El doctor Mabuse (1972)

Patético fin de fiesta de la segunda hornada de films sobre el maligno Doctor Mabuse. Casi mejor se la podían haber ahorrado. Jesús Franco, que hasta tiene un cameo en el filme, fue un director multiusos en los años 70 y que tocó, con desigual fortuna, a grandes mitos del cine fantástico y de terror como Drácula, Frankenstein, Fu-Manchú y el Doctor Mabuse. Pocos directores han tenido ese honor.

Sin embargo, este filme se rodó con muy pocos medios. Pocos no, ninguno. Y el guión es ciertamente lamentable, con unos diálogos entre la pena y la vergüenza ajena. Todos los personajes son lamentables, grotescos, bizarros, paridos en una noche de excesos etílicos. Nos sitúan la acción en Tampa (Florida) aunque es la Manga del mar Menor, donde dos ¿policías? tienen su ¿comisaria? en una casucha mugrienta con una mesa-despacho, que parece más una casa okupada que una sede oficial. Sin uniforme, con un sombrero de paja ridículo y un coche de desguace sin identificación. Y se supone que ellos dos investigan la desaparición de numerosas chicas. Enfrente tienen a un ¿doctor Mabuse? que parece un existencialista de medio-pelo, con una especie de dominatrix casposa y un zombie de nombre Andros, junto a un compinche que se dedica a limpiar la máquina en una de las secuencias más absurdas rodadas ¿no podía Franco hacer un plano corto y no mostrar detrás de Mabuse a su compinche metiendo las uñas entre las planchas de la máquina? Vive en un sencillo faro abandonado que una vez dentro, parece la cabina del Doctor Dho, ya que se hace enorme, con sótanos y como poco, cinco pisos, viendo el hueco de la escalera ¿pero esto que es?

No, Franco no estaba inspirado. Mucho ojo de pez - o como se llame ese objetivo- pero de vez en cuando aparece en la secuencia la sombra del cámara -no había dinero para repetir tomas - fallos lamentables de continuidad, como la escena de la persecución nocturna, con planos rodados de día, que no me vendan la "noche americana".

Hay escenas realmente ridículas. Al inicio del filme emplean un gas para dormir a unos vigilantes. Aparecen los compinches de Mabuse con una cinta aislante negra que les tapa la boca, de la que sale un tubo para respirar ¿Y la nariz? ¿Acaso no respiran por la nariz? ¿No podían usar una mascara antigás y ya está? Espeluznante.

Triste final para la saga de Mabuse. Parece más una parodia que un filme serio. Pensando en sus orígenes con Fritz Lang, sus tramas bondianas en los años 60, este filme más parece un insulto a la memoria de lo que significó el personaje.

Estamos ante una revisitación del primer Orlof franquiano "Gritos en la Noche" revirtiendo el papel de Orlof de malo a bueno y enfrentándolo con el icónico personaje Mabuse creado por Fritz Lang. Estas referencias y autoreferencias hacen del cine del tío Jess un auténtico disfrute, un mismo puzzle que se puede hacer de diferentes formas y dónde vuelven a estar la incompetencia policial, los testimonios bizarros, la tecnología fu-manchiana, el control mental, los espectáculos nocturnos, personajes pulp mezclados de la cultura popular y de anteriores películas franquianas (recordar al ayudante del inspector Malou y a Wanda de Gritos en la noche, Andros de "El Secreto del doctor Orloff" y Kalman de "La Mano de un hombre muerto").

Por todos estos motivos el cine de Jesús Franco engancha tanto porque siempre estás viendo la misma película con nuevos tonos y nuevos elementos e incluso en nuevos géneros.