La ausente (1952)

Si bien Julio Bracho no alcanza los niveles de suspenso gótico-psicológico de Hitchcock, su trabajo con la puesta en escena es de primera. Principalmente, se destacan su increíble manejo de la escenografía, sumado a sus acertadas elecciones a la hora de posicionar a los actores en tales espacios y su gran dominio de la profundidad de campo.
Además, al tratarse de un melodrama, se dan momentos de gran intensidad dramática, perfectamente manejados por Bracho y por el siempre torturado Arturo de Córdova. Este último, más allá de los múltiples diálogos literarios típicos de la época, se luce como siempre junto a los demás actores.
Particularmente, me sorprendió para bien la escena del baile-beso entre los protagonistas en su luna de miel (el cual me recordó al que se dieron Ingrid Bergman y Cary Grant en Notorious de 1946, otra obra maestra de Hitch).
En resumen, "La Ausente" es una muy buena película que debería obtener un mayor reconocimiento dentro de las grandes obras del cine de oro de habla hispana.