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El baile de los 41 (2020)

El baile de los 41
93 min.
6,1
920
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Sinopsis
Basado en El baile de los cuarenta y uno, que fue un escándalo social en el México de principios del siglo XX, en torno a una redada policial ilegal realizada en noviembre de 1901 en una vivienda particular de la Ciudad de México. El escándalo giró en torno a que del grupo de hombres que asistieron, 19 iban vestidos con ropa femenina. A pesar de los esfuerzos del gobierno por silenciar el incidente, la prensa se mostró dispuesta a informar del caso, ya que los participantes pertenecían a las altas esferas de la sociedad (incluido el yerno del entonces presidente de México). Este escándalo fue único porque fue la primera vez que se habló abiertamente de la homosexualidad en los medios mexicanos y tuvo un impacto duradero en la cultura mexicana. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Basado en hechos reales Drama de época Homosexualidad Política Años 1900 (circa)
Dirección
Reparto
Año / País:
/ México México
Título original:
El baile de los 41
Duración
93 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción México-Brasil;
Premios
2020: Premios Ariel: 4 premios incluyendo mejor actor (Alfonso Herrera). 12 nomins
7
Confieso que soy maricón
Ese es el juramento necesario para ingresar a la selecta hermandad sobre la que gira El baile de los 41 (2020), película mexicana dirigida por David Pablos y escrita por Monika Revilla. Se trata de un drama de época, ubicado en el 1900, que pone en foco la homofobia en la sociedad mexicana.

Por Nicolás Bianchi

El gobierno de Porfirio Díaz en México abarcó más de treinta años, desde las últimas décadas del siglo XIX hasta la primera del XX, proceso que se interrumpió por la sublevación que significó la Revolución Mexicana. Se trató de un período elitista y autoritario, y es en ese mundo en el que se desarrolla El baile de los 41. La película es elegante, como los salones y los personajes que allí se mueven, pero también cruda y directa.

Ignacio de la Torre (Alfonso Herrera), el protagonista, es un hacendado y diputado que, movido por su ambición, contrae matrimonio con Amada (Mabel Cadena), la hija de Porfirio Díaz (Fernando Becerril). Por un lado está la carrera política del personaje, que aspira a ser gobernador, y por el otro su vida personal, en el que chocan dos mundos. El matrimonio y su vida oculta que se despliega a partir de la pertenencia a un exclusivo club de varones homosexuales.

Una forma muy efectiva utilizada por Pablos para contar lo que quiere son las escenas de sexo. Ignacio con Amada es rudo, maquinal, no se involucra sentimentalmente con ella y es, incluso, hasta violento. En algún momento el film se inclina por mostrar un relato en el que hay cierta crueldad del personaje para con su esposa. En cambio, con su amante Evaristo (Emiliano Zurita), es apasionado al borde de la exageración ya que los besos que muestra la película podrían formar parte de una telenovela de la tarde.

Así los dos mundos del personaje quedan bien definidos. Uno, riguroso y formal, en el que conviven su ambición y su fallido matrimonio, y el otro, alegre y desatado, en el que se desarrollan fiestas, orgías, bacanales que tienen siempre como protagonistas a los demás miembros del club que comparten características con él. O sea, son de la elite, profesionales, políticos, terratenientes y son homosexuales.

Mientras la relación de Ignacio con Amada se degrada, ya que la mujer descubre que algo no funciona, se acerca la fecha del baile anual de la hermandad, a la que la mitad del grupo caballeros asistirá travestido como mujer. Con foco en el personaje la película narra la imposibilidad de sostener una fachada y atar algo tan importante como la identidad. Ignacio se encuentra preso en una relación que no desea, al punto que su carrera se vuelve secundaria.

Por otro lado, El baile de los 41 es un reflejo de la homofobia en los más altos estratos de la sociedad mexicana. La elección de Ignacio se oculta, se niega, es considerada como una enfermedad que se puede curar, lo que seguramente es un comentario que va más allá del marco de época que tiene el film. En su desarrollo la película es un tanto redundante ya que se regodea en planos secuencia y escenas en las que se repiten situaciones. Pero nunca, ni en el crudo y directo desenlace, el film abandona la elegancia para contar lo difícil que es ser homosexual en México.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
No
No consigo entrar en esta película que me debería interesar, conmover o soliviantar.

Son innegables los valores de producción, el cuidado en la fotografía o con la escenografía. Incluso el vestuario parece apropiado para la época, así como el esfuerzo por utilizar luz natural. No le doy buena nota a la sonorización porque muchos de los parlamentos del protagonista se los dice al cuello de su camisa. La dicción me ha resultado complicada de entender y el uso de la música algo cansino.

Pero todo esto es poco más que una mejora para lo que al final me ha parecido: un culebrón venido a más. Es casi como si la libertad que da el formato cinematográfico les hubiera permitido meter todo el contenido epatante, crudo y hasta grotesco con el que hacer "una película arriesgada".

Me sobran las escenas de sexo por artificiales; me hacen sentir tan incómodo como lo están los actores. En la escena de la orgía les noto pasando frío y fingiendo una excitación que no sienten. La apertura del plano tampoco me convence. Es casi como si me estuvieran diciendo: "ves, estamos a la última y nos atrevemos a sacar tíos en bolas". ¿Han visto las escenas de sexo de Sense 8? Pues eso, que no hay color.

Me sobran, por mucho que se ajuste a la realidad histórica, el histrionismo de las locas. Tanto maquillaje y tanto bordado están muy pasados de moda. Y no estoy muy seguro de si están aquí para celebrar la independencia y libertad de los 42 o para regodearse en un comportamiento bizarro que ¿escandalice? y ¿justifique? la represión que sufrieron y han seguido padeciendo más de 100 años después y para que los espectadores actuales poco sofisticados puedan llevarse las manos a la cabeza. No noto cariño por los perseguidos. Sólo noto distancia y falta de comprensión. No he podido empatizar con ninguno de los 42 y eso es culpa del guion y de la dirección. De la escena de las escobas no hablo porque me pone de mal humor. ¡Qué gusto por la sordidez!

La historia de amor entre dos hombres, uno de ellos casado, la llevo viendo en pantalla desde principios de los 80. Y lo peor que puedo decir de esta película es que hace 40 años la contaban mejor. Por muy soberbio que sea el protagonista estaba casado con la hija de un dictador sanguinario... que aquí parece un abuelete malhumorado y de cuya época no sabemos nada ¿No podría actuar en consecuencia, como si fuese una variable a tener en cuenta?. Con lo interesante que habría sido confrontar las élites ociosas con la situación de los defensores de las libertades.

El actor principal busca desesperadamente parecer elegante y un miembro del gran mundo aunque me chirría mucho porque está impostado y falto de la natural soltura que da el dinero a los que han nacido rodeados de él. Su amante bastante mejor que él de hecho. Y guapo, muy guapo a pesar de los arreglos faciales. La protagonista enseña muchos más registros que ninguno de los dos a pesar de que el final de la película me deja odiándola como ella misma odia.

Y ya está. Una caricatura sin alma de un hecho real que afectó tanto a la sociedad mexicana (desde entonces se institucionalizó un tipo de represión a la disidencia sexual que antes era mucho menos pública) que en este último siglo se ha convertido en un tabú: "En México el número 41 no tiene ninguna validez y es ofensivo para los mexicanos [...] La influencia de esa tradición es tal que hasta en lo oficial se pasa por alto el número 41. No hay en el ejército División, Regimiento o Batallón que lleve el número 41. Llegan hasta el 40 y de ahí se salta al 42. No hay nómina que tenga renglón 41. No hay en las nomenclaturas municipales casas que ostenten el número 41. Si acaso y no hay remedio, el 40 bis. No hay cuarto de hotel o de Sanatorio que tenga el número 41. Nadie cumple 41 años, de los 40 se salta hasta los 42. No hay automóvil que lleve placa 41, ni policía o agente que acepte ese guarismo
Francisco L. Urquizo​" (fuente: Wikipedia)
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14 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
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