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El cerebro de un billón de dólares (1967)

El cerebro de un billón de dólares
111 min.
5,4
696
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
El espía Harry Palmer ha dejado su antigua profesión para dedicarse a la investigación privada, pero es chantajeado para que vuelva a trabajar para el gobierno; su nueva misión consistirá en encontrar a un peligroso experto en ordenadores. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Espionaje
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Billion Dollar Brain
Duración
111 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Harry Palmer
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6
¿QUÉ HAY PELÍCULAS MEJORES?: EVIDENTEMENTE... Y PEORES
Los cerebros de un billón de dólares como muchos de aquellos revolucionarios (para la época) avances tecnológicos, acabaron en desguaces idénticos a los actuales, que, como anunciaban las coplas de Jorge Manrique, son la mar donde van a dar los ríos de la vida informática útil.

Película curiosa especialmente para quienes desconozcan aquellos monstruos antediluvianos del proceso de datos y las tarjetas perforadas, ubicados en inmensas instalaciones y alimentados y cuidados por una auténtica legión de especialistas en secuencias de bytes. Y es que eran años donde el trabajo del hombre alimentaba las máquinas a diferencia de los actuales donde los automatismos quitan el pan de la boca del personal en crisis.

Más allá de eso, estamos ante un film entretenido que se mueve entre la sátira política y el cine de espías. El entretenimiento no confiere ningún status de buena película. No, pero es en si mismo un valor y el trabajo de Ken Russell se deja ver. La fotografía de los gélidos paisajes finlandeses y el buen trabajo de actores como Michael Caine, Karl Malden, Françoise Dorléac o Ed Begley son los principales atractivos de un film donde mediante toques cómicos evidentemente exagerados se satiriza acerca de la peligrosidad de los fanatismos en aquella coyuntura histórica a la que se denominó guerra fría.

Ed Begley da vida a un general tejano que, al frente de una organización basada en el poderío del petróleo y contando con los mayores avances informáticos se convierte en una especie de iluminado líder mesiánico que mediante guerras bacteriológicas y juegos de espías pretende liberar a países como Letonia del yugo comunista. En ese contexto favorable e instigador de revoluciones, aparecen los agentes dobles, los infiltrados y los que sacan tajada, amén de toda la corte de personajes habituales en un género de espías con mezcolanza de “noir” y detectives tipo Marlowe sin un centavo y dispuestos a casi todo por sobrevivir.

Debo reconocer que la actuación de Begley es lo mejor de la película, por encima de la causticidad de Caine y el habitual buen hacer de Malden. La presencia de Françoise Dorléac con sus sugerencias tipo sauna finlandesa también se agradece. Hasta Oskar Homolka en su rol apropiadísimo de militar del KGB con funciones de contraespionaje está francamente bien.

Si no somos demasiado exigentes en cuanto a credibilidad, El cerebro de un billón de dólares, nos gustará o cuando menos nos hará pasar un rato entretenido con su aire cómic - kisch - pop art, años 60. Complicaciones las justas. Personajes dobles, los imprescindibles. Nada que nos impida seguir la trama con suficiencia. ¿Qué hay películas mejores? Evidentemente. Y peores…
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16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Intrigas de la guerra fría
Para su primera realización en cine, Ken Russell dirige una obra de género que era parte de una serie, la tercera entrega de la misma, con el agente Harry Palmer. Las anteriores fueron The Ipcress Files (Archivo confidencial 1965) y Funeral en Berlín (1966). La saga surgió como contrapunto a la de Bond, curiosamente con uno de los productores de ésta, Harry Saltzman, y culminó en los años 90 con un par de telefilms más.

Los títulos de crédito son más kitsch aún si cabe que los de 007, pero el barroquismo visual de Russell da mucha amenidad al relato con un Michael Caine (que protagoniza toda la serie) brindando encanto masculino ante la chica (Françoise Dorléac), seguridad en sí mismo y osadía, en la línea del personaje de Ian Fleming, a pesar de que es ahora un detective de poca monta que dista mucho de poseer cualquier refinamiento.

Filmada en Londres y Finlandia, las localizaciones se sitúan en el propio Londres, unas gélidas Helsinki y Riga, hasta Texas. Russell maneja una trama de espionaje, personajes de doble filo y postrero desenfreno (adecuadamente ironizado), de tal forma que su escenificación supera la discutible calidad del argumento.
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8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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