Beat (Serie de TV) (2018)

Beat es un retrato de las alcantarillas de la sociedad, del absoluto poder de las mafias, de la podredumbre del poder.

La serie se centra en la figura de Beat, un veinteañero cuya vida discurre en un club berlinés de techno, propiedad de su mejor amigo. Beat trabaja en el club, organiza las fiestas del club, se droga en el club, mantiene relaciones sexuales en el club. Esta «rutina» se rompe cuando su amigo se echa un socio que resulta ser un sociópata, psicópata, traficante de armas, de personas, de órganos, al que quieren apresar los servicios secretos.

Lo anterior no es ningún spoiler, dado que ese sería el punto de inicio de la serie. A partir de aquí, comienza la trama, comienza la acción.

Debo decir que he visto los siete capítulos en dos tandas. No son capítulos de 45 minutos, ni tienen una duración exacta, sino que son bastante más largos. Me ha interesado y me ha gustado porque retrata bien el delirio de los clubes nocturnos berlineses, que es un ambiente que conocí hace años, y que cada día son más postvanguardistas, más desfasados, más apocalípticos.

El conjunto, tal y como está narrado, tal y como está filmado, es una especie de pesadilla, lo cual no significa que no pueda, por desgracia, estar bastante cerca de cómo, en realidad, funciona el mundo actual. Pienso que, de alguna manera, lo que se ve en la serie, representa en buena medida la completa decadencia de occidente.

Merece más la pena en V.O. en alemán, con subtítulo, que la versión doblada.

Muy entretenida intriga sobre asesinatos macabros, dementes, espías de la unión europea, infiltrados y tráfico de órganos. Todo desde la óptica del carismático, bisexual, pastillero, enamorado del tecno (y de su chico) y muy molón copropietario de una discoteca tecno en Berlín.

Las imágenes de Berlín son preciosas: urbanas, austeras, grises, geométricas. Que contrastan con las de las fiestas tecno: desfasadas, canallas, excesivas. Y con el horror de los cuerpos descuartizados o utilizados y luego abandonados. Las escenas de infiltración son creíbles, secas y huelen a realidad, recuerda vagamente al estilo realista de un "Jason Bourne" (salvando las distancias, por supuesto).

La intriga y el proceso de infiltración en esta "mafia" es interesante pero deja varios huecos sin responder y se hace apresuradamente, el espectador se siente un poco "engañado" en esa parte.

Los actores están muy bien. Niewöhner lo clava, da la imagen del pastillero amante del tecno que se ha curtido en la vida pero que tiene buen corazón.

La música electrónica (y no sólo dentro de la disco) suena muchas veces y le da un frescor a esta serie muy recomendable.

¿Continuará la serie? Eso espero.

En alemán se entiende bastante bien, los diálogos no son demasiado largos y vocalizan bastante.