Conejo en la luna (2004)

Escrita y dirigida por el realizador mejicano Jorge Ramírez Suárez, es su 7º largo. Toma el título de una leyenda maya, que explica cómo el dios Quetzaltcoalt, blanco, rubio, alto y sabio, elevó un conejo tan alto que dejó su imagen impresa en la luna. Se rodó en Méjico (del 9/IX al 7/XII de 2003) y en Londres (del 19/I al 10/II de 2004). Producida por Phil Hunt y Greg Cruttwell, se estrenó el 8-X-2004 (Méjico).

La acción tiene lugar en Méjico DF y en Londres, en un tiempo pasado próximo (en torno a 1996/97), a lo largo de unos meses. Antonio (Bruno Bichir), mejicano, diseñador gráfico, y Julie (Lorraine Pilkingson), inglesa, forman una pareja normal, de clase media. Residen en la ciudad de Méjico y son padres de una niña de 4 meses. Al adquirir un solar para construir su vivienda, entregan un cheque al vendedor, un personaje corrupto, relacionado con altas esferas de la política y del crimen, que lo utiliza como falsa prueba de la implicación de Antonio en el asesinato de un secretario del gobierno.

La película, al amparo de los aires de mayor libertad de expresión y denuncia vigentes en Méjico en los últimos años (a partir de 2000), plantea un thriller político y policial que pone al descubierto una compleja trama de complicidades, criminalidad, blanqueo de dinero, sobornos, comisiones y asesinatos, a cargo de políticos de primer nivel y altos cargos de la policía. Es un retrato realista y desolador. Para construir la historia, los personajes y la acción, el realizador entrevistó a numerosas personas que habían sido objeto de falsas denuncias, utilizadas como tapadera o chivos expiatorios de crímenes que no habían cometido. Más que una validez universal, el film tiene la de una estrecha relación entre el argumento y la realidad mejicana de mediados de los 90. Pese a que el relato es de ficción, su entramado responde a un proceso de investigación muy meritorio. Se hace uso de numerosos recursos propios del cine negro, especialmente del neo "noir": detenciones ilegales, interrogatorios salvajes, tortura psicológica, personajes sadomasoquistas y perversos, conexiones internacionales, manipulación de pruebas, cárceles clandestinas, impunidades delictivas, etc. La acción, pese a desequilibrios ocasionales de ritmo y a la abundancia de estereotipos, absorbe la atención del espectador.

La música, de Eduardo Gamboa, crea una banda envolvente, con canciones propias ("Bolero norteño", instrumental) y música añadida de canciones populares y de 4 arias de óperas ("I Capuletti" de Bellini, "La flauta mágica" de Mozart, "Orfeo y Eurídice" de Gluck y "Carmen" de Bizet). La fotografía, tomada mayoritariamente con la cámara al hombro, crea composiciones y encuadres inquietantes de interior y realiza tomas exteriores de buen diseño, aunque de escasa profundidad. El guión denuncia complicidades de autoridades mejicanas e inglesas. En ocasiones construye giros poco verosímiles. La película es interesante y entretenida.

Partiendo de la base de un thriller político-policiaco de ficción, la primera cuestión que se puede plantear el espectador , es cuanto de objetividad hay en la historia, ya que se muestra la corrupción política y social de una forma muy cruda en Mexico D.C, mostrando unas situaciones a través de la cámara que perfectamente podrian coincidir y quizá algunas de ellas lo hagan, con la realidad, lo cual también podría entenderse como una crítica subliminar del autor en toda regla, sobre estas circunstancias.
Lo acontecimientos se van desarrollando con un ritmo pausado pero intenso, y aunque no lo hacen de forma espectacular, si "engancha" hasta el final; políticos corruptos de las mas altas esferas, policias al servicio de estos, chivos expiatorios,pero, en definitiva,nada nuevo, que no hayamos visto antes, en películas con temáticas similares.
Entretenida y simplemente correcta.