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El minuto de la verdad (1952)

El minuto de la verdad
109 min.
6,4
27
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Trailer (FRANCÉS)
Sinopsis
Una llamada de última hora obliga al doctor Pierre Richard a retrasar su regreso a casa justo el día que va a celebrar su aniversario de bodas con Madeleine, su esposa. Al atender al artista Daniel Prevost en su habitación, ve una fotografía de su esposa sobre la mesita de noche. Al regresar a su casa, Richard exige explicaciones a Madeleine, quien le confiesa los detalles de su aventura con Daniel. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Celos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
La minute de vérité
Duración
109 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Italia;
Links
7
El descubrimiento del Dr. Richard y de su esposa.
« El idiota » es una de las novelas que más me gusta de Dostoievski, si no la que más. Hay en ella también, como en la película de Delannoy, su “minute de vérité”. El protagonista de la novela, el príncipe Myshkin, un hombre aquejado de serios problemas de salud, y estaba tentado de añadir mental, aunque quizá no fuera muy exacto el calificativo. El príncipe Myshkin, decía, se debate entre la profunda compasión que le inspira la trágica biografía de Nastasia Filippovna, y que él identifica de alguna manera con el sentimiento amoroso, y el amor en su expresión más auténtica y profunda que siente por Aglaya Ivánovna. Aglaya, por su parte, (un ser complejo y laberíntico donde los haya), tiene también sus dudas sobre sus propios sentimientos con respecto al príncipe, fundamentalmente se avergüenza de ellos, pero no puede ocultar los celos que le despierta la relación de Myshkin con la Filippovna y los sentimientos que le despierta. Esto la lleva a mostrarse tremendamente injusta con él: lo maltrata, se le burla sin parar, le humilla, etcétera. Pero llega un momento en que ya no puede esconder ni esconderse sus sentimientos y se enfrenta abiertamente a ellos. Ese es el minuto de la verdad, la minute de vérité de que habla Delannoy. Y en ese momento, cuando Myshkin debiera decidir su futuro y su matrimonio con Aglaya, la imagen de la otra, de Nastasia Filippovna, con todo lo que esa imagen significa para él, se le cruza por la imaginación, y vacila. Y Aglaya no tolera, no puede tolerar esa vacilación, pues su amor es una exigencia absoluta, y en ese momento ve con toda claridad que lo que ella exige de un hombre, Myshkin no está en condiciones de ofrecérselo. Y es la ruptura.
Se ha dicho alguna vez que Myshkin, en la pretensión y en la intención de Dostoievski, es un trasunto de Cristo. No me lo parece en absoluto, pero es que, además, me desagrada profundamente la idea, quizás porque he crecido en unos años en que, hasta que Pasolini le puso rostro, las apariciones de Cristo en las películas siempre lo mostraban de espaldas o sólo se oía su voz entre un rasgueo de violines y un trasfondo de nubes y rayos luminosos.
No sé si los cristianos estarían muy de acuerdo con lo que estoy diciendo ni si la teología cristiana lo autorizaría, pero es que el corazón de Jesucristo como Dios tendría que ser lo suficientemente amplio en su acogimiento como para que esta dicotomía sentimental que sufre el corazón del príncipe no pudiera ni plantearse. Y no como duda, como vacilación, sino como imposibilidad de que el problema existiera.
Jean Delannoy empieza su película, tras unos minutos entrañables completamente familiares. Jean Gabin, un médico acreditado, casado con una actriz célebre, toma la lección a su hija mientras acaba su aseo y ella desayuna golosamente, para luego llevarla al colegio, mientras su mujer se recupera y se repone de las horas de sueño perdidas la noche anterior en el estreno de la obra de teatro en la que actúa. Se nos comunica asimismo que en el día de la fecha se cumple un aniversario sonado (creo que se cumplen diez años) del inicio de su relación.
Pero una urgencia médica lleva al protagonista junto al lecho de un suicida. Se desplaza hasta el estudio de un artista, un joven pintor que ha utilizado el gas para despedirse de este mundo. No lo ha logrado; aunque en grave estado, no ha muerto, y el médico se ocupa en lo que debe hacerse en estos casos mientras aguarda a que llegue la ambulancia. Para hacer tiempo, curiosea por el estudio y descubre en la mesilla de noche un par de fotos de su mujer, la espléndida Michèle Morgan, quien en esta película está más guapa que nunca. En ellas aparece junto al pintor suicida en actitudes como mínimo equívocas, sobre todo para un marido.
Cuando vuelve a casa, con las fotos bajo el brazo, su mujer le está esperando. Justamente ese día, como hemos dicho ya, se cumplen los diez años de su vida como pareja, y ella ya le tiene comprado un regalo, una figurita ecuestre que completa una colección que él viene reuniendo desde hace años. Acepta el regalo y en malévola, aunque justa correspondencia, le regala la colección de comprometedoras fotografías halladas junto al amante suicida. Es en este momento que arranca el guión, el cual nos ha de contar el sucederse de los acontecimientos que llevarían a ese intento de suicidio, puesto que de momento el suicida sigue con vida.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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