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La feria de la vanidad (1935)

La feria de la vanidad
86 min.
5,8
160
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Sinopsis
Siglo XIX. Amalia y Becky son dos jóvenes que desde niñas han sido muy amigas. Según pasan los años Amalia comprobará como Becky, que perteneció siempre a una familia humilde, sólo la utiliza para acceder a las clases altas. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Melodrama Remake Siglo XIX
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Becky Sharp
Duración
86 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de William Makepeace Thackeray
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Premios
1935: Nominada al Oscar: Mejor actriz (Miriam Hopkins)
1935: Festival de Venecia: Nominada a Copa Mussolini: Mejor película.
6
Apesar del olvido; Becky Sharp sigue viva.
Con 49 exiguos votos y con una votación media de 5,5 votos esta interesante película de Rouben Mamoulian permanece en el cementerio del olvido. Un poco injusto tratándose de la primera cinta de la historia en color, premiada en el Festival de Venecia de 1935 y nominada al Oscar Miriam Hopkins por la interpretación de Becky Sharp. Se lo llevo Betty Davis,¡Como no!
Pero lo más interesante de esta "Feria de las Vanidades" es su historia. La Novela escrita por uno de lo grandes. William Makepeace Thackeary (Calcuta 1811- Londres 1863).Sin duda, un pilar en las letras del Imperio Británico. Sátiro y descreído como pocos. Lúcido, mordaz y corrosivo como menos. Amargo y doliente, como brillante en una noche sin luna que sacude a la sociedad hipócrita que le toca vivir.
Por Ello, esta Feria de las Vanidades escrita en 1848, realizada la película en 1935 y vista por el que escribe en
Mayo del 2017, afirma que Becky Sharp esta más viva que nunca, aunque la película en cuestión no llegue al medio centenar de visionados.
Por lo menos..... Interesante
Saludos
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La deplorable, deplorable sociedad del siglo XIX
Realista hasta la médula, corrosivo por descreimiento e irónico por vivir hastiado de tanta falsedad, William Makepeace Thackeray (1811-1863) sigue siendo considerado como uno de los escritores más grandes de Inglaterra y fue el segundo, después de Charles Dickens, en la controvertida Era Victoriana. De él hablan sus obras: Los Recién Llegados, Henry Esmond, El Libro de los Snobs, Barry Lyndon… y por supuesto, "La Feria de las Vanidades (1847), considerada por muchos como su obra maestra.

Hombre de muy buen humor -entendido éste como esa capacidad de ver en forma muy crítica, pero, en un estilo compasivo y hasta jocoso las improcedencias humanas-, Thackeray logra, con su personaje inmortal Becky Sharp y con los no-tan-singulares personajes que la rodean, desnudar la hipocresía, el egoísmo, la infidelidad, la falta de escrúpulos… y la gran farsa que, en definitiva, caracterizaba a la aristocracia del siglo XIX, y “por tradición”, a las aristocracias de todos los tiempos y lugares.

Becky Sharp, es la hija huérfana de un viejo y pobre pintor que, al terminar la escuela, no tiene a dónde ir y entonces termina en casa de su generosa amiga, Amelia, a quien envidiará por su condición social y su buena suerte... y entonces, querrá hacerse merecedora a un lugar como el que ella tiene. Desde ese momento, hará acopio de sus capacidades histriónicas y de todas las marrullas habidas y por haber, con tal de alcanzar al hombre que haga realidad su ferviente deseo.

Llevada en diversas ocasiones al cine, en 1934, comenzó a rodarse una nueva versión que dirigía, Lowell Sherman, pero éste falleció a las dos semanas de rodaje, siendo llamado, Rouben Mamoulian, para que tomara la rienda del rodaje. En principio, éste rechazó la idea de seguir donde iba Sherman… y aceptado que empezaría de cero y que podía contar con un fuerte asesor del nuevo technicolor de tres tonos que, en esta película, se lanzaba con pompa y circunstancia, Mamoulian se sintió a gusto dirigiendo de nuevo a Miriam Hopkins, la agradable y coqueta actriz que él mismo hiciera famosa desde su aparición en, “Dr. Jeckyll and Mr. Hyde”, y huelga decir que aquí consiguió una de las más exigentes y logradas actuaciones de su carrera.

Pero, dado que el guion no era lo bastante consistente y que la lucha para poderse ajustar a los complejos reclamos de la nueva técnica a color, fueron extenuantes, Mamoulian sacó adelante la película como bien pudo, y si, <<LA FERIA DE LA VANIDAD>>, pasó a la historia fue por significar un nuevo avance en la técnica cinematográfica, pero, no tanto por sus logros artísticos que, en realidad, no son los suficientes.

En general, el cuento es un tanto plano, no obstante haber sido trazado como una sátira; escasean las situaciones realmente punzantes y todo resulta plantado para el lucimiento de Miriam Hopkins, quien se da la oportunidad de jugar a toda suerte de expresividades y de calculadas salidas. La complementan, la siempre linda Frances Dee, como su leal y eterna amiga, Amelia; Cedric Hardwicke, el sosegado y calculador marqués de Steyne; y Alan Mowbray como Rawdon Crawley, el hombre con más cuernos que una feria de ganado… o de vanidades.

Título para Latinoamérica: <<FERIA DE VANIDADES>>
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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