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Tenéis que venir a verla (2022)

Tenéis que venir a verla
64 min.
5,6
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Sinopsis
Dos parejas de amigos se reencuentran. Escuchan música, hablan, leen, comen, pasean, juegan al ping-pong... Puede parecer poco para una película, por eso... TENÉIS QUE VENIR A VERLA. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia Comedia dramática
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Tenéis que venir a verla
Duración
64 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Premios
2022: Festival Internacional de Karlovy Vary: Premio Especial del Jurado
2022: Premios Feroz: Nominada a mejor comedia
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Modernos descubriendo los chalets en la sierra y el ping pong
Los modernos están vendiendo esta película como una joya, como algo extremadamente profundo disfrazado de sencillez. Ni profundidad, ni sencillez, ni joya: la película es la mayor basura jamás perpetrada en una sala de cine. Es literalmente perder una hora de tu vida, que habría sido más productiva viendo amontonarse el polvo en un mueble.

Es una película tan rematadamente mala, que por la mañana se podría haber contratado a todo el equipo, por la tarde se podría haber rodado, y por la noche se podría haber montado y a la cama todos. Alguno dirá que no estoy considerando el tiempo para realizar el guion, pero para eso la película debería tener guion. Si finalmente no se hizo la película en un día, es por la imposibilidad física de rodar unas escenas en invierno y otras en verano. Pero entonces en dos días se pudo hacer perfectamente.

Los actores son colegas que están pasando el rato. No es que no se esfuercen en actuar, es que se deben pensar que es una broma o algo, y no se toman en serio que estén rodando una película. La escena que parece más verosímil es cuando están jugando al ping pong, por eso precisamente, porque no son sus personajes haciendo que juegan, son ellos mismos en una especie de descanso jugando. No tienen guion, los diálogos son absurdos, no generan ninguna emoción ni empatía en el espectador... Son como ladrillos.

Comentan por ahí que trata temas muy profundos y serios. Bueno, si mencionar un par de cosas un poco chungas, y no profundizar en ello, haciendo como si los personajes no hubieran oído lo que el otro acaba de decir, es tratar un tema... Lo que es es una sucesión de escenas y diálogos simples, banales y que no conducen a ningún sitio. Termina la película y no sabes que te han querido mostrar. ¿Crisis existencial al llegar a los 30 años? ¿Maternidad? ¿Lo difícil que es dar paseos por el campo disfrazado de moderno mamarracho con zapatos sin calcetines? ¿Qué?

El desarrollo de los personajes es directamente inexistente: no sabes ni de qué trabajan, ni que los motiva, ni cómo es que son amigos. De hecho, lo que te planteas durante toda la película es cómo esa gente pueden ser amigos, porque están todo el rato como forzados, diciendo "¿pero qué hago yo aquí, con este tío, si no me cae bien?".

Es difícil expresar lo rematadamente mala que es esta película sin profundizar en las soberanas imbecilidades que nos muestran (cosa que haré en la zona spoiler), porque, en serio, no te puedes creer que alguien haya hecho semejante basura, yo no doy crédito.

En resumen, yo definiría la película en una palabra: insultante. Si la película hubiera consistido en Jonas Trueba riéndose directamente a cámara y llamando gilipollas al espectador durante una hora, no hubiera notado la diferencia. O igual incluso habría mejorado la película.
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108 de 162 usuarios han encontrado esta crítica útil
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Esto no es cine experimental. Es simplemente un despropósito.
A mí me gusta la literatura pero no me gusta la vida literaria. Cada obra ha de sustentarse por sí misma en una medida razonable y no apelar en exceso a trayectorias de creadores, a corrientes artísticas o filosóficas y, mucho menos, a la vida literaria que genera y que muchas veces tiene poco que ver con la propia literatura. Lo mismo podemos decir del arte en general. De la pintura, la escultura, el resto de artes plásticas pienso otro tanto. El contexto es importante pero no lo soporta todo.
En el cine, igual que en el resto del arte, la vida cinematográfica (o incluso simplemente cinéfila) hace mucho daño a la cinematografía. Esta película apela desde la vida cinematográfica a la naturalidad, a si la vida fuera básicamente esa naturalidad. Apela a la autenticidad. Como si la autenticidad la dieran las poses manieristas de quien actúa buscando solo naturalidad. Apela a la experimentalidad como fin y no como medio.
Al final de la película, esta cinta no cumple con ninguna de sus ambiciones y solo nos regala a la mayoría una hora de nuestra vida absolutamente perdida.
Ésta película no tiene trama. No tiene diálogos. No tiene interpretaciones. No tiene propuestas intelectuales más allá que leernos un libro que haya podido gustar más o menos a alguien en la película. No hay trabajo de actores por mucho que la vida cinematográfica nos diga que ha sido la piedra angular del filme. Esta película es la nada más absoluta, sin pretender ser la nada.
No voy a pedir que Jonás Trueba tenga ritmo en su cine. Nunca lo ha tenido y quiero darle el mérito de que lo busca premeditadamente. Si no es así, ni siquiera valdría para dirigir.
Tampoco voy a pretender que nos regale una mínima trama porque también quiero pensar que es mérito intencionado suyo el que esta película “no vaya de nada”.
Sin embargo, sí pido consistencia en una película de este estilo. Diez minutos de una cinta de una hora escuchando a Chano Domínguez como excusa de presentar personajes es absurdo. No desarrollar personajes en pos de una supuesta naturalidad resta capacidad de relato, incluso para una película absurda como ésta en la que no existe trama ni relato parece necesario saber que un mensaje tiene emisor y receptor. No hay naturalidad. Hay desprecio cultureta hacia el espectador.
La vida no es tan aburrida como la plantea el director (si es que consigue plantear algo en una trama tan vacía, en un ritmo tan mal conseguido, en unos diálogos tan poco trabajados). Cine experimental es Norman McLaren, es Kubelka, es Rybczynski. Esta película es la nada. Es un grupo de amigos que se juntan para decirse lo artistas que son. “No necesitamos mucho guion.” “No necesitamos giros ni desarrollos.” “He leído a Sloterdikk y me ha gustado tanto que en vez de planteamientos basados en lo que leo, directamente leo unos pasajes durante unos cuantos minutos para parecer un gran amante de la intelectualidad.” "¡Solo los verdaderos culturetas apreciarán este guiño a la literalidad y autenticidad de su mensaje en crudo!”
Con dos o tres inquietudes mal pilladas, Trueba hace una hora de película (y ya se me hace mucho tiempo para tan poquito).
¿Queda espacio para el sentimiento, para grandes reflexiones, para narrar experiencias? Nah. Eso de contar historias es tan mainstream que es de patán siquiera demandar que una película pueda contar algo.
Solo el final metacinematográfico en Super 8 hace posible lo que parece imposible. Que la película empeore en los últimos minutos sobre algo que ya es malo con ganas.
Lo siento. El cine era otra cosa.
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64 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
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