Casada por azar (1932)

Jerry 'Babe' Stewart (Clark Gable), líder de un grupo de burlangas que se dedican a organizar partidas de póker amañadas para estafar a pardillos adinerados, debido a la presión que ejerce sobre él un policía de anti vicio que va tras sus pasos, decide quitarse de en medio durante una temporada y tras echar una moneda al aire (“nunca contradigas a una moneda” es su lema) y elegir en un periódico una localidad al azar, coge el tren (tren o avión, la moneda dice tren) y va a dar con sus huesos a un pequeño pueblo llamado Glendale.
Al llegar al pueblo conoce a Connie Randall (Carole Lombard), una atractiva rubia que trabaja de bibliotecaria y tras tirarla los tejos y sin decirla quien es y a que se dedica se casa con ella y se la lleva a vivir con el Nueva York.
A partir de aquí, con la rubia provinciana en la Gran Manzana volviendo del revés la licenciosa vida de Jerry y este que en un principio se siente acosado por los usos y costumbres de ella (levantarse temprano, un trabajo de 8 a 3, vida social, etc.…) y antes que renunciar a su vida de sátrapa pretende facturarla de vuelta, enamorándose de Connie e intentando conjugar amor y trabajo (póker y trabajo de oficina), tenemos una entretenida comedia romántica con leves toques de “screwball”, cuyo mayor atractivo es la química que desprenden la provinciana rubia que resulta ser mas lista que lo que Jerry creía y el simpático tahúr (una guapísima Carole Lombard y un joven y lozano Clark Gable) y que sin ser ni mucho menos una obra de referencia te hace pasar un rato verdaderamente entretenido y esbozar una sonrisa al comienzo de la película que ya no te abandona durante todo el metraje.

Puede verse, pero la sensación de que se "arrastra" nace casi con la primera escena y no te abandona hasta que termina la película. Tiene el atractivo de que Gable - un Gable con apenas treinta años - y una Lombard de veinticuatro se pasean todo el rato por la pantalla. Buenos trajes, buenos escenarios y una trama que, como ya he dicho, no da para mucho. Un 5 creo que es la calificación que se merece, y me parece muy acertado que se defina como "pasable". Es lo que es la película, simplemente pasable. Tiene el valor añadido de la presencia de la actriz inglesa Dorothy Mackaill, a mi entender una belleza que nada tiene que envidiar a la Lombard. Lástima que participe tan solo es las primeras escenas y desaparezca pronto.