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Russia 1985-1999: TraumaZone (Serie de TV) (2022)

Russia 1985-1999: TraumaZone (Serie de TV)
407 min.
8,0
45
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Sinopsis
Mini-serie de TV (2022). 7 episodios. El reconocido documentalista británico, Adam Curtis, se propone reflejar "lo que se sintió al vivir el colapso del comunismo y la democracia en Rusia" en siete horas de metraje de archivo cuidadosamente seleccionadas de rusos corrientes.
Género
Serie de TV Documental Documental sobre Historia
Dirección
Reparto
Documental
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Russia 1985-1999: TraumaZone
Duración
407 min.
Guion
9
Anarkía
Hasta ahora, a grandes rasgos, los documentales de Curtis se han caracterizado por ser compendios de imágenes de archivo sobre las que el director exponía su visión de la sociedad contemporánea. A pesar de lo inmediato de sus temas, son documentales tan abstractos y centrados en sus imágenes que, incluso sin voz en off, es decir, aun prescindiendo de los ejercicios de contorsionismo mental y de las rimbombantes afirmaciones que suelen llevar asociados y que tanto gustan a su director (su manera de razonar tiene mucho de giro de guion), sería difícil confundirlos con los de cualquier otro.

Pues bien, Traumazone renuncia a todo eso para erguirse como la obra más experimental dentro una filmografía tan poco comercializable como puedan serlo los documentales de tres horas sobre temas que siempre comienzan en blanco y negro. Y no sólo no hay voz en off sino que la única música que suena es incidental y las imágenes apenas son un collage sin más orden que el cronológico. Es decir, no hay ni florituras visuales ni oscuros temas de techno. En él ya no se juega con la puesta en escena, con el uso del color o con la nitidez de la imagen, y mucho menos con un montaje que, en esta ocasión, es seco, abrupto y completamente funcional, y mediante el cual, más que asociar ideas, se disocian vidas y circunstancias, pues lo que aquí importa no es lo que une sino lo que separa.

Sus pretensiones también son -algo- menores: ya no se trata de examinar el papel de la tecnología o el de la propaganda a lo largo de la historia contemporánea, sino que el documental está confinado a apenas dos décadas y a un contexto estrictamente determinado. Primero, al final de la unión soviética, y, después, a los rusos y sus convecinos. Traumazone está protagonizada íntegramente por ellos, su día a día y sus rutinas, sin más intromisión del director que unos cuantos subtítulos para ponernos en contexto. El único nexo entre las diferentes imágenes y testimonios es el hecho de que todos lo estaban sintiendo. No necesariamente la caída de la Unión Soviética o la llegada de la “democracia”, sino, simplemente, la realidad que ante ellos se desplegaba.

Hay rusos de todas las condiciones y en las más diversas circunstancias. El documental abraca el espectro social completo y reparte entre ellos tiempos bastante equilibrados, desde el presidente hasta el mendigo, desde la línea del frente hasta la Siberia profunda. El director, eso sí, se dedica a jugar con esos contrastes geográficos y sociales para realzar el esperpento en el que fue transformándose una situación que era terrible y que después no lo pareció tanto. En ese uso de la ironía está la única constante respecto a sus anteriores documentales.

Sin embargo, a pesar de haberse ceñido a tan estrechos márgenes y depender en gran medida del testimonio de terceros, el documental no es más que la -puesta en escena- de las tesis que su autor ya había manifestado. Solo que lo que allí era teorías, aquí es rutina. Según Curtis, es difícil comprender lo que sucede en el plano social, y, en cualquier caso, el propio acto de la comprensión no es más un ejercicio inútil, pues la realidad se ha vuelto tan compleja y articulada que no es posible ordenarla puesto que toda acción interactuará con los procesos que ya están en marcha hasta acabar desvirtuada. Además, la hipernormalización, con sus miedos y apatías, con sus mundos virtuales y sus Disneyworlds, con sus simulacros y sus tecnologías, ha desintegrado la sociedad y anulado a sus individuos, de tal forma que ni tan siquiera es posible concebir alternativas. Estas son las tesis que en Traumazone se convierten en la rutina de millones de personas.

Según retrata, a la miseria de un comunismo agonizante, tan estúpido y acomplejado que incluso soñaba con ceder la gestión de la sociedad a un sistema informático, le sucedió una privatización masiva que rápidamente degeneró en la pesadilla anarcocapitalista de la que surgieron los oligarcas. En la práctica, el sueño liberal desembocó en que unos pocos se repartieran bombones, <<para endulzar la vida, porque hay afuera la cosa está muy fea>>, mientras el resto perecía de hambre y frio; y la corrupción, masiva antes de liberalización y absoluta después de ella, se volvió tan sistémica (la corrupción era el sistema) que en las factorías de coches las mafias esperaban con la llaves al final de la línea de montaje.

Goethe dijo que prefería la injusticia al desorden, viendo este documental es fácil entender porqué. Platón, sin una Historia en la que mirar, escribió que la democracia, especialmente en tiempos de crisis, puede transformarse fácilmente en una oligarquía, y que ésta, a su vez, debido a luchas internas o a su precario equilibrio (no es fácil controlar a las masas que tienen poco o nada que perder), acabará evolucionando a tiranía. Para él, curiosamente, la tiranía es el resultado de dar a las masas una libertad que no saben gestionar.

En el caso de Rusia, llovía sobre mojado. Tras la caída del régimen se construyó en una noche una democracia que no fue más que otro simulacro, como de costumbre, específicamente diseñado para que las multinacionales occidentales perpetraran su atraco. Del caos necesario para llevar a buen puerto el asalto, se alimentó un miedo que nunca se había ido, y los rusos, sumidos en un desorden enloquecedor que recorría todos los estratos, en medio de ese simulacro en el que las cosas dejaron de funcionar mientras se caían a pedazos, pudieron experimentar qué es lo que pasa cuando un gobierno cede por completo su puesto a la iniciativa privada. Y es que, llegados a un punto, también a ellos les quedó claro que era preferible un orden injusto a cualquier ley de selva, por muy libertaria y tolerante que esta fuera. Astutamente, el documental acaba con la llegada de Putin al poder.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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