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Un hombre va por el camino (1949)

Un hombre va por el camino
92 min.
6,3
317
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Sinopsis
Luis, un vagabundo que esconde un pasado trágico, se detiene en Monte Oscuro, lugar en el que sólo viven una viuda y su hija pequeña. Las habladurías de los vecinos del pueblo no tardarán en llegar, y Luis tendrá que marcharse. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Vida rural
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Un hombre va por el camino
Duración
92 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
El vagabundo
Poderoso melodrama rural que no tiene referencias escritas hasta la fecha en esta web por los usuarios, del vigués Manuel Mur Oti (1908-2003). Cineasta republicano, marinero viajero y autodidacta, guionista y director atípico, libremente creativo e intenso, cayendo en el olvido de forma injusta, y que no ha gozado del reconocimiento que sí han tenido otros de su generación. Sin embargo, su irrupción fue llamativa, con esta primera película, alcanzando con prontitud notoriedad en el tramo inicial de su carrera, una de sus mejores obras, en mi opinión, coincide en algunos temas con su gran obra maestra que es “Condenados”.

El film nos presenta a Luis, un hombre culto que huye de su pasado y de sí mismo bajo la apariencia de un vagabundo, pero también nos habla de Julia, una mujer viuda con una hija, mujer abnegada y luchadora, adelantada a su tiempo. La casa de la cumbre guarda la memoria de su difunto marido, su retrato (el propio Mur Oti) preside la estancia del hombre de letras y humanista, mientras que ella debe sacar adelante la hacienda, labrando la tierra en un lugar apartado, que encuentra en el vagabundo sin rumbo la oportunidad de sentirse acompañada y protegida ante tan difícil tarea.

Una película expresiva y de una gran tensión narrativa, la fotografía de Berenguer es prodigiosa, con esos cielos nubosos y amenazadores en contrapicados. El cine de Mur Oti siempre desprende pasión, donde las miradas dicen más que las palabras, con escenas y encuadres memorables, su realización transmite con precisión los sentimientos de los personajes, espléndidamente dibujados, que retrata la estrechez del clima circundante, la atávica represión social y valora la importancia de la naturaleza, la palpitación febril en la mirada de Luis hacia esa atenazada viuda, que siente la necesidad de ser amada.

El vínculo fortísimo entre la mujer y la tierra, con su dureza de carácter indomable y su fecundidad. Una emotiva historia de amor obstaculizada por las fuerzas sociales represoras. Todo ello bajo los traumas que arrastran de su pasado y condicionan su presente. Que sólo una catarsis melodramática podrá resarcir la angustia de los personajes de Monte Oscuro. Excelente película para un debutante y polifacético artista que encontró en el cine su verdadero medio de expresión.
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16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La historia de un "Juan Nadie" a la española.
Poeta, dramaturgo, novelista y cineasta, el gallego Manuel Mur Oti fue una de las figuras más rutilantes del cine español de los años cincuenta; grandilocuente y desmesurado en sus declaraciones públicas, transmitió a sus películas la pasión con la que se entregó a su profesión. Su primera película como director fue el film que hoy nos ocupa, “Un hombre va por el camino” (1949), la historia de un Juan Nadie que, vagabundeando, termina con sus pasos en Monte Oscuro, donde una viuda y su hija le acogen. Un absorbente melodrama capaz de emocionar profundamente, al menos a este que les habla, y gran parte de la responsabilidad en esa emoción la tiene la actuación inolvidable de Fernando Nogueras, un portento de calculada espontaneidad y pluralidad de registros que no llegó a tener el éxito artístico para el que esta película lo catapultaba. El otro factor cinematográfico que hace más que necesaria la contemplación de esta película es la fotografía del maestro que fue Manuel Berenguer, responsable de la fotografía de la mítica “Bienvenido Mr. Marshall” o de obras tan famosas y populares como “Doctor Zhivago” y “Rey de Reyes”, entre muchas otras, las tierras de León, fotografiadas en un impresionante blanco y negro que juega con las nubes, la lluvia, la niebla y el sol como un malabarista, y el rancho en lo alto de un picacho, filmado, recurrentemente, en contrapicado, constituyen un auténtico personaje de la película.

Mur Oti sienta aquí las bases de lo que sería una gran parte de su filmografía, como la vinculación de la mujer a la tierra, el sentimiento de culpa heredado y el uso del drama rural como alegoría más compleja. La estructura del film tiene mucho de western, aunque el engarce genérico esté realmente en el melodrama. La tensión entre la mujer de la cumbre y las chismosas vecinas del pueblo del valle, enfocada desde la estrecha moralidad de la época, pero sin que los personajes, todos ellos católicos creyentes y practicantes, se opongan radicalmente a ella, por más que se contraponga la nobleza del comportamiento a la beatería y la miseria moral, sirve de contrapunto social que permite desahogar la creciente sensación de hallarnos en una cumbre agreste desde la que tan pronto nos parece estar ante una relación pronta a pecar de almibarada, como ante una relación imposible y de difícil desenlace.

Bien haréis todos los buenos amantes del cine en rescatar esta estupenda película con la que Manuel Mur Oti debutó en el cine y que muchos hemos podido descubrir gracias a la impagable “Historia del cine español” de La 2.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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