Trailer (ESPAÑOL)
- Sinopsis
- Rubén es el custodio de un ministro. La película es acerca de un trabajo que consiste en reemplazar la vida de uno por la de otro, acerca de la presión que ésto implica y acerca de cómo esa presión finalmente estalla. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2006 / Argentina
- Título original:
- El custodio
- Duración
- 93 min.
- Guion
- Música
-
- Fotografía
- Compañías
- Coproducción Argentina-Uruguay-Alemania-Francia;
- Links
Premios
"Es un magnífico ejercicio de coherencia entre fondo y forma. (...) Potente, sutil y profundamente cohesionada"
Javier Ocaña
[Diario El País]
"Una película extraña en el cine argentino por su rigurosa austeridad estilística y su aparente falta de pretensiones. (...) Puntuación: ★★ (sobre 5)."
Francisco Marinero
[Diario El Mundo]
Coherente
23 de febrero de 2015
Evidentemente alejada del sobre estimulo de las películas modernas, “El Cuestodio” es una película reflexiva, que incentiva la observación, una película que pone su acento en los detalles.
Dentro de este marco la película está bien lograda. Es un relato coherente que nos pone en la situación de un sujeto, Rubén, sin vida propia, cuyo jefe –al cual Rubén cuida todo el día, absorbido en una rutina insoportable de lo monótona que es- no le considera la opinión, no le entrega mayor afecto, en otras palabras no comparte mayormente con él. ¿Es posible casi no compartir con alguien con quien se está 16 horas diarias? La frialdad con que el Ministro toma a Rubén es repugnante. Pese a eso Rubén no sólo le cuida su integridad, también le cuida sus intimidades.
Dentro de este marco la película está bien lograda. Es un relato coherente que nos pone en la situación de un sujeto, Rubén, sin vida propia, cuyo jefe –al cual Rubén cuida todo el día, absorbido en una rutina insoportable de lo monótona que es- no le considera la opinión, no le entrega mayor afecto, en otras palabras no comparte mayormente con él. ¿Es posible casi no compartir con alguien con quien se está 16 horas diarias? La frialdad con que el Ministro toma a Rubén es repugnante. Pese a eso Rubén no sólo le cuida su integridad, también le cuida sus intimidades.
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23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Detrás de un vidrio opaco
23 de agosto de 2007
Para el público acostumbrado al ritmo de las series televisivas, videoclips y demás, tan pródigos en persecuciones automovilísticas o edificios que estallan en pedazos, puede resultar una película desconcertante por su buscada morosidad que pone su acento en detalles minimalistas. Pero esto es precisamente lo que el director procura transmitir, ya que "El custodio", aunque tome elementos del género, no es una historia policial, sino un medio para provocar otro tipo de reflexiones.
Hay una coherencia rotunda en la elección del punto de vista para contar esta historia con final inesperado de un sujeto sin vida propia, cuya palabra no es tenida en cuenta y al que se trata como a un objeto que respira y ocupa un lugar en el espacio. El trabajo de Rubén, el protagonista, consiste en ser custodio permanente de un ministro. Su función es protegerlo, tanto en su ámbito laboral como privado, por lo que debe compartir, desde una distancia cercana e insalvable, la intimidad y los secretos de su jefe, de su familia y de su entorno.
Todo en "El custodio" funciona con una magnífica economía donde el mínimo detalle significa, como el rosario siempre suspendido frente al parabrisas de su auto vigilador, o las pocas frases pronunciadas; aunque las palabras no existan o se perciban distorsionadas por el ruido y la distancia, o como en la escena donde hablan en francés, en la que todo converge para sentir en carne propia cómo percibe la realidad ese custodio aparentemente impasible. Una inquieta cámara nos convierte en testigos de la jornada del aparentemente imperturbable custodio: a través de su punto de vista, somos observadores, en un permanente juego entre lo que el protagonista ve, lo que el director permite observar en medio de abundantes elipsis y lo que pertenece al fuera de campo.
"El custodio" impresiona como una obra madura de un joven director que, sin excluir una aguda crítica social, trabaja más para quedar en la historia del cine independiente creativo (valorable en festivales que premian esta característica) y no para el éxito de taquilla: una pequeña gran película que probablemente oscilará entre aplausos elogiosos y la indiferencia de quienes sólo buscan relatos convencionales.
Hay una coherencia rotunda en la elección del punto de vista para contar esta historia con final inesperado de un sujeto sin vida propia, cuya palabra no es tenida en cuenta y al que se trata como a un objeto que respira y ocupa un lugar en el espacio. El trabajo de Rubén, el protagonista, consiste en ser custodio permanente de un ministro. Su función es protegerlo, tanto en su ámbito laboral como privado, por lo que debe compartir, desde una distancia cercana e insalvable, la intimidad y los secretos de su jefe, de su familia y de su entorno.
Todo en "El custodio" funciona con una magnífica economía donde el mínimo detalle significa, como el rosario siempre suspendido frente al parabrisas de su auto vigilador, o las pocas frases pronunciadas; aunque las palabras no existan o se perciban distorsionadas por el ruido y la distancia, o como en la escena donde hablan en francés, en la que todo converge para sentir en carne propia cómo percibe la realidad ese custodio aparentemente impasible. Una inquieta cámara nos convierte en testigos de la jornada del aparentemente imperturbable custodio: a través de su punto de vista, somos observadores, en un permanente juego entre lo que el protagonista ve, lo que el director permite observar en medio de abundantes elipsis y lo que pertenece al fuera de campo.
"El custodio" impresiona como una obra madura de un joven director que, sin excluir una aguda crítica social, trabaja más para quedar en la historia del cine independiente creativo (valorable en festivales que premian esta característica) y no para el éxito de taquilla: una pequeña gran película que probablemente oscilará entre aplausos elogiosos y la indiferencia de quienes sólo buscan relatos convencionales.
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