El valle de los hombres de piedra (1963)

La película es espantosa, no porque no sea fiel al mito de Perseo, porque eso ha ocurrido siempre, sino porque lo reinventan. En Furia de titanes (genial película) le colocan erróneamente a Pegaso, ya que realmente el caballo alado se relaciona con Belerofonte, y en el mito utilizaba las zapatillas con alas de Hermes, pero en El valle de los hombres de piedra colocan un bicho con un único ojo que lanza rayos láser y lo hacen llamar "Medusa".

En primer lugar, Medusa vivía en un templo siendo sacerdotisa de Atenea, en esta película es un monstruo ciclópeo que vive en un pantano y transforma en piedra a todos los hombres que encuentra en su camino. Lo que también es un error, porque no tenía únicamente un ojo. Además, tenía serpientes en la cabeza, ya que a raíz de la violación de Poseidón en el propio templo, ella misma deformó su rostro para evitar que ningún varón se fijara en ella.

Pero no todo acaba aquí; el título de la película es por algo: todos los hombres que el monstruo ha convertido en piedra están perfectamente ordenados, como las esculturas de Shi Huang-Ti, en un tranquilo y parsimonioso valle; y obviamente, el gran Perseo, héroe entre héroes, tiene que intentar por todos los medios que las esculturas vuelvan a la vida, evitando los rayos láser (esto es lo que más me sorprendió) que lanza por el ojo.

¿A qué no adivinan como la mata Perseo? Bueno, esto no lo cuento, porque nunca lo van a poder adivinar.

Terminando de ver “Perseo l'invincibile” (1963) de Alberto de Martino con Richard Harrison, Ángel Jordán, Anna Ranalli, Arturo Dominici, Elisa Cegani, entre otros. Película de fantasía italiana, del género “espada y sandalias” conocida internacionalmente como “Perseus against The Monsters” y “Medusa against The Son of Hercules”; que sigue el mito de Perseo con algunas licencias para incrementar elementos dramáticos; por lo que eta no es una dramatización literaria de la mitología clásica; en cambio, es una película de acción y aventuras melodramática. El guión escrito por 8 personas, sigue la especialidad del director, imitar películas exitosas de Hollywood en lo que respecta al carácter épico y de aventura, con dragones, monstruos y gobernantes desagradables. Así, un guerrero lucha contra la malvada Medusa, su ejército de guerreros de piedra, y un monstruoso dragón. Esta es una adaptación que conjuga entonces, historia legendaria de Grecia con uno de los héroes más grandes de Péplum, en una fantasía sobre un hombre valiente y guapo, con luchas, amor, torturas y con batallas y monstruos. Y digámoslo ya, el filme está hecho para elevar la gloria física del espectacular Richard Harrison, que como actor es mediocre pero es perfecto como el héroe mítico que se encuentra en situaciones muy arriesgadas mientras intenta salvar a su amante. La película, como es de esperar, contiene impresionantes escenas de combates y efectos especiales, pero increíblemente baratos, como una Medusa, literalmente, gigante y con tentáculos, en lugar de una mujer con víboras como cabello, que más bien parece un árbol malvado, que se mueve con raíces de araña, con un gran nudo de tentáculos como cabello y congela a los hombres en estatuas de piedra con su enorme ojo brillante… y también hay un dragón de tamaño completo, bastante obvio que es mecánico, que lástima que nunca sale de la playa, y solo se mueve la cabeza, donde son los hombres los que se acercan para ser devorados, en vez de ser al revés… Estos monstruos son muy cutres y le bajan muchos puntos al filme, pues no tienen ni el peso ni el protagonismo que deberían, eso sí, hay paisajes glamorosos filmados en las afueras de Madrid, y coloridos mates pintados por Emilio Ruiz Del Rio, con una banda sonora atmosférica de Manuel Parada. Del reparto, el fuerte y robusto Richard Harrison, era un magnífico hombre musculoso que cuando se fue a Italia, lo tipificó inmediatamente como otro tipo “hercúleo”, y este filme entra como parte del paquete de “Los Hijos de Hércules”, así, la actuación general es terrible, ni la encantadora Anna Ranalli como Andrómeda, con su pelo rojo llameante y sus fabulosas opciones de pendientes, llama la atención, en especial por la falta de carga erótica, muy italiana para esos tiempos, y que tampoco tiene química con Harrison. El vestuario es bastante básico, pero establece un buen ambiente; y los escenarios son en su mayoría simples, pero también transmiten la idea, sobre todo cuando hay un montón de extras en escena… por cierto, las peleas están bien coreografiadas y realizadas, pero a veces parecen tontas. Técnicamente, la iluminación es casi siempre “a sol brillante”; incluso las escenas nocturnas se ven iluminadas por El Sol, y solo ligeramente subexpuestas. El paneo y escaneo fue descuidado, y a veces muestra pérdidas obvias, como las personas divididas verticalmente mientras hablan… pero el principal defecto es la trama, con un villano que no es más malo que los mismos monstruos, y eso que estos no tienen peso, ya que son solo “incidentes en el camino”; y es que los monstruos son criaturas de apariencia torpe, y se ven muy improvisados. No es casual que esta historia fuera rehecha mucho mejor, con más presupuesto, un reparto de estrellas y efectos especiales del maestro Ray Harryhausen en 1981, como “Clash Of The Titans”
NO RECOMENDADA.
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