Las muñecas de la mafia (Serie de TV) (2009)

Increiblemente no entiendo por que Colombia se ha tomado muy a pecho el tema del narcotráfico y es que hasta las series de televisión han sido invadidas con éste trillado tema, la primera serie colombiana que ví de este tema fue "Sin tetas no hay paraíso" y para mi fue algo novedoso, ya no tuve que ver las aburridas telenovelas mexicanas.

Sin embargo durante los últimos seis o siete años de ésta década siento que Colombia solo se ha dedicado a producir series de narcotráfico, al principio si parecían un tema novedoso e interesante, pero ver solo lo mismo y lo mismo llega un momento en que aburre y que ver a actores interpretando a capos ya no es interesante.

Y por supuesto lo peor de este bodrio fue esa ridícula canción en el opening:
"méteme a un certamen de reina de belleza
no puede pedir tanto con tan poco en la cabeza, papi y que quería"
patético, de las canciones para series colombianas definitivamente ésta fue la peor, un cero es lo que merece éste bodrio.

La formula de relatos de gente alguna vez inmiscuida con el hampa han encontrado el cobijo de los seriales, que al adaptarse con elementos propios del género de acción, se colocan como garantía para la audiencia que gusta de balas y el melodrama, con persecuciones, erotismo y más. En 2009 Caracol volvió a inclinarse a temas relacionados con el narco, a través de “Las muñecas de la mafia”, adaptación del libro titulado “Las fantásticas”, por lo que nuevamente las antiheroínas encontraron nicho y raiting asegurado en Colombia y otras regiones del continente.

Se dice que el éxito deriva de ese reflejo del televidente con su realidad, donde la violencia perpetrada por las mafias sigue en expansión; antes en las ciudades, hoy en las provincias —donde reinaba la calma— se han vuelto sitios clave para el establecimiento de los grupos delictivos, quienes a base de intimidación permean la consciencia de familias y dispone de autoridades para beneficio de sus intereses.

En esta selva de asfalto las posesiones son constancia de supremacía en una sociedad consumista que se sacia momentáneamente bajo el reconocimiento ajeno, regido por el poder adquisitivo. Con lo anterior, esto resulta ideal en una generación deslumbrada y a la vez seducida por dichos gozos, que favorecidas deberán rendir pleitesía a través de su vínculo incondicional.

“Las muñecas de la mafia” es eso, cinco chavalas de un lugar llamado El Carmen, que han concluido el bachillerato y con la intención de iniciar la universidad. Sin embargo no todas comparten el esfuerzo como parte de su diario acontecer, por lo que la idea de convertirse en mujeres con marido es una opción viable que les permita vivir bien y sin tantas preocupaciones. Pero, el personaje central (Brenda, de estrato humilde), debe trabajar en la venta de artículos para celulares en una esquina de la urbe y así conseguir tanto el sustento de sus padres como el propio. Ella ahí conocerá a Braulio, la cabeza de uno de los carteles de la coca de la región, dicho encuentro y la simpatía entre ambos los dispondrán a una serie de vivencias futuras que la involucrarán tanto a ella, como a sus amigas con los cabecillas de la organización.

Cada una con razones diferentes se encontrará en una madeja de circunstancias de las cuales no se podrán zafar. Dichos vínculos —inicialmente de placer—, con el tiempo irán tornándose en formas de presión y castigo, exaltados por un machismo manifiesto iniciado en los juegos de seducción, que dejan en claro la posición de las mujeres: sometimiento y debilidad consentido, además de propiciado por ellas mismas dentro de una sociedad pasiva e hipócrita que jamás termina por definir su postura.

Dentro de sus primero 6 episodios pareciera que estaríamos viendo una narco-comedia, debido a que Solorzano interpreta a un capo bastante dicharachero, que en conjunto con Grisales podríamos pensar que de fuerte sólo tendrá el título. Mas en su transcurrir la violencia se implanta generando entre la audiencia bastante tensión, tanto por lo planteado, como por el perfil y la interpretación de los personajes. Se destacada participación de Julián Roman (Erik), un tipo misógino y de acciones atroces, donde la culpa ni siquiera es un sentimiento a considerar; Yuli Ferreira (Renata) paradójicamente con un bajo perfil en un personaje en caos constante; Andrea Gómez (Pamela), en personaje que va asumiéndose como objeto de cambio que le da acceso a un estilo de vida despreocupado y muy negado a asumir la nueva posición económica familiar; Marcela Valencia (Ximena), actriz que posteriormente haría la otra cara de la moneda en rol de madre en Alias, el mexicano, da otra muestra de un personaje lleno de indignación, pero perdido en medio de los menesteres cotidianos.

Un trabajo que podría tener ganada la mala nota casi de inmediato dado el estigma del corte de estas producciones, aunado al título del serial que directamente es alusivo a esa carga de misoginia que predispone a la teleaudiencia. También por su sobrecarga de elementos alusivos a la cultura del narco y un tema musical por demás lamentable, pero que desde una perspectiva crítica va más allá de ser un producto de simple entretenimiento, de contenidos claros sobre el rol femenino en estos círculos, la misoginia fulminante y avivada una vez más por la ignorancia y la mala entendida aserción de los géneros, el fuerte y el débil.

Se dice de la idiosincracia de sus protagonistas no cabe entre la realidad de su país de origen, una afirmación un tanto cuestionable debido a que la realidad los demuestra, tan sólo clickar entrevistas de CNN a las llamadas buchonas (del norte de México), quienes se aferran por obtener la comodidad, los lujos y la seguridad, al precio estipulado, convirtiéndose así en objetos sexuales principalmente y en segundo plano de ornato y trofeos entre ellos mismos.