadeza, dibujando con gracia y facilidad los distintos matices existentes entre la caricatura y el sentimentalismo. Presenta claras resonancias a las diversas comedias que De Sica interpretó a las órdenes de Mario Camerini. En su estreno fue etiquetada como obra menor de aficionados que adoptaba la forma de una sátira de costumbres. La importancia de la posterior producción de De Sica obligó a revisar esa opinión, hasta el punto de que hoy en día, el film se ha redescubierto y se estima que su estructura ya anticipa algunos de los elementos críticos de sus comedias posteriores: el realismo, la visión poética de lo popular y la afirmación de la sencillez y la inocencia ante la dureza de la vida.
Aunque está lejos todavía de la coherencia de sus futuras obras maestras tras la cámara, De Sica ya demostró ser capaz de brillan-tes ideas, casi todas fruto de su largo aprendizaje en el teatro. El film está en realidad lleno de trucos que, inspirados en las típicas comedias de equívocos, rompen las convenciones sociales por medio de una comicidad sofisticada y al mismo tiempo corrosiva. Criticando un sistema rígido, aquí el escolar, al que el propio director y actor no es ajeno, pues lo asume al incorporar su papel en la preservación de la tradición popular.