Kisses (2008)

Las historias de rebeldías infantiles/juveniles siempre funcionan en el cine cuando están bien hechas: niños o jóvenes que se rebelan contra una situación incómoda para ellos y/o contra las normas establecidas por los adultos que los tienen a su cargo. Ahí están 'El señor de las moscas', 'If...', 'Los cuatrocientos golpes', o nuestra -aunque va por otros derroteros- '¿Quien puede matar a un niño?, por citar tan sólo unos pocos ejemplos.

Si además estas historias incluyen un idilio funcionan mejor de cara a la complicidad del espectador con los personajes que las protagonizan, por aquello de añadir el punto amable y sensible (en este aspecto muchos recordarán también 'Melody'), y por el factor nostalgia: los recuerdos que puede provocar en numerosos espectadores adultos, que gustan de ver en la pantalla este tipo de odiseas infantiles, las hayan vivido o no, o ya sean más o menos similares.

La irlandesa 'Kisses', salpicada musicalmente por la obra de Bob Dylan, guiños incluídos, no ofrece nada que deslumbre o sorprenda demasiado. Pero se suma al grupo de películas citadas, entre otros muchos ejemplos en la historia del cine, por su encanto y atractivo. Y a esto último contribuyen notablemente los dos pequeños protagonistas: si la película funciona tan bien es precisamente por el encanto y atractivo de ambos. Y es que en una peli así, se piense lo que se piense y se diga lo que se diga, si no se elige bien a los niños -actoral y físicamente- mal asunto... Es fundamental que sean naturales y sepan actuar, y que tengan química entre ellos y cierto atractivo para encandilar al público con una historia de este corte. Si no fuera así no funcionaría ni la quinta parte. Y no es el caso.

Finalmente, como curiosidad, he tenido la sensación de que la tierna escena del beso es más sentida y veraz (a pesar de la corta edad, sobre todo de la niña) que muchas de las escenas "osculares" entre adultos vistas en muchas películas.

El cine irlandés moderno, es una pasada.
Lejos de encasillarse en temas nacionales trillados, ha conseguido evolucionar de una forma sublime y crear obras de todos los géneros y gustos. Grandes directores y actores han salido de la tierra de la guinness y los leprechauns. Un claro ejemplo es Lance Daly, escribe y dirige este cuento de dos niños a las puertas de la adolescencia que se escapan de casa el día de navidad. Cansados de los abusos que reciben en sus respectivos hogares, la pareja huye de los suburbios, llegando a un mundo a todo color, una ciudad llena de luces, cautivadora y peligrosa a partes iguales. En el camino encontrarán la ayuda de un, poco convencional marinero, que con no demasiadas objeciones, les dará un paseo en barco por el canal. En él, descubrirán la primera de las lecciones de su vida autónoma, y es que el protagonista, tiene el nombre más guay del mundo, Dylan.
Los ahorros de Kylie les permiten, por un tiempo, creerse los amos del universo. Pero es difícil administrar esa fortuna, con todas las cosas divertidas que se pueden hacer en Dublín. El día está llegando a su fin, del mismo modo que lo hacen los ahorros de los pícaros. Con la noche, empiezan a salir todo tipo de extraños personajes que invaden las calles de la ciudad de gritos, miradas lascivas y siluetas en la sombra, pero también, de magia. Solo en Dublín, Dylan podría haber conocido a la persona que hizo que su nombre resultara tan llamativo. Y solo en Dublín, podrían beber su primera cerveza con Bob Dylan, mientras éste se toma un descanso en el callejón que hay tras la puerta trasera del antro donde está haciendo una actuación íntima, solo para unos pocos parroquianos y afortunados que han pasado a tomar la pinta en el lugar adecuado en el momento adecuado.
La noche pinta fría, y la cerveza amarga no es abrigo suficiente.
Una película única que tratará diversos temas, y hará aflorar emociones y sentimientos dispares con una misma toma.
El maltrato, la vida de las familias de clase baja en la Irlanda rural, la amistad, el primer amor; todo de la mano de los geniales Shane Curry y Kell O'Neill, que funcionan como un único individuo, una pareja que se hace fuerte y crea entre ambos, una interpretación estelar digna de toda mención.
La música, como no, de Bob Dylan, acompaña esta fantástica cinta independiente llena de magia irlandesa.