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Nada es para siempre (Serie de TV) (1999)

Nada es para siempre (Serie de TV)
40 min.
2,6
5.719
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Disponible en:
Suscripción
Sinopsis
Serie de TV (1999-2000). 2 temporadas. 375 episodios. Emitida por Antena 3, repetía las fórmulas de otras como Al salir de clase, Compañeros o Sensación de vivir. A pesar de que giraba en torno a la vida y problemas de varios adolescentes, no tuvo apenas éxito y sólo se rodó una temporada. (FILMAFFINITY)
Género
Serie de TV Drama Adolescencia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Nada es para siempre
Duración
40 min.
Guion
Música
Compañías
7
Manu, un genio del mal
Qué grande es Manu, qué grande. Como engatusa el tipo siempre a los demás para conseguir sus objetivos, como conspira con Belén cuando se precia intentando pisotear a todos, con qué retintín y chulería innata suelta sus frases Manu, pero qué grande, qué grandioso. Sólo un tipo como él sería capaz de largar diálogos como "Eso no sirve de nada si no tienes pasta, y no me refiero a los spaghettis, que a ti hay que hacerte un croquis para todo" y ser tomado en serio, porque Manu sabe de que habla, y es uno de los malos malosos más espléndidos no sólo de la historia de las series españolas casposas, sino de la historia del cine.

Luego está ese juego a tres bandas entre Adrián, Natalia y Patricia. Menuda forma de liarla tenía Patri, esa muchacha que nunca se llega a saber si es venezolana, canaria o andaluza, pero qué modo tenía de torcer el labio mientras hablaba, y esa forma de ser acosada por Manu... inolvidable. Y Natalia y Adrián enrollados, paseando por ahí juntos, y destrozando a la pobre Patricia.

También estaban las entrañables persecuciones de Susana a Gato que, a su vez, era perseguida por Zaqui (interpretado por el enorme Javier Pereira, grande donde los haya), al que rechazaba constantemente. Pero en esta reacción en cadena lo mejor era la ya mentada relación Susana-Gato, que siempre derivaba en delirios de la hermana de Adrián, a la que Gato llamaba inherente y discutía con ella zampando o agitando los brazos como un espantajo, mientras focalizaba de esa forma tan grande, que cuando gritaba parecía que estuviese contando un chiste. Qué genial hilo de voz, menudo crack Gato.

Eso sí, no nos vayamos a olvidar de otros grandes personajes como Maxi, que siempre realizaba analogías al mundo informático hablando de lo que fuese, Nuria, una de las manipuladoras muchachas que estaba ahí dando guerra, Leo, que se dejaba utilizar por Manu y aun ponía más en duda si Patri era venezolana o canaria, o algunos de los míticos padres como el señor Peña o el señor Palmero.

Mención a parte para esos títulos de crédito excelsos que, con su minimalismo y esos colores tan puros, realizaban un sentido homenaje a la obra maestra de Kubrick "La naranja mecánica" que, con ese grandioso tema de Cómplices sonando de fondo, presentaba a todos los personajes en diferentes posiciones (dependiendo de si fuese Manu -chulesca-, Susana -provocativa-, etc.. se veían en una postura u otra), eso por no olvidar que el personaje de Manu era un homenaje de por sí solo, que siempre contaba con drugos a los que manoseaba a su disposición.


(Termina en el espoiliadero)
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37 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Estimada dirección de Filmaffinity:
A ver si os ahorráis la inclusión de estas cerdadas con acné, me recuerda a mi adolescencia y a la estupidez propia de la época, donde cuatro niñatas y un par de mariconas daban saltitos alrededor de esta pantomima juvenil de sobremesa (¿o era antes de comer? La verdad, sólo recuerdo que después de ver algún capítulo depositaba en el WC el mojón respectivo producto de mi ensimismamiento).
Inspirada en cada una de las series sobre adolescentes de los 90, esta cosa con gente que actúa no aportó más que la decadencia del género y la eclosión del mismo. Ni gracia, ni talento, ni carisma, ni referencia, ni nada de nada.
Aunque debo reconocer que guardo un sólo recuerdo agradable de esta serie, ya que, en su día, a los lucenses nos llegó un rumor que después se confirmaría en A Coruña, localización en donde se rodaba “Nada es para siempre”. En el apogeo del fenómeno fan, el rubito de rizos, del que me niego a buscar el nombre, iba por las calles y locales de A Coruña pavoneándose de su éxito y levantando todas las faldas que podía, al parecer, un día levantó una falda con un sello de propiedad incrustado en la uretra por el que el joven y bello actor acabó en un hospital reconstruyéndose la nariz y parte de la cara. Me gusta pensar que el novio era cinéfilo y le dio alguna que otra por nosotros. Ojalá fuera así.
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61 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
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