Holocausto caníbal 2: La historia de Catherine Miles (1985)

La original de Deodato podrá ser todo lo salvaje, deshonesta y polémica que queráis pero cuenta -a mi juicio- con la incuestionable virtud de haberse convertido con el tiempo en una de las denuncias cinematográficas más feroces -y políticamente incorrectas, por supuesto- hacia nuestra ‘civilizada’ sociedad occidental. Esta infame pseudosecuela, sin embargo, nada parece tener que ver (salvo título y nacionalidad, claro) con su predecesora. No sólo porque las actitudes fascistas o xenófobas de algunos de los secundarios poco influyen en el desarrollo de los acontecimientos, sino porque –francamente- a mi este holocausto, más que a holocausto, me sabe a barbacoa. O a costillada dominguera.

Me sabe a todo eso porque, no siendo una comedia ni una peli deliberadamente bizarra o gamberra, “Holocausto caníbal 2” me parece un pastiche de géneros y/o subgéneros (drama, terror, romance, gore…) del todo infumable e incapaz de suscitar en el que esto suscribe cualquier otra sensación que no sea la de estar asistiendo a un espectáculo lamentable. Empezando por su guión de tebeo con pifias de campeonato (no hay ni una sola escena de antropofagia), continuando por sus patéticas interpretaciones y acabando por ese inconcebible desenlace en el que la remilgada protagonista acaba transfigurándose en un esperpéntico cruce entre Pocahontas y Xena, la princesa guerrera.

Tres estrellitas, y no menos, porque de mala, cutre y casposa que es hasta te ríes. En serio.

Una historia de Franco Prosperi (uno de los artífices del subgénero “mondo”) acabó siendo la pretendida excusa para culminar una continuación o secuela independiente de “Holocausto Caníbal” (1980), la archifamosa broma de malgusto que dirigió Ruggero Deodato como si de un reportaje verídico se tatara, traicionando curiosamente las reglas fijadas del propio “mondo”. Pero si Deodato hurgó en las entrañas de lo morbosamente infame, ésta secuela (hubo pretendidamente otra con el título original de “Natura Contro” que dirigió Antonio Climati en 1988, nuevamente con guión de Prosperi pero aún más pésima y aborrecible que ésta versión dirigida por Mario Gariazzo).

Ésta continuación es una historia independiente y que se se aleja de los cánones del mórbido reportaje que planteó Ruggero Deodato, para narrarnos la historia poco verosímil de una blanca amazona (interpretada por la francesa Elvire Audray, fallecida a la temprana edad de 40 años), educada en las más formales y exquisitas tradiciones inglesas y que, perdida en la jungla tras el savaje asesinato de sus padres, es adoptada por una tribu algo variopinta y antropológicamentede muy de andar por casa. Vendría a ser una desventurada Khaleesi rodeada de su tribu de Dothrakis pero en su lejana versión cutre.