La nube (2020)

Parece que la virulencia de los saltamontes mutantes coincide con el cada vez más perturbado comportamiento de Virginie. Cuando ésta ve que Karim ha quemado sus queridísimos criaderos, el resultado es que los saltamontes se comen a Karim. Cuando persigue a su hija, la nube de insectos también la persigue, hasta que la alcanza. Pero cuando se percata del peligro que corre, se inmola ofreciéndose como comida para salvar a su retoño; así, recupera la humanidad que parecía estar perdiendo, a lo cual de nuevo reaccionan los saltamontes, no se aprecia bien si muriendo sin más, ahogándose o largándose. Llámenme loco pero he apreciado esa lectura, como si al estarlos alimentando con su propia sangre les hubiera transferido, en cierta manera, su propia consciencia. A ver, es cine fantástico, especular es gratis.

Ya centrándonos en temas más materiales, es demasiado somera la explicación de como la familia de Virginie vive de esa manera. La mujer se rompe los cuernos currando, como si tuviera que demostrar algo, quedando ahí la historia algo coja.

Las tomas finales de la nube de insectos dan pie a que había muchos más de los que razonablemente podían suponerse. Ahí se pasaron de frenada con el CGI. Y vale que los saltamontes son capaces de volar, pero con limitaciones, por eso se llaman "saltamontes" y no "vuelacielos", aunque supongo que lo podemos asumir como una de las características propias de su mutación... Espera, mutación provocada por alimentarse de la sangre de una especie que ¡no vuela! What the fuck!

Laura, la hija de Virginie, adolescente pero ya con cierto sentido de la responsabilidad, cuando están en casa de Karim consiente en volver con su madre, después de la perturbadora escena en la que esta alimenta con su propio cuerpo a los insectos mutantes. Creo que todo espectador entendió que volver con ella no era lo más seguro. Menos el guionista.

Y el personaje de Karim, aparte de tener menos carisma que un tope de puerta, debería haber sido candidato a premio Darwin de ese año. A quien se le ocurre quemar los invernaderos, ¡si el plástico arde con tal rapidez que no da tiempo a que se se queme lo que hay dentro, tarugo! Encuentra un cadáver dentro de uno y en lugar de llamar a la poli se pone a jugar a hogueras. ¿Quién escribió el personaje?

Intenté encontrar cierta clave ecologista en todo eso que motiva la cría de saltamontes, pero se vino al traste cuando, para evitar perder el negocio, Virginie tiene que alimentar a sus bichos con sangre. Y a tomar por culo el ecologismo.

Escenas que sin decir nada lo dicen todo, ese quizás sea el talón de Aquiles de esta película si se intenta dirigir a los amantes del producto norteamericanamente superficial, masticado, tragado, digerido y defecado.

Cero sexo que nada explica (gracias que hubo un beso y encima heterosexual), cero "inclusión" (que excluye), cero travestimiento dialéctico-esteticoide, cero agenda "feminista" sino figura femenina y familia pseudo-disfuncional debido a la vida entregada por el padre de los niños a causa del trabajo como fuente del cuidado hacia su familia, o sea, cero mainstream para las progre-masas.
Si se quiere, se puede.

"Cuando siento que voy a vomitar un conejito, me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante.", Julio Cortázar (Carta a una señorita en París)