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Visión nocturna (2019)

Visión nocturna
78 min.
5,9
73
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Sinopsis
A ocho años de haber sido violada en una playa cercana a Santiago, una joven cineasta arma con decenas de vídeos-diario un caleidoscopio en el que aparecen las heridas del abuso, los re-victimizantes procesos judiciales y la amistad que la acompaña. Al revisitar estas imágenes surge un diálogo entre la luz y la oscuridad, mientras permanece la extrañeza ante el mundo. En ese viaje se desprende la pregunta: ¿Qué es en realidad una violación y cuándo termina?
Género
Documental Abusos sexuales
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Chile Chile
Título original:
Visión nocturna
Duración
78 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
8
Crítica de Visión nocturna por Cinemagavia
*Carolina y Gary en Visión Nocturna

La película Visión Nocturna comienza en su preámbulo con una declaración de principios distinguiendo tres tipos de luces existentes, la que encandila, la oscura que no deja ver y la que está en penumbra. Desde sus reflexiones personales sobre la violación y el largo proceso judicial la directora Carolina Moscoso enhebra una película muy personal.

Partiendo de un luctuoso suceso la directora realiza un documental terapéutico afrontando los hechos sucedidos con una mirada poliédrica en busca de su liberación del trauma.

Alterna en planos paralelos temporalmente grabaciones reales personales, experimentaciones visuales y secuencias sobre la evolución del procedimiento judicial abierto tras la violación.

Visión Nocturna comienza situando como eje principal de la película el suceso de la violación describiendo con detalle como conoció a su agresor Gary, entonces menor de edad. Dos semanas después graba las primeras imágenes en un viaje con una amiga a la isla de Chiloé.

Intercala en la narración testimonial la grabación nocturna en modo “night shot” que interactuando con la grabación diurna quedan sobreexpuestas experimentando con la luz y las imágenes borrosas.

El atractivo visual original y novedoso queda lastrado con la dirección de sonido de Mercedes Gaviria que en muchas ocasiones es defectuosa ante una dicción confusa que hace dificultosa su audición correcta.

Las siguientes secuencias muestran la recogida de Carolina por su padre, algunas escenas en la casa familiar con su madre y hermana, además de su primer relato a una amiga de lo sucedido.

Visión Nocturna continúa con el desarrollo del largo procedimiento judicial tras el reconocimiento médico apenas dos horas después de la violación para realizar el Informe Médico Legal. Documentalmente se detallan sus partes principales que son necesarias completar antes de su envío al órgano judicial correspondiente.

*Procedimiento judicial versus experimentaciones visuales

Nuevas experimentaciones visuales de la cámara en el modo Visión nocturna realizadas por la directora recrean la plasticidad de un pequeño fuego encendido en el campo. Carolina Moscoso, guionista con María Paz González ilustra las sensaciones de revictimización del interrogatorio que cuestiona la verosimilitud del testimonio oral de la víctima. También se fija en la presión que sufre en el reconocimiento del agresor entre fotos de personas distintas debiendo valorar su propio grado de certeza.

El montaje de Juan Eduardo Murillo va dosificando adecuadamente los diversos elementos paralelos para mostrar la perspectiva poliédrica de Visión Nocturna. Éste enfoque del tratamiento judicial de la víctima se complementa con las declaraciones negadoras del agresor sobre la violación y su relación con Carolina.

Después la película empieza a mostrar el afrontamiento terapéutico con María Quiñelén con quien apenas podía hablar. Ésta “curadora vidente” emplea métodos adivinatorios y terapéuticos alternativos a partir de la lectura de manos y lunares de la cara. Le manda pintar 49 “wiphalas” o dibujos geométricos coloristas. Con ese método hace interpretaciones esotéricas a partir de los colores y sus simbolismos con los cuatro elementos de la Naturaleza, las estaciones del año y los animales.

Extrañas y en ocasiones confusas interpretaciones terapéuticas para limpiar su mundo onírico.

El desarrollo secuencial de la película vuelve para mostrar el accidentado discurrir de la investigación judicial ante las dificultades para tomarle declaración como víctima tras repetidas citaciones.

La cámara una vez más vuelve a recrearse en nuevos experimentos visuales a partir de largas secuencias como la de su desplazamiento en bicicleta y grabaciones submarinas con focas. Tal vez la directora trata de contrarrestar la dureza de la investigación judicial de la violación suavizándola con la recreación visual estética simbolista.

*Visión nocturna, documental poliédrico

A lo largo de Visión Nocturna la música original de Camila Moreno lleva su propio ritmo en sus temas diversos, algunos de ellos cantados por la propia directora Carolina Moscoso. En ocasiones están bien encajados con las secuencias y en otras teniendo vida propia e independiente.

A medida que la película se encamina a su final también se van cerrando las posibilidades de que prospere el archivo de la causa judicial por la insuficiente carga penal sustentada. Silvio, el abogado de Carolina, trata de que se reabra el caso pero se encuentra la oposición judicial por falta de consistencia. Incomparecencias a citaciones judiciales y no aceptar examen sexológico para posible toma de rastros biológicos del agresor, además de la falta de máxima certeza en el reconocimiento visual. El fiscal no puede reabrir el caso al haber prescrito a los cinco años por ser el agresor menor de edad cuando se cometió el delito.

Una simbólica secuencia alegórica de movimiento de cámara dispersa sobre la fachada del edificio de enfrente enfoca el relato final. Protestas nocturnas tras el cierre del caso como telón de fondo tras quedar impune penalmente la violación.

Su abogado Silvio le desea que sane sus heridas por vías distintas ante la cerrazón judicial. Ante ello Carolina viaja a Papurdo, la localidad costera donde el imputado cometió la agresión. Aquí describe la víctima como un fuego ardiente cómo son nueve años después sus sensaciones postraumáticas. Graba el lugar mientras lo recorre afrontando el suceso de la agresión a modo terapéutico tratando de cicatrizar las heridas emocionales.

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Escrito por Fernando Gálligo Estévez
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Recuerdos dolorosos
Este documental de Carolina Moscoso, es una compilación de imágenes de archivo de la propia directora. En frases muy cortas y separadas por varios segundos se revela que, ocho años atrás, Carolina fue víctima de una violación. Narrativamente se cuenta todo el proceso que vivió la protagonista: la incómoda constatación de lesiones, la denuncia, la imprudente investigación, el reconocimiento del violador, las citaciones judiciales. En tanto, visualmente, el rol de las imágenes sirve para entender cómo sobrevivió Carolina -desde el punto de vista mental y emocional- a esa horrible y traumática experiencia.

Carolina grabó desde siempre. Su material de archivo recorre quince años de filmación con distintos aparatos; desde cámaras de celular a videocámaras más elaboradas. Todo sirvió para inmortalizar momentos simples y la cotidianidad de su día a día. Son esos mismos trozos de vida -aleatorios- los que forman el documental. No hay contexto en lo que se visualiza, pero es muy útil para establecer una leve idea de lo que pensó o sintió la protagonista.

Algunas de las secuencias son paisajes grabados desde un vehículo en movimiento. También hay varias reuniones con amigas y amigos, donde ríen y cantan alrededor de una fogata. Hay un parto muy feliz de una de las amigas cercanas de Carolina. Muchas experiencias son en la noche y la directora manifiesta que prefiere ocupar la función de “visión nocturna” que le ofrece su cámara. Las tomas de los encuentros de día son muy saturadas, casi blancas, pues la visión nocturna está activada casi de forma permanente. Esta vida en fragmentos es el escenario para exponer una de las atrocidades más crueles por las que puede pasar una mujer: la violación.

Carolina quedó marcada de por vida con lo que le sucedió. El proceso de la denuncia e investigación de su caso fue tan abrumador y doloroso que no pudo continuar con él para detener y condenar al culpable. Años más tarde, decidió pedir ayuda a un abogado y reabrir el expediente. Lamentablemente fracasó en su intento. El violador era menor de edad al momento del hecho y la causa prescribió por ese motivo. El consejo que le ofrecen es que busque la sanación por otra vía que no sea la judicial.

Al terminar el visionado de la película, principalmente, sentí rabia e impotencia. El estado debería poner mayor énfasis en la reparación de la salud mental de las víctimas de violación, pero ellas quedan solas y totalmente a la deriva. A Carolina nadie le indicó cómo sería el paso a paso del proceso de denuncia. Es más, la doctora que la examinó esa noche -en un principio- se negó a entregarle la pastilla del día después y argumentó “que estaba contra el aborto”; sólo fue la marcada insistencia de Carolina la que permitió que ella accediera -de mala gana- a pasarle el medicamento. Frente a esa situación tan violenta, Carolina decidió retirarse del centro médico y no se realizó el último examen que quedaba para completar la constatación física de la violación.

En el proceso de entrevistas con la fiscalía, los interrogadores tuvieron la osadía de consultar si ella “había tenido una actitud que provocara de alguna manera al agresor”. Ante esa impertinencia, Carolina, ya no acudió más a las citaciones judiciales de su caso. Fue en ese momento, que la víctima decidió dar un paso al costado y suspender toda acción del proceso. Ante los hechos, la causa quedó cerrada.

En estos ejemplos de ignorancia e insensibilidad, al tratar con una mujer violentada sexualmente, se constata que los organismos del estado no están capacitados para otorgar protección, contención y seguridad a las víctimas. Al menos no en esa época. Carolina tuvo que sanar sola, sin contar abiertamente lo que le sucedió; sólo las personas más cercanas -como sus padres y una amiga- supieron lo que ocurrió desde un comienzo.

Visión Nocturna es un testimonio de enorme valentía. Expone las falencias que existen frente a temas tan delicados y sensibles como lo es una violación. Carolina Moscoso exhibe su verdad, no como un trabajo de sanación, más bien como un ejemplo de sobrevivencia. Es necesario el visionado para difundir su contenido; para instalar el tema en la discusión diaria; para quitar el tabú y enfrentar la realidad. Que esta pieza documental sirva para que muchas personas, de diversas edades, amplíen la perspectiva sobre lo que puede causar la violencia de género. Una violación no termina en el delito en sí; termina cuando la víctima supera el trauma y eso puede costar años o toda la vida.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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