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The Perfect Game (1958)

Película completa (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
Un grupo de cinco estudiantes universitarios decide arreglar una carrera de bicicletas a su favor y reclamar el dinero para pagar sus deudas, pero cuando el corredor de apuestas ilegal no puede pagar, aceptan su oferta de "garantía" a medida que la venganza y las complejidades comienzan a desmoronarse y arruinar su esquema.
Género
Thriller Cine negro
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Kanzenna yûgi
Duración
93 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
8
Apuestas contra el mañana
No se sabe si esto es un juego. Empezó de tal forma pero no fuimos capaces de ver cómo el Diablo estaba rondándonos, aguardando; así que...¿qué podemos hacer para expiar nuestros pecados?
De ningún modo esto es una cita bíblica, sino la profunda reflexión de uno de los implicados en el desastre a conocer...

Es el testimonio, muy agrio, de un joven cuyo crimen debe ser castigado. Nos va a sumergir en toda esta intriga el gran Toshio Masuda, director puntero de la Nikkatsu entre los '50 y '60 cuyo enorme éxito de crítica y público empezó a cimentar gracias a su más significativa e influyente obra, "Rusty Knife", y que además serviría para redefinir el cine negro en tierras japonesas. Ese mismo año va a verse envuelto en un proyecto curioso que escribe Yoshio Shirasaka a partir de "Kanzenna Yugi", polémico y horripilante libro del autor y respetado político Shintaro Ishihara.
Polémico por su afán de destruir todo atisbo de moralidad dentro de las juventudes niponas. De hecho gracias a la adaptación que hiciera poco antes Takumi Furukawa de su otra novela "Taiyo no Kisetsu", explotó la moda del cine ocupado por adolescentes que encarnaban la decadencia total de la sociedad (al cual contribuyeron Oshima, Imamura, Suzuki, Masumura, Nakahira e incluso Ichikawa); sin embargo Masuda se encuentra con un guión que revisa la idea de la obra original (sobre unos muchachos indeseables que asaltan y violan a una pobre chica con problemas mentales), la manipula y mejora hasta convertirla en algo parecido a una fábula de cine negro, aunque igualmente terrible.

Tras esa reflexión sobre lo firme de la fatalidad, la historia empieza a partir de un grupo de jóvenes estudiantes, planeando un golpe con toda naturalidad para salir un poco del hastío de su vida cotidiana, y hay que subrayar qué bien se introduce en los lindes del cine negro pues Masuda parece recordar la partida de cartas con que empezaba "Rififi", sustituida aquí por el mahjong y donde éste realiza un trabajo de cámara y composición del espacio realmente hipnótico. El tema esencial es cometer un delito, motor de los hechos, y al final los chicos se decantan por el timo de apuestas en las carreras ciclistas.
Por supuesto no hay una figura paterna que medie en todo esto; la ausencia de los progenitores es perpetua y si bien hay una madre estará afectada por la enfermedad (la figura de los adultos, demacrada y moribunda). Al no haber nada que sirva de control, la hazaña de los protagonistas está destinada al fracaso claramente; al cuarteto (formado por Toda, Soji, Jiro y Okitsu) se une Kazu. Durante todo este primer arco el director, con gran dominio de la puesta en escena, el ritmo y la precisión narrativa como pudo hacer Kubrick en "Atraco Perfecto" (de la que se heredan influencias) nos hace partícipes de la gran estafa que planean los jóvenes.

Mientras tanto se van dibujando sus personalidades, y siguiendo la visión de Ishihara, no hay ninguna concesión a la ética o la vergüenza, ni tampoco justificación; los protagonistas se involucran en ese sucio negocio simplemente porque quieren. Pero en medio de este complejo entramado de directrices y planes (despistarse un segundo durante esta primera parte lleva sin duda a la confusión) surgen los signos que determinarán los hechos posteriores: en primer lugar se nos engaña con respecto al grupo de amigos, pues la ingenuidad no se sitúa del lado de Okitsu o Kazu, sino de Soji, uno de los más entusiasmados en el negocio.
En segundo Masuda deja entrever uno de los sellos de su cine que sin duda remite al de MacKendrick, y es la capacidad de destrucción que poseen los inocentes; no vendrá de ese Tetsutaro arruinado que manipula a la fuerza las apuestas, sino de su hermana Kyoko. Incluso la figura del yakuza obtiene una representación digna, en contraposición a los protagonistas, cuyo comportamiento está más cerca del de unos gángsters; pero desde ese momento en que Soji queda prendado de Kyoko al entrar en la sala de apuestas sabemos que será su presencia la culpable de desencadenar esa serie de acontecimientos fatales e inevitables para todos.

Porque nada es lo que parece, ni las situaciones ni los personajes. El timo ha sido lo más fácil, lo difícil es cobrar el dinero, que la yakuza no puede dar, mientras los que se suponían locos atraídos por el dinero se ven arrastrados por su propia estupidez y codicia. Lo importante para Masuda es observar el grado de degeneración que pueden alcanzar los individuos cuando hay dinero de por medio; Kyoko se convierte en estrella de un juego repugnante, un objeto de canjeo, y el único que abre los ojos ante la tremenda injusticia es Soji, afectado por la honestidad y humildad de la chica y la terrible vida familiar que ésta afronta.
Pero el supuesto juego se torna en novela negra cuando de por medio se entrometen la violación, el chantaje, el asesinato, la traición y por supuesto la venganza; interpretado por un Akira Kobayashi en estado de gracia, Soji es puesto al límite como los demás y se da de bruces con una realidad triste y oscura al descubrir que los inocentes han de morir por la maldad de los injustos. La exposición, áspera y amarga, a estos hechos, produce una espeluznante sensación de angustia pues Masuda nos fuerza a ocupar el lugar de su protagonista, impotente ante las acciones de aquellos a los que creía sus amigos, finalmente revelados como monstruos devorados por su ambición.

La bella y muy sufrida Izumi Ashikawa, los repelentes Yasukiyo Umeno y Masumi Okada (cuyas caras apetece hundir en un bidón de aceite hirviendo) y el bueno Ryoji Hayama acompañan a Kobayashi en este negrísimo relato cuya intriga es manejada por un maestro de la tensión, el suspense y el drama humano en reducidos espacios.
Gran historia la que se nos lanza a la conciencia y las entrañas sobre la inhumanidad, la culpa y la depravación, y que halla, en un último instante desgarrador y magníficamente interpretado por Kobayashi, su camino hacia la redención...
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