Lutero (2003)

Hay una gran parte de directores que ruedan su mejor película al principio de sus carreras o como mucho en plena madurez, hay otros casos como Eric Till que su mejor película es la última y esta encima rodada a una avanzadísima edad. Till que tiene una filmografía bastante débil ha trabajado en Reino Unido, Canadá y EE.UU y tuvo que volver a sus orígenes alemanes para poder hacer un buen trabajo por fin, a pesar de que no tenga una gran aceptación del público y de una parte de la crítica.

Para empezar reconozco que este tipo de películas me gustan especialmente ya que son las que hacen que el cine sea necesario –aunque algunos se empeñen ver el cine como un medio donde contarnos la historia del panadero que vive dos calles más abajo- y a mi juicio vibrante.

Y es que si encima se trata de un biopic sobre un personaje como Lutero la cosa gana mucho más.
Me encantan los personajes históricos que luchan contra el poder, pero no una lucha desde la marginación, esos no me interesan, ¿Qué mérito tiene luchar cuando estás fuera del sistema? Es lo mínimo que puedes hacer. No, a mí me interesan aquellos tipos que estando dentro del sistema y siendo parte importante del mismo deciden romper con aquellos inminentemente superiores y con el status quo poniendo en peligro su situación por defender unas ideas que provocan un profundo cambio desde dentro. Y uno de los cinco casos más importantes de la historia de la humanidad es el de Lutero, por eso y por muchas cosas más (entre otras su teología) me fascina.

Y eso que la película tiene mucho de panfleto. Y no podía ser de otra forma, al fin y al cabo está patrocinada y realizada por la mismísima Iglesia Luterana que como hace todo historiador selecciona que hechos y cuáles no pueden entrar en la película.

Pero para recordar algunos olvidos estamos gente como yo. Por ejemplo las doctrinas de Lutero ocasionaron cientos de miles de muertes, no ya sólo porque la fractura protestante generase rebeliones y luchas fratricidas dentro del cristianismo, sino porque aunque se oculte en la película “Lutero”, nuestro hombre fue un antisemita convencido. Su antijudaísmo le llevó a escribir y a decir cosas como había que aplastar y quemar a esos gusanos venenosos y pedir que se quemaran y destruyeran sus casas, confiscando sus propiedades. Todo esto y mucho más aparece en el libro “Sobre los judíos y sus mentiras” de 1543.

Pero es que si todo esto fuera poco fue uno de los grandes responsables de las famosas persecuciones de brujas en la Europa Central, todo lo que fuera magia lo concebía como obra del diablo y así fueron quemadas vivas miles de mujeres en todo el país. La Inquisición española tiene más nombre y es la que se lleva todos los palos cuando no causó ni llegó ni a un 25 % de los crímenes producidos en otras partes de Europa. Evidentemente los luteranos no nos muestran a ese Lutero, incluso en algunos momentos corren el riesgo de convertirlo en un Jesucristo.

Dirigida por Eric Till, de 73 años, se rodó en Alemania, República Checa e Italia. Dispuso de un presupuesto de 20 M euros. La preparación y el rodaje ocuparon 3 años de trabajos. Ganó un Golden Screen, otros 3 premios y una nominación. Se estrenó el 30-X-2003.

La acción principal tiene lugar en localidades de Alemania, entre 1505 y 1525. Narra la historia de Martín Lutero, nacido en 1483 en el seno de una familia modesta. Siendo estudiante de leyes, al caerle cerca un rayo en una tormenta de verano decide abrazar la vida religiosa en la orden agustina. Doctorado en Teología, estudia la Biblia y la vida de los primeros cristianos. Tras una larga y profunda reflexión, decide publicar 95 tesis teológicas, una parte de las cuales son consideradas heréticas por la Iglesia de Roma. Carlos V de Alemania y I de España convoca la Dieta en Worms para tomar declaración a Lutero. Ante la actitud de ésta, el Emperador decide no actuar contra él, al que había conedido un salvoconducto de libre circulación por el país. En 1525 contrae matrimonio con Katharina von Bora y son padres de 3 hijos y 3 hijas.

La película muestra un Lutero humano y frágil, centrado en sus análisis teológicos y en la traducción del Nuevo Testamento al alemán, que contribuye a unificar. Enemigo de la violencia, vive con dolor los enfrentamientos religiosos con derramamiento de sangre que proliferan en Alemania y otros países. La influencia de sus enseñanzas y su prestigio no le apartan de una vida sencilla, dedicada a la lectura, la predicación y la publicación de obras teológicas, que tienen gran difusión gracias a la imprenta. No ambiciona poder, ni cargos públicos, ni privilegios. Sus ideas promueven la Reforma Protestante, a la que se opone la Contrarreforma Católica del Concilio de Trento. La Reforma implica el paso de la Edad Media a la Edad Moderna y provoca la eclosión del Renacimiento. Contribuye a la renovación y dinamización del pensamiento y a la difusión de valores tan preciados como la libertad de pensamiento y de conciencia.

La música se basa en una partitura que combina ecos religiosos y melodías de la época, con componentes solemnes y, en ocasiones, contenidamente épicos. La fotografía, de Robert Frassie ("El diario de Noa", 2004), enfatiza la modestia personal del protagonista, la afición al estudio, la aversión a la corrupción, los ideales de libertad y los deseos de poner las fuentes de la fe al alcance de todos. El guión narra una historia que desarrolla con corrección, afán de objetividad y una loable frialdad. Perfila sólo los contenidos doctrinales, al objeto de que la obra sea de interés general. La interpretación de Fiennes es brillante, pese a su escaso parecido físico con la imagen de Lutero, de Lucas Cranach Sr. Es muy digna la intervención de secundarios de lujo, como Ustinov y Ganz. La dirección impone a la obra un ritmo intenso y sostenido.

Película histórica y biográfica, que esboza un interesante relato de metraje razonable.