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To Sleep So as to Dream (1986)

To Sleep So as to Dream
81 min.
6,8
41
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Película completa (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
Una vieja actriz de cine mudo contrata a un detective para que solvente el secuestro de su hija. Pista tras pista, el detective y su ayudante entran a un mundo onírico en el que el caso de secuestro cobra otro significado. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Fantástico Cine dentro del cine Cine mudo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Yumemiru yôni nemuritai
Duración
81 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
10
Caminar a través de los sueños (de una intriga soñada)
El misterio. Está ahí, lo sentimos, lo percibimos como un gran estímulo del inconsciente, ¿qué hemos de hacer para resolverlo? Un secreto que quiere permanecer oculto.
Hay que seguir el sendero marcado por los sueños para desentrañarlo, de otro modo es imposible...

Y es el aspecto fundamental de esta joya sepultada por el polvo del tiempo, el peor enemigo del cine junto con el convulso gusto del público. Mitad de los '80, una época rara para la industria cinematográfica japonesa de donde irán emergiendo poco a poco los noveles que en un futuro próximo se convertirán en genios contemporáneos, empezando desde diferentes lugares, como Kiyoshi Kurosawa, Yoichi Sai, Sion Sono, Takashi Ishii, Hiroyuki Nasu o Shinya Tsukamoto. El "underground" tiene muchas grandes promesas, y de entre sus abismos también surge Kaizo Hayashi.
Este nativo de Kyoto de padres coreanos dejó muy joven la Facultad de Economía y la universidad para mudarse a Tokyo, pero sin tener absolutamente nada claro el rumbo que iba a tomar; pasando los 26 años se había dedicado a una existencia deambulatoria y a todo tipo de trabajos hasta que sabe desde sus adentros que si siente pasión por algo es por el arte, por el cine en concreto. Crea entonces su propia (e ínfima) productora junto con algunos amigos y conocidos, la Video Detective Agency, y filmará su primera película, sin ninguna experiencia, sin prácticamente un yen, pero entrará, quizás sabiéndolo, en la Historia del cine (al menos del independiente).

En efecto su pasión por el medio se nota, y desde esa primera escena donde parece que estamos asistiendo a la proyección de una película muda de aventuras donde un samurái está a punto de rescatar a una princesa secuestrada. Método del engaño en todo su esplendor, porque el carrete se corta cuando se supone que "El misterio se ha resuelto", misterio que a partir de ahora se extrapola a la realidad, la de una anciana desesperada por solicitar la ayuda de dos pintorescos detectives, Uotsuka y Kobayashi, para encontrar a su hija secuestrada.
Y se inicia una intensa aventura (o una aventura de intensidades) también muda pero acompañada de ciertos sonidos y voces como iremos descubriendo. Haciendo gala de una destreza envidiable en cuanto a puesta en escena, uso de recursos sonoros y formales, composición técnica e inventiva visual (nada menos que con la ayuda del maestro de la dirección artística Takeo Kimura, amigo inseparable de Suzuki) Hayashi nos introduce en un Japón de posguerra, pero la amargura de esta época se disipa al infiltrarse los trazos de un imaginario detectivesco clásico cuyo encadenamiento no responde nunca a leyes tradicionales o literarias, más bien a las modulaciones de la poesía, el cine y los sueños.

Con humor y un perfecto dominio del suspense nos vamos sumergiendo en la intriga, junto a esas ridículas versiones de Holmes y Watson que henchidos de gloria irán a la búsqueda de una joven raptada, al igual que los grandes detectives de antaño, pero en esta búsqueda uno debe entrar como se entra en un sueño. El joven director, mientras realiza un precioso homenaje al cine mudo, se empapa de la esencia de las esferas irreales de Buñuel, Kinugasa, Obayashi, quizás del nombrado Suzuki o el expresionismo alemán, y nos atrapa en ellas como a los protagonistas.
Para recalcar estos tributos el responsable del secuestro tiene el nombre de una de las primeras productoras de cine en Japón (M. Pathe) y absolutamente todos los resortes de la trama y las pistas corresponden a la intervención de la magia y curiosos artilugios (una cinta magnetofónica, un giroscopio, los dibujos de un kamishibai, un proyector de cine...) en lugar de a sensatos razonamientos. Esto provoca, en efecto, que por una brecha abierta (la del inconsciente de Uotsuka) penetre la fantasía en la realidad y empiece a tomar su lugar sobre ella, confundiendo a los protagonistas, al espectador y a la propia trama.

Porque nada es lo que parece y lo físico quizás no tiene tanta importancia como lo invisible. Tal vez los detectives sean valientes guerreros de un tiempo ancestral, y las princesas espíritus de lejanos sueños románticos atrapados en su universo celuloide, y la realidad esté creada y manipulada a partir de un proyector, y la intriga sólo sea un anhelo insatisfecho de esa suerte de Norma Desmond japonesa que sólo se busca a sí misma en un pasado inventado. Hayashi juega con una serie de inverosímiles símbolos y laberintos narrativos para conducirnos a un clímax desgarrador donde cine y realidad se entrelazan en un gesto mágico y catártico.
Y todo para desvelar un doloroso misterio cuyo objetivo es permitir que las princesas duerman eternamente y los héroes puedan reencontrarse con sus amores imaginados, al otro lado de la pantalla, mientras los benshis celebran la felicidad hacia un público colmado de éxtasis; metacine y magia, qué unión de elementos tan hipnótica, qué maravillosa conjunción de emociones, y de una belleza formal y estética que pondría rojo al mismísimo Mizoguchi. Shunsui Matsuda, uno de los últimos benshis, a veces narra la historia como tal, protagonizada por unos soberbios debutantes Shiro Sano y Koji Otake y la enorme veterana del cine mudo Fujiko Fukamizu, quien parece interpretarse a sí misma.

Catarsis pura es lo que Hayashi logra (más que nunca en esos instantes en que el detective y su amada se funden en una escena romántica, cuando éste observa la película proyectada en la feria o el inenarrable clímax), y cuando uno acaba de ver la maravilla que es "Yume miru yoni Nemuritai" realmente puede creer en la magia del cine, la que nos convierte en grandes guerreros, sagaces detectives, sádicos villanos o dulces princesas.
Con suerte, como en esta desconocida pero magistral joya del "underground", nos podamos introducir en el relato y ser nosotros los detectives tras el misterio y la dama y conquistar finalmente el amor perdido, como sólo sucede en las películas...
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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