Nothing (2003)

De momento hemos visto tres Vincenzo Natali (si no contamos su corto “Elevated”, su documental sobre “Tideland” y esa pieza tan controvertida de “Paris, je t'aime”): el de “Cube” –kafkiana reinvención del género con un desenlace que la bajaba de su nube cúbica (el cliché del ‘malo’ apareciendo en su recta final), el de “Cypher” –hitchcockiano sci-fi con un desenlace que la bajaba de su nube futurista (el cliché de la nueva vuelta en de tuerca en la recta final para engañar al espectador) y el último en formato largo, “Nothing”.

Posiblemente sea el peor Vincenzo Natali para algunos pero realizar un hipotético cruce entre “Dos tontos muy tontos”, “Gerry” y “Cube” con dosis de Gondry, Kaufman y Jonze es para fijarse con atención en el trabajo del realizador canadiense. Y además teniendo en cuenta que esta vez Natali no peca ni falla donde aparecían las debilidades de sus anteriores trabajos: la recta final.

Puede que el invento de un bajón de rigor por intentar contar algo en la nada con dos únicos personajes y pese a meterse en terrenos farragosos con difícil desenlace, Vincenzo Natali lo soluciona de la mejor posible: ¿se puede encontrar la respuesta a la NADA?
Los que esperen un filme pedante y filosófico se equivocan completamente de película: “Nothing” puede ser un Capra surrealista o uno de los mejores clips visuales de constante ingenio, simpatía y coherencia vistos en este nuevo milenio.

"Nothing" es el ejemplo perfecto de como un realizador que empezó con presupuestos escasos y originales ideas, ha sabido ir reinventando su cine, sin olvidar el fondo siempre presente y aportando más imaginación al producto, si cabe, haciendo que su tercer largometraje resulte tan sugestivo, como simpático y divertido.
Pero no sólo eso sino que, como ya he dicho, Natali sigue aquí ofreciendo reflexiones, en este caso sobre el ser humano como tal y sobre que, en según que situaciones o momentos, podemos llegar a transformarnos total o parcialmente hasta dejar entrever nuestro lado más frágil o las connotaciones que tornan rígido al ser.

Todo ello lo (des)monta a través de una propuesta tan simple cono efectiva, dejando a nuestros dos protagonistas inmensos en un mar ¿de nada? y mostrándonos un claro ejemplo de como la situación o el lugar se antepone a la lógica y todo termina en un cúmulo de consecuencias tan inesperadas como hilarantes.
La dupla escogida para protagonizar el film (ambos ya fetiches para Natali, uno -Miller- que despuntó en "Cube" y el otro -Hewlett- que ya ha mostrado su ambivalencia en ambas pelis del canadiense) no puede ser mejor, pues mientras uno aporta la seguridad y la dirección necesaria, el otro destila tintes prácticamente diferentes, haciendo de su personaje alguien débil y realmente inseguro.

Lo cierto, es que servidor no estaba muy seguro de esta apuesta de Natali por haberse decantado hacía el humor más curioso, pero ha resultado una experiencia puramente satisfactoria en varios sentidos y que, de bien seguro, merecerá la pena repetir en un futuro.
Una pena que el cineasta canadiense no opte por sacar su lado más oscuro porque, de ser así, podría llegar a ser el nuevo Cronenberg sin lugar a dudas. Sin embargo, también es preferible que cada uno con su estilo, lo haga lo mejor que pueda, ¡y a seguir disfrutando de ellos!