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El dolor de pagar la renta (1960)

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“¡Zapatos, sombreros, ropa usada que venda!”
El volver a reencontrarme con esta película, me trajo a la memoria una anécdota que parecía olvidada, pero afloró a mi mente en los primeros minutos cuando, Viruta y Capulina, aparecen como un par de ropavejeros que viven en un vetusto edificio, entre cuyos moradores se encuentra un niño de 5 años que sufre una discapacidad y mantiene una gran camaradería con el par de buenazos. Recuerdo que tenía yo, 8 o 9 años, y el par de cómicos mexicanos estaban ya entre mis actores favoritos. Como al salir de la escuela acostumbraba darme una pasadita por las tres salas de cine que había en mi ciudad (las cuales estaban ubicadas a una cuadra del parque principal en sentido norte, este y oeste, respectivamente), en los carteles del Cine México, vi que anunciaban, <<EL DOLOR DE PAGAR LA RENTA>>, y al ver que la protagonizaban el par de comediantes que tanto apreciaba, me dispuse a guardar las monedas que me daban para la escuela, con el propósito de comprar el boleto de entrada el fin de semana. Al llegar la mañana del domingo, tenía sólo cuatro monedas de 20 centavos y necesitaba cinco, y al jugarlas con el ruletero que se estacionaba en otra de las salas… finalmente las perdí, pero, sin embargo me fui al Cine México a contemplar la cartelera, guardando la esperanza -esta vez en vano- de que estuviera anunciada para otra fecha adicional.

Cuando llegué, ya habían apagado las luces y yo era el único chico que quedaba fuera. Desde ahí, escuchaba los avances y el murmullo de los chicos cuando alguna escena los animaba… y con contenida frustración, me puse a mirar las carteleras que estaban cerca a la puerta izquierda que daba a la galería (había otra a la derecha para acceder a luneta), y justo cuando comenzaban los créditos de la película… el portero de este lado se relaja (ya el otro estaba dentro y había cerrado la puerta), y dando la impresión de que no me veía, se fue a conversar con la taquillera en el centro de la sala… No pude resistir la tentación ante tal oportunidad y me metí raudo al interior… pero no conseguía concentrarme en la película por miedo a que el portero me sacara a golpes o la policía entrara por mí y me llevaran a la cárcel, así que, creo que no pasaron más de 10 minutos cuando me retiré de la sala… y al encontrarme al portero en el momento de alcanzar la salida, le dije: “Perdón”. Él solo me miró con extrañeza y yo me marché con los ojos llorosos, pero, sintiéndome bien con mi conciencia.

¡Ya se imaginarán el gusto que me ha dado reencontrar la película… aunque sea ahora, casi 60 años después!... y puedo decir que me he divertido mucho viendo ésta entretenida y a la vez conmovedora historia (escrita por, Roberto Gómez Bolaños y Agustín P. Delgado, quien también hace de director), en la que una vecindad, de muy bajos recursos, está a punto de ser desalojada con la excusa de que hay que hacer reparaciones urgentes en la edificación, pero, la verdadera razón es que pagan la renta con mucha mora… tan solo, Viruta y Capulina, deben ¡11 meses!

La recursividad de estas gentes para salirle avante a sus problemas, y el “ingenio” del propietario don Próspero con su aliado Patiño para desalojarlos, da gusto verlo, y la trama se acompaña de creativos diálogos y de situaciones que te hacen reír… ¡y hasta pueden hacerte llorar!

Hay personajes estupendos como el revolucionario trastornado que, ante cualquier ruido, sale echando bala y rememorando a Pancho Villa; el Sordotapia que todo lo que oye lo malinterpreta y el audífono que usa no le sirve para nada… o el novio de Lulú que recibe y da, sorpresivamente… ¡ya sabrán qué!

El reparto incluye a, Cesáreo Quezadas “Pulgarcito” (como Juanito), Norma Lazareno (Cristina), Lilia Guízar (Lulú)… y, Viruta y Capulina, tienen aquí otro de sus memorables momentos.
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