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Clint Eastwood: Francotirador (TV) (2007)

Clint Eastwood: Francotirador (TV)
80 min.
6,4
194
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Sinopsis
Documental que explora la obra cinematográfica de Clint Eastwood a través de su propio testimonio, abarcando distintas épocas y las motivaciones que le han llevado a ser uno de los directores/actores más prolíficos de la historia del cine. (FILMAFFINITY)
Género
Documental Documental sobre cine Biográfico Telefilm
Dirección
Reparto
Documental
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Clint Eastwood, le franc-tireur
Duración
80 min.
Guion
Fotografía
7
Clint: más El Bueno que Harry.
Para recorrer un rancho en el Oeste es imprescindible el caballo. Para recorrer el rancho en que vive Clint Eastwood es necesario un coche. Y hasta encontrar un bello paisaje que sirva de fondo conduce Clint en su coche "Mercedes" a M.H. Wilson.
Comienzan las preguntas. Clint, muchos primeros planos del rostro, escucha con atención y después de pensarlo un poco responde. No es un interrogatorio precisamente. Son preguntas amables que quieren saber lo que es el cine para él y lo que ha sido su carrera profesional a través de los personajes que ha interpretado o las obras que ha dirigido.
Sobre la dirección sus referencias han sido Don Siegel y Sergio Leone, de ambos admira la libertad para filmar siempre abiertos a posibles cambios. Tampoco a él le obsesiona el guion, puede saltarse si es preciso. Las cosas suelen salir bien dejándolas fluir solas confiando en la intuición del momento.
No es el cine un arte intelectual, hay que dejarse guiar por los sentimientos. "Tu intuición te dice a menudo donde debes ir". Le sucedió a él mismo en su vida: "Nunca supe lo que quería ser, me lo encontré en el camino. En eso soy fatalista, creo en el destino".
Cada película tiene su mensaje particular, aunque algunos se repitan. Ante las quejas sobre la violencia de su personaje de Harry recuerda que la gente miraba entonces más al agresor que a la víctima.
Acerca del toque sobrenatural que tienen sus westerns, responde que le gustan las imágenes de los hombres solitarios cabalgado en las amplias llanuras apareciendo y desapareciendo de la visión. Le gusta que el espectador imagine cosas, no es necesario mostrarle todo.
Las preguntas están hechas de forma que a todas o a casi todas responde Clint afirmativamente, ratificando lo que le preguntan. Versalles. Las respuestas en la misma línea, aunque no duda a veces dar su opinión sobre sus colegas (Wayne, Huston, etc.) En cualquier caso nos sirve para conocer lo que piensa sobre el cine uno los actores y directores vivos más importantes.
Al final la imagen que nos queda de Clint Eastwood es que está mucho más cerca del "Bueno", aunque vaya acompañando al "Feo" y al "Malo", que del sucio Harry.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
"Mi único mentor ha sido el destino"
Aun ahora que logra la unanimidad, la obra de este "outsider" se jalona de títulos llamados "clásicos", supuestamente transparentes y límpidos, un efecto reforzado por el propio cineasta, poco dado a analizar e interpretarlos.
Lo que hace, en realidad, es dedicarse a proteger sus motivaciones íntimas y un sentido secretamente retorcido...

Al contrario de la impresión superficial, Clint Eastwood recorre espacios incansablemente, y los de su realidad se plasman, transmutan, en su cine, en la piel de otros; un infatigable arqueólogo que nunca termina de descender por la cuerda floja, de buscar, soñando sobre todo con desenterrar el corazón inaccesible de la auténtica naturaleza humana. "Yo no sé lo que quería hacer, me encontré con ello en el transcurso de mi vida", termina de reflexionar en la apacible terraza de su propia casa, en una enorme finca de Carmel, frente a la cámara del escritor, director, productor y periodista de la magazine Positif, Michael Wilson, otro dedicado desde hace tiempo a investigar en los remotos rincones del Séptimo Arte.
Al igual que el nativo de San Francisco comenta al principio del documental, en el momento en que éste se está grabando, su díptico sobre la 2.ª Guerra Mundial ("Banderas de Nuestros Padres"/"Cartas desde Iwo Jima") está en proceso de posproducción. Veremos cómo Wilson le acompaña a la misma sala de montaje y analiza con él algunas secuencias mientras le interroga sobre su técnica y búsqueda formal; Eastwood se revela un artista a la vez de inventiva y sencillez, de riesgo y economía, que no precisa de una gran revisión en el guión ni de una saturación de tomas, pues es la primera la que guarda el secreto de la esencia de la naturalidad cinematográfica.

Tal cuestión le da la oportunidad al periodista para dejar un momento la actualidad y realizar un viaje al pasado del mismo actor/director, si bien se volverá una y otra vez a este proyecto recién acabado para contrastarlo con las obras pretéritas. La gran baza de "Le Franc-tireur" es que no sólo retrocedemos hasta la primera película que el filmó, sino hasta su niñez, hasta ese hogar formado por un padre y una madre de orígenes escoceses e irlandeses/holandeses que se verá obligado a deambular sin descanso debido a las sacudidas de la Gran Depresión, aunque sin llegar a conocer del todo la pobreza.
El viaje continuo está impregnado en su existencia y se reflejará de tal modo en los personajes que encarne, o en los de otros (el sobrino del protagonista de "El Aventurero de Medianoche", por ejemplo). El seguir y sufrir un movimiento que no es el suyo marcará en su fuero interno una visión prevenida en la que de cara al futuro es importante imponer la voluntad de uno mismo y no ser arrastrado; suavizando el tono, con melancolía, evoca esos tiempos en los que planta cara a su padre y decide introducirse en el mundo de la interpretación a los 23 años. El análisis de su carrera, aun así, no es demasiado exhaustivo, pero cubre con generosidad los aspectos más destacados.

Es decir, se pasa por la serie de televisión "Rawhide", se habla de la gran odisea de viajar a España, rodar junto a Sergio Leone y cimentar su vida en el cine a partir de aquí, de este personaje tan peculiar sin nombre con el que empezar a derribar cánones clásicos. Cómo no al artesano Don Siegel se le rinde pleitesía, un segundo padre para el entonces joven actor, que ya ha vuelto convertido en alguien totalmente distinto, todo un profeta en su tierra; de aquél nacen los fundamentos para desarrollarse en la dirección: eficacia, rapidez, instinto, riesgo, y confiar siempre en la primera toma.
Wilson, a quien nunca vemos en las entrevistas cara a cara, elige muy bien las preguntas, hace reflexionar al veterano sobre el compromiso sociopolítico, la filosofía, el estilo y la moral de su cine, desde el escándalo de "Harry, "el Sucio" " hasta las producciones recientes. Parece, sin duda, un currículum inmaculado sin decisiones erróneas, y eso empaña la verdad de una carrera que, a fuerza de algunos pasos en falso, se ha ido asegurando contra los golpes del futuro; sólo se insinúa su mala relación con los estudios, por ejemplo, y su colaboración con Sondra Locke, vital en su obra, ni se menciona.

El director actúa como un fan que no desea poner en compromiso al artista ni resultar un energúmeno de la prensa rosa o sensacionalista; por ello tampoco se comenta su imposición a otros cineastas que tuvieron que abandonar proyectos y darle el mando o quedar relegados, lo cual siempre buscó: el control absoluto de sus películas (caso de aquellos incidentes con Philip Kaufman, Blake Edwards o Richard Tuggle). Eastwood se muestra sin restricciones cuando se aplica la filosofía de "Bronco" Billy, unos de sus álter-ego más reconocibles: "Yo soy quien he querido ser".
Filosofía que ha permitido construir un ideal "eastwoodiano", de la lucha contra los elementos manteniendo una individualismo a prueba de influencias externas; Callahan, Red Stovall, John Wilson, Josey Wales, Frank Corvin y sus trasuntos Charlie Parker y Maggie Fitzgerald lo siguen en férreo combate. Mientras tanto, no hay señales de su trabajo con otros directores ni de "La Gran Pelea", "El Principiante", "Firefox", "El Cadillac Rosa", "La Lista Negra", "Ciudad muy Caliente", "Deuda de Sangre" o "Licencia para Matar"; esas manchas pueden ser borradas sin problemas con el duro trabajo y la defensa de una identidad frente a la maquinaria despersonalizada de Hollywood, a la que no quiso pertenecer.

Con su sonrisa sincera se despide y bromea. Este documental autobiográfico aparece en 2.007, sin saber aún la crítica ni el público a cuántos desafíos se enfrentaría ni la cantidad de grandes momentos que le quedaba por regalarnos.
Ha pasado ya más de una década desde entonces y ahora, a sus 93 añazos, lo sigue consiguiendo. Las sorpresas no se acaban con el forajido de San Francisco, ni el aprendizaje...
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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