Marcas identificatorias: Ninguna (1965)

El cine polaco de los años 50, 60, 70 e incluso, 80, tuvo gran relevancia con nombres como Andrzej Wajda o Krzysztof Kieslowski, algunos directores salieron del país y labraron sus carreras en el extranjero, el más reconocido de estos Roman Polanski, pero también se puede contar a Andrzej Zulawski, todos lograron construir una carrera que puso a este país como una clara referencia de la excelencia cinematográfica mundial en ese momento.

Uno de esos nombres importantes, aunque no tan conocido es el de Jerzy Skolimowski, realizador parte del llamado Tercer cine polaco. A grandes rasgos, la relevancia de la historia del cine polaco inicia posterior a la II Guerra Mundial, con una primera ola que viene llamada Realismo socialista, donde claramente hay mucho peso ideológico en sus obras, entorno al obrero y el sistema.

Con la muerte de Stalin en el 53 inició un proceso de apertura que llegó a fortalecer a los miembros de la Escuela de cine de Lodz, que se enmarca en la segunda corriente, seguida por el mencionado Tercer cine polaco, que se desarrolla en los años sesenta, mientras que para los setenta se da el Cine de la inquietud moral, que viene como respuesta de las presiones del partido comunista en los realizadores, que dio con que algunos optaran por exiliarse.

Rysopis es el primer largometraje de Skolimowski luego de varios cortos de ficción y documentales de su etapa universitaria, incluso este se podría considerar como tal. Una obra hija de su contexto, que llega a seguir rompiendo los ideales del cine del realismo socialista, explotando la creatividad y la experimentación.

Andrzej Leszczyc (Jerzy Skolimowski) es un joven que había estado sorteando la instrucción militar obligatoria con la excusa de estudiar, sin embargo, al no avanzar es reclutado, por tanto, el filme se enfoca en su último día libre antes de partir a su entrenamiento. En este se va a topar con tres personajes femeninos (Elzbieta Czyzewska), y en algunas situaciones absurdas que parecieran irrelevantes.

El filme se aleja de cualquier sentimiento de realismo, más bien empapándose de un aire onírico que está a lo largo del metraje, de hecho, todos esos encuentros con personajes y situaciones parecieran no tener ningún punto en común, no se sabe donde empieza ni donde termina, adrede o no, parte de su encanto es lo confusa que resulta ser.

Más allá de eso hay que dejarse llevar por los hilos narrativos que propone Skolimowski, que envuelve a la obra con un trabajado aspecto visual, la labor junto con Witold Mickiewicz, su director de fotografía es más que sobresaliente. Con dos aspectos muy marcados, secuencias largas y muy trabajadas, y otras, donde juega con la perspectiva de los personajes y lo que estos ven.

En síntesis, Rysopis es una obra un tanto difícil de apreciar, pero que tiene en metraje retazos de absurdo y humor negro bien elaborados, además que visualmente está muy bien.