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Amarga sombra (1950)

Amarga sombra
88 min.
6,7
119
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Una mujer descubre que padece una enfermedad terminal y decide ocultárselo a su familia y hacer que los pocos meses que le quedan de vida sean los más felices para sus seres queridos. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Comedia dramática Enfermedad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
No Sad Songs for Me
Duración
88 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1950: Nominada al Oscar: Mejor Banda sonora (drama o comedia)
9
“Lo que importa, en realidad, no es cuánto vivimos sino cómo vivimos”
Cuando esperaba tener el anuncio de que estaba embarazada del hijo varón que su esposo deseaba, Mary Scott recibe un baldado de agua helada cuando, su médico y amigo de la familia, Ralph Frene, la entera de que padece de un cáncer muy avanzado ante el que “ya no hay nada que hacer”. ¿Qué sigue, entonces, en su vida? ¿Entregarse a la pena y deprimirse? ¿Inspirar lástima de su esposo y su vivaracha hija? ¿Acostarse a esperar que llegue el triste final? ¿Suicidarse?...

Lo que vamos a ver en, <<AMARGA SOMBRA>> (mucho mejor el original, “No sad songs for me”, que es una voz de aliento), es un ejemplo de vida, de madurez, comprensión y entendimiento humano que, creo que resulta imprescindible para cualquier persona que esté pasando por situaciones de este tipo. A primera vista, es un melodrama convencional que, muy probablemente hará brotar algunas lágrimas en las personas más sensibles, pues, siempre duele saber que, la felicidad que compartías, de la noche a la mañana comienza a derrumbarse. Pero, cuando uno se adentra en cada detalle, va viendo que las fuerzas del universo siempre están presentes para apoyarnos cuando lo merecemos; que podemos dar felicidad hasta el último momento; que es posible lograr que la muerte no sea vista como una desgracia sino como una transición que a todos puede llegar a favorecer; y también veremos, cómo una situación extrema, puede ayudarnos a alcanzar la madurez que quizás no logramos en toda nuestra vida.

Contados muchas veces -sobre todo después de que se hiciera este filme-, éstos aspectos son los que hacen la gran diferencia y los que convierten a, <<AMARGA SOMBRA>>, en una historia ejemplar y aleccionadora de principio a fin.

Fue ésta, la única novela que logró publicar la estadounidense, Ruth Southard (1907-1992), y por fortuna, el guion fue puesto en manos de ese gran talento que fuera Howard Koch, el cual convierte la historia en una vivencia adulta y responsable a todo nivel. Los diálogos son muy cuidados y uno logra adentrarse en el alma de cada personaje porque, cada detalle, nos va dando la precisa ocasión de que podamos comprenderlos; y se piensa, entonces, lo bien que se vive con generosidad… con desprendimiento… con madurez… con aceptación… y son éstas las cosas que deberían enseñarnos cada día, porque son las únicas que nos llevan a tener paz y a proyectarnos en una sociedad cooperativa. Razón le sobra a Mary cuando dice: “Lo que importa, en realidad, no es cuánto vivimos sino cómo vivimos”.

También debo decir, que me sentí bastante conmovido al ver la magnífica actuación de Margaret Sullavan, con esa calidez y ese brillo que siempre la caracterizó, pues, fue una suerte de presagio, ya que ésta sería su última película.

Reconocimiento para la bellísima y gran actriz sueca, Viveca Lindfors, quien, como Chris Radna, logra un rol lleno de carisma; para, John McIntire, la suerte de médico atinado y comprometido que todo el mundo desearía; y también muy presente, Natalie Wood (Polly), aquí una actriz en ciernes, pero ya con ese ángel y ese encanto que la adornaría durante toda su vida.

La labor del director, Rudolph Maté, bastante correcta… y memorable la emotiva banda sonora de George Dunning, merecidamente nominada al Oscar.

Título para Latinoamérica: ADIÓS A LA VIDA
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Dos apuntes
Tres secuencias:

Al igual que ocurre con Joseph H. Lewis, cuya filmografía está repleta de hallazgos formales que claramente destacan y uno tiende a recordar por encima del conjunto (la niebla a causa de una aparente falta de medios al final de "Gun Crazy", la presentación de la protagonista mediante un travelling a sus espaldas resistiéndose a aparecer en "My Name is Julia Ross", el momento mudo en "The Big Combo"…), "No Sad Songs for Me" también la percibo como una de esas películas clásicas que, aunque no adquieren esa redondez formal ni esa perfección estética que pueda tener, por ejemplo, "Pickup on South Street" de Fuller, sí posee ciertas decisiones propias de una conciencia autoral que a uno se le quedan clavadas.

Además de las dos fascinantes y preciosas secuencias finales, donde es evidente que la película brilla tanto en el momento de la lectura como en el del piano (puestas en relación de manera muy inteligente), hay otra donde se sintetiza todo el espíritu de la cinta y la belleza asoma con más elegancia y ternura. En el invernadero, mientras vemos a Margaret Sullavan y el escorzo del doctor que acaba de llegar —justo antes de pasar a un primer plano donde nos encontraríamos mucho más cerca y a solas con ella—, expresa esa reflexión que a cualquier espectador se le queda grabada después: «Suddenly I realize that what really matters isn’t how long do you live, but how».

El guion:

Aunque no tenga sentido —y mucho menos ahora—, uno se pregunta qué podría haber ocurrido si el guion de Howard Koch hubiese caído en manos de Minnelli o Ray —no digamos de un Douglas Sirk de apenas cinco años después—. No puedo evitar soñar con esas hipótesis porque, a mi juicio, la intensidad y belleza de la película podrían haber sido bastante mayores teniendo un guion tan fértil y tan sugestivo. No es que Rudolph Maté no sea buen cineasta, ni mucho menos —de hecho, ya solo con "D.O.A", la otra cara de la moneda con la que esta cinta guarda muchísima más relación de lo que a priori parezca (ambos protagonistas en un determinado momento se encuentran ante un final inexorable), demuestra un talento indiscutible en la puesta en escena—, pero quizá esa historia sobre el papel hubiese terminado de florecer al máximo si alguien como Sirk —que otorga a sus obras una fuerza estética y una emoción que echo algo en falta— se hubiese encargado de plasmarla en imágenes.

Esta es una obra austera, contenida y muy bella, conscientemente optimista y alejada del melodrama. Era muy difícil que resultase una película mala teniendo ese material entre manos. Pero uno no puede evitar pensar que por el tema (sin renunciar al espíritu esperanzador que tiene), y conociéndoles, quizá habría terminado de despegar del todo si se hubiese hecho cargo de ella otro de sus contemporáneos. En cualquier caso, maravillosa.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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