Nada menos que todo un hombre (1971)

La historia de un indiano, Alejandro Gómez (Rabal), que regresa de Cuba después de haber hecho fortuna. Vuelve a sus orígenes para hacerse con todo aquello que anheló en su mísera infancia, casas, tierras, reconocimiento social ... y a la bella Julia Yáñez (Gadé).
Y para conseguirlo tiene dinero en abundancia y escasos escrúpulos de conciencia. Vamos, que este Alejandro no se para en barras y resulta por momentos un tanto borde.
El hombre hecho a sí mismo, poderoso, fuerte, ambicioso y capaz, incluso, de transmitir a su descendencia estas cualidades para inmortalizarlas. Temas que, con la procreación y la maternidad que también surgen en la obra, constituyen la esencia de la filosofía unamuniana.
Y es que estamos ante la recreación en la pantalla de la "novela inédita" de D. Miguel del mismo título de la cinta.
Esta resulta muy poco ágil, demasiado deudora de la obra literaria, con cambios bruscos en el carácter de los personajes que cinematográficamente no están bien explicados.
La vida provinciana de casino y rosario, de nobles lechuguinos venidos a menos y de nuevos propietarios con empuje que los desprecian. Todo narrado con un ritmo cansino, poco fluido.
Interesante la presencia de los médicos alienistas que busca Alejandro para conseguir con su diagnóstico de locura encerrar a Julia en el manicomio. No fue del todo rara esta grave falta a la ética profesional en algunos médicos decimonónicos.
De todas formas la cinta es floja. Un dramón romanticón. Un culebrón aburridón.