Trailer (INGLÉS)
- Sinopsis
- Original y surrealista crítica al capitalismo a través de las aventuras de un joven vendedor de café. (FILMAFFINITY)
- Género
- Comedia Drama Free Cinema
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1973 / Reino Unido
- Título original:
- O Lucky Man!
- Duración
- 183 min.
- Guion
- Música
-
- Fotografía
- Compañías
- Links
Premios
Malcom McDowell en el país de las maravillas
26 de enero de 2010
Concebida como una continuación de "If...", puedo decir bien alto que "O Lucky Man" es una de las películas de mi vida. De esas que ves por primera vez y todo te parece brillante, distinto... como si el director con nombre de actrizucha pelirroja drogadicta se hubiese metido en tu cabeza y hecho un compendio de lo que te gusta: humor enfermizo, exceso, un trabajo de cámara acojonante, etc.
"O Lucky Man" es en cierto modo una mezcla salvaje de La Odisea (o mejor: El Proceso del Peregrino), los Monty Python y La Clase Dirigente. Ha habido muchas películas que disparaban con fusil al sueño americano, pero no tantas que lo hagan con el sueño inglés, el del monóculo, el té de las 5 y Charles Dickens. Y en años consecutivos Lindsay Anderson y Peter Medak (en La Clase Dirigente) van y lanzan dos cañonazos incontestables. Bravo por ellos. No es que crea que el cine inglés fuese demasiado acomodado o necesitase estos atentados, pero no viene mal un poco de irreverencia, de surrealismo y burla. El gordo Chesterton lo hizo en la literatura y Anderson, con sus películas y tambien con su parte académica y crítica, fue el abanderado de ese "nuevo cine inglés" de los 60-70, ese que produjo las citadas películas y otras tantas joyas como Billy Liar o "La Soledad del Corredor de Fondo".
Sobre la duración (más de tres horas) se ha dicho mucho, y poco bueno... yo puedo asegurar que tiene el record de "película más larga que he visto del tirón en la comodidad de mi hogar". Los diferentes episodios por los que pasa Travis pueden resultar cargantes para muchos, pero personalmente, además de parecerme un prodigio en todos los aspectos, me divierto como un enano siempre que vuelvo a verla.
Y voy a dejarlo ya, porque me veo capaz de empezar a comentar cada parte y eso, en una película de tres horas da para un ladrillo considerable.
P.D.:Miento, tengo que mencionar la banda sonora de Alan Price. Pegajosa a más no poder, acaba uno tarareandola varios días.
"O Lucky Man" es en cierto modo una mezcla salvaje de La Odisea (o mejor: El Proceso del Peregrino), los Monty Python y La Clase Dirigente. Ha habido muchas películas que disparaban con fusil al sueño americano, pero no tantas que lo hagan con el sueño inglés, el del monóculo, el té de las 5 y Charles Dickens. Y en años consecutivos Lindsay Anderson y Peter Medak (en La Clase Dirigente) van y lanzan dos cañonazos incontestables. Bravo por ellos. No es que crea que el cine inglés fuese demasiado acomodado o necesitase estos atentados, pero no viene mal un poco de irreverencia, de surrealismo y burla. El gordo Chesterton lo hizo en la literatura y Anderson, con sus películas y tambien con su parte académica y crítica, fue el abanderado de ese "nuevo cine inglés" de los 60-70, ese que produjo las citadas películas y otras tantas joyas como Billy Liar o "La Soledad del Corredor de Fondo".
Sobre la duración (más de tres horas) se ha dicho mucho, y poco bueno... yo puedo asegurar que tiene el record de "película más larga que he visto del tirón en la comodidad de mi hogar". Los diferentes episodios por los que pasa Travis pueden resultar cargantes para muchos, pero personalmente, además de parecerme un prodigio en todos los aspectos, me divierto como un enano siempre que vuelvo a verla.
Y voy a dejarlo ya, porque me veo capaz de empezar a comentar cada parte y eso, en una película de tres horas da para un ladrillo considerable.
P.D.:Miento, tengo que mencionar la banda sonora de Alan Price. Pegajosa a más no poder, acaba uno tarareandola varios días.
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30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
GUILTY! (Y sonría por favor)
20 de febrero de 2011
Su único delito: cumplir con su deber, querer tener éxito y hacerlo lo mejor posible parecen un leitmotiv propio de la hormiga en el capitalismo. Como reza uno de los títulos:
«Hay 3750 millones de seres humanos vivos en nuestro mundo a día de hoy (1973). 17 millones de ellos en la cárcel, aprendido a vivir una buena y útil vida detrás de los barrotes, los muros de piedra haciéndose mejores personas…»
…Y también con Michael. Con la comprensión y la compasión y un suntuoso gasto de dinero público, las autoridades de la prisión se dedican a hacer un hombre nuevo de él durante cinco años… y lo logran.
Tour de force el que sufre el personaje interpretado por Malcolm McDowell que empieza como comercial de una marca de café IMPERIAL y acaba siendo confundido por espía, escapando de un centro medico que hace experimentos a la isla del Dr. Moreau (cabeza de humano y cuerpo de cerdo) para acabar conociendo a la hija hippie de un hombre poderosísimo que utiliza como cabeza de turco para trapicheos y comercio ilegal de oro. Al pobre le cortan las manos al principio de la película por robar café en una secuencia muda. Castigo para el pobre que se alimenta fuera de los círculos preestablecidos por el sistema y futura marca que veremos a lo largo de toda la película.
A tener en cuenta la aparición de una jovencísima Helen Mirren y música y actuaciones de Alan Price que, para ser sinceros, rompen un poco el ritmo de ya de por si larga película de 183 minutos. Hay secuencias como la de ese juez que se despelota en pleno juicio (solo aparece mientras delibera el juzgado) y para que le fustigue la asistente. La acción e historia siempre se repite: da lo mismo ser desafortunado o afortunado si el final del camino es el mismo, la ausencia de libertad.
Cuento donde la princesa acaba siendo vagabunda, crónica de perdedores y culpables, como Travis intentando convencer a los vagabundos antes de ser perseguido por ellos. Adaptación libre sobre el Cándido de Voltaire que divaga entre lo grotesco y el esperpento british. Las insignias políticas entre lo polite, lo conservador y lo fulminantemente capitalista difiere en una tesis cinematográfica sobre la risa, la guasa y la masa capital.
«Hay 3750 millones de seres humanos vivos en nuestro mundo a día de hoy (1973). 17 millones de ellos en la cárcel, aprendido a vivir una buena y útil vida detrás de los barrotes, los muros de piedra haciéndose mejores personas…»
…Y también con Michael. Con la comprensión y la compasión y un suntuoso gasto de dinero público, las autoridades de la prisión se dedican a hacer un hombre nuevo de él durante cinco años… y lo logran.
Tour de force el que sufre el personaje interpretado por Malcolm McDowell que empieza como comercial de una marca de café IMPERIAL y acaba siendo confundido por espía, escapando de un centro medico que hace experimentos a la isla del Dr. Moreau (cabeza de humano y cuerpo de cerdo) para acabar conociendo a la hija hippie de un hombre poderosísimo que utiliza como cabeza de turco para trapicheos y comercio ilegal de oro. Al pobre le cortan las manos al principio de la película por robar café en una secuencia muda. Castigo para el pobre que se alimenta fuera de los círculos preestablecidos por el sistema y futura marca que veremos a lo largo de toda la película.
A tener en cuenta la aparición de una jovencísima Helen Mirren y música y actuaciones de Alan Price que, para ser sinceros, rompen un poco el ritmo de ya de por si larga película de 183 minutos. Hay secuencias como la de ese juez que se despelota en pleno juicio (solo aparece mientras delibera el juzgado) y para que le fustigue la asistente. La acción e historia siempre se repite: da lo mismo ser desafortunado o afortunado si el final del camino es el mismo, la ausencia de libertad.
Cuento donde la princesa acaba siendo vagabunda, crónica de perdedores y culpables, como Travis intentando convencer a los vagabundos antes de ser perseguido por ellos. Adaptación libre sobre el Cándido de Voltaire que divaga entre lo grotesco y el esperpento british. Las insignias políticas entre lo polite, lo conservador y lo fulminantemente capitalista difiere en una tesis cinematográfica sobre la risa, la guasa y la masa capital.
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