La niña en la piedra (2006)

La niña en la piedra constituye la tercera y última parte la trilogía iniciada por Perfume de Violetas y seguida por Manos Libres, trabajos distinguidos por la rudeza retratada de la realidad que vivimos directa o indirectamente en las grandes ciudades. En este trabajo Sistach y Buil apuntan la lente hacia una comunidad rural cercana a la Ciudad de México, para mostrar la vulnerabilidad y manipulación de los infractores juveniles conducidos al delito por despecho y posiciones insustanciales.

Al igual que en las anteriores películas, la familia como primer grupo social es tomado en cuenta desde las dos perspectivas, tanto la del agresor como el de la víctima, mostrando así la importancia de los valores inculcados desde el circulo del hogar para su actuar fuera de éste. Mati y Gabino son estudiantes de secundaria, cada uno con sueños acorde a su edad que encuentran respuestas a sus problemas de forma equivoca y que los marcará de por vida.

Sistach y Buil de alguna manera con Perfume de Violetas abrieron la brecha, para la realización del cine antropológico con toques de denuncia social (aunque muchos se resistan a verlo), para ese entonces la luz verde les permitía avanzar a la realización de un siguiente proyecto que tocaba el secuestro express y virtual como problemática habitual de nuestra capital. Manos Libres obtuvo menos reconocimiento que su antecesora, por lo que de alguna forma debieron tomar en cuenta comentarios para la realización de su último trabajo de trilogía. Del amarillo que consideraría tuvieron para ese momento, como signo de prevención, llegaron al exceso con la niña en la piedra, con recursos por demás conocidos por el espectador.

La niña en la piedra considero fue repetitiva en muchos aspectos:

La elección del tema extraído de un hecho verídico, con adolescentes dentro del ámbito escolar al igual que el protagonizado por Ximena Ayala y Nancy Gutiérrez.

El reparto es recurrente, mezcla de las dos películas anteriores.

Las irremediables actuaciones de dos jóvenes a cuadro, interpretando a los amigos de Gabino.

Un argumento que no ahonda más allá del deseo o capricho de sus personajes, conocerlos, sentirlos, todo quedó en un trabajo con toques de ocio.

Una luz roja para sus directores. Es necesario darse tiempo para despejar la mente y poder realizar un proyecto fresco y original.

En mi calidad de profesor chileno, la película La Niña en la Piedra me permitió comprobar que la labor docente se desarrolla en un entorno semejante por lo menos en la América Latina, representado por una juventud un tanto complicada pero con las mismas metas en su vida.
La posición de Gabino que se enamora de Mati es repetitiva en todas partes del mundo latino sin llegar a la violencia que liga con la trama del hallazgo de la piedra histórica que representa a la diosa del maíz que, por causa de la acendrada superstición del padre de Gabino, es ocultada en la fosa que posteriorme sería la residencia temporal de Mati quien se salva gracias a la estratégica ubicación de la misma.
Una interesante producción mexicana que demuestra la existencia de un cine maduro en ese país muy diferente a las películas populacheras que invadieron mi niñez y juventud.