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Legado trágico (1928)

Legado trágico
80 min.
6,1
89
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Sinopsis
Hogan (Victor McLaglen), un patriota irlandés exiliado, arriesga su vida en su regreso a Irlanda al ayudar a una joven pareja. Esta película supuso la primera aparición de John Wayne, quien interpreta a un entusiasmado espectador que derriba una cerca durante una carrera de caballos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Drama romántico Cine mudo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Hangman's House
Duración
80 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
6
Un drama irlandés
Última película oficialmente muda de John Ford, “El legado trágico” es, por su misma condición de drama gaélico, un film más elaborado y nada risueño de su querida Irlanda. Se puede apreciar una penetrante influencia de Murnau, que trabajaba en el mismo Estudio y había filmado “Amanecer”, en la película de Ford que encuentra su reflejo en la maravillosa bruma irlandesa así como en la gótica grandeza de su estética. Su protagonista principal sería Víctor McLaglen, uno de sus actores favoritos a lo largo de su longeva filmografía. También John Wayne aparece de manera muy breve, casi imperceptible, en el film, como un tipo tan entusiasmado durante la carrera de caballos que rompe una valla a golpes, producto de la situación del momento y en un “flash back” en el que se rememora un ahorcamiento de un individuo.

El film se abre con un rótulo elegíaco en el que puede leerse: “Irlanda, un lugar tan pequeño y objeto de tanto amor”, o un lugar tan pequeño para ser tan amado. En las páginas del libro original de Brian Oswald, su autor ya medita sobre el apego que los irlandeses tienen por su tierra, por su hogar, fruto de la añoranza de tantos hombres y mujeres que a lo largo de los años tuvieron que partir, víctimas de la pobreza, la hambruna y la opresión de los británicos que ocuparon sus tierras y los explotaron durante años. La trama se centra en los últimos días de un Juez, James O´Brien, pretende que su hija se case un individuo siniestro pero económicamente instalado, John Darcy, a pesar de que la muchacha está enamorada de otro. Al mismo tiempo, un proscrito irlandés, Hogan (McLaglen), regresa a su tierra para vengarse del hombre que se casó con su hermana, que no es otro que el malvado Darcy.

Ford incide en alguna ocasión en una línea de desdoblamiento puntual de alguna tonalidad cómica dentro del tono dramático en general: en el mismo film cohabitan los delirios muy plásticos del juez moribundo que vive en la denominada “Casa del colgado”, autentico título del film del original “The Hangman´s House”, contemplando esas imágenes de hombres colgados, con el plano imposible de un asno suspendido en el aire debido al peso de la gente subida al carro. Ford se muestra apegado a las ancestrales tradiciones, aunque también crítico con las mismas, el cineasta las desarrollará tanto en sus westerns como en sus dramas sociales y sus comedias. Siendo las historias ambientadas en Irlanda o construidas a partir de ellas, las que proponen una mayor atracción y reformulación de esa tradición a través de una poética rebelde, nostálgica y atormentada y por supuesto, siempre romántica.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Irlanda en el Corazón.
Un Ford algo distinto, acostumbrado como estamos a esa mezcla de individualismo recalcitrante y situación confusa con respecto a uno mismo que dominan los personajes de sus películas. Aquí parece que el protagonista tiene un designio que realizar, convirtiéndose en un hombre providencial, alguien que tiene muy claro cuál es su destino y lo asume con absoluta naturalidad. No es el modelo natural de protagonista de Ford.
Irlanda, más mito que realidad para Ford, encuentra en esta probablemente su primer acercamiento. Triángulo amoroso, patriotismo irlandés a mansalva, narración lineal totalmente previsible y un tempo de desarrollo nada acelerado. No se aprecia ese defecto que suele acaecer en algunas películas mudas, al apreciarse el desarrollo de las escenas muy aceleradas. Se le podría poner sonido y seguir siendo una película perfectamente actual. No tiene esos déficit que pueden apreciarse en algunas mudas, ese amaneramiento en la forma de moverse los actores, poco natural y muy afectada. Una teatralidad que perjudica el desarrollo dramático y emocional de la historia.
Si lo comparas con Metrópolis, de Lang, por ejemplo, que es de la misma fecha no tiene ni punto de comparación. Aquella es claramente una película muda, ésta es una película.
Pero más allá del encuadre en una Irlanda siempre mítica en su planteamiento y, sobre todo, en el recuerdo, esta es una película de amor. Tal cual, algo poco usual en Ford. Es cierto que la delación también está presente, y el recuerdo emocionado de una Irlanda que no tuvo la oportunidad de disfrutar como le hubiera gustado al director.
Victor McLaglen -el ciudadano Hogan- ya tenía hechuras suficientes como para dar corporeidad a una cinta por sí mismo. Y no era su primera película. Sí era la primera intervención de John Wayne en el cine, en un plano totalmente secundario, derribando una pared en un revuelta.
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