The Earl of Chicago (1940)

Una original y curiosa película que mezcla comedia y drama planteando una situación bastante rocambolesca.
Robert Montgomery, dueño de una destilería de Chicago, quiere dejar atrás su pasado de contrabandista de los años de la prohibición y convertir su negocio en algo respetable.
Para ello, con la habitual ceguera de los prepotentes, discurre que no hay nadie más indicado para regentar su negocio, que un antiguo abogado al que él mismo llevó a la cárcel y que se había negado a aceptar un soborno. Su honradez quedó demostrada y ahora que los tiempos han cambiado y necesita alcanzar respetabilidad, nadie como un gerente honrado para llevar sus asuntos en la más estricta legalidad.
Los espectadores sabemos desde el principio, que este razonamiento es absurdo pues, su abogado, sólo está esperando la ocasión propicia para vengarse.
Y llegará en seguida cuando, el mafioso, criado en un orfanato, descubra que en realidad es el heredero de un inmenso patrimonio y título de lord en Inglaterra.
El abogado ve aquí su oportunidad y viajará con él a Inglaterra para tomar posesión de sus tierras, mientras, al mismo tiempo, aprovecha para esquilmar sus negocios de Chicago.
Aquí la película se vuelve divertidísima. ! Un gángster tomando posesión y enfrentándose a las tradicionales y aristocráticas costumbres de la Gran Bretaña!
Edmund Gwen tiene mucho que ver en ésto. En el papel de mayordomo, será el encargado de tratar de suavizar las groseras maneras de nuestro mafioso y de tratar de imbuirle de cierto respeto y nobleza.
Toda esta parte de la película funciona muy bien. Luego, la película derivará en drama donde los directores plantean cierta redención para nuestro protagonista.
Algunos aspectos un tanto confusos, impiden que esta cinta alcance gran categoría, pero tiene muchos elementos que hacen que se disfrute su visionado, siendo su original trama uno de los más meritorios.