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Digan lo que digan (1968)

Digan lo que digan
95 min.
4,1
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Suscripción
free
Escena y canción inicial (Castellano)
Sinopsis
Rafael Gandía (Raphael), un famoso cantante español, decide después de muchos años visitar en Argentina a su hermano músico Miguel. En el puerto de Buenos Aires lo espera Blanca (Serena Vergano), la secretaria de Miguel, que excusa la ausencia de su hermano y le plantea acompañarle en su visita a la ciudad. Entonces van surgiendo una serie de interrogantes y situaciones sin sentido acerca del paradero real de su hermano y del papel de su misteriosa secretaria. Ante tantas dudas, Rafael decide quedarse en Argentina e intentar descubrir la verdad.
Género
Musical Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Digan lo que digan
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción España-Argentina;
Grupos
Adaptaciones de Antonio Gala
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7
Raphael, el icono de la música moderna
Rafael Gandía (Raphael), un famoso cantante español, decide después de muchos años visitar a su hermano Miguel Gandía en la Argentina quien es pianista y compositor.

A su llegada a Argentina lo recibe Blanca, la secretaria de su hermano, pero surgen una serie de interrogantes, situaciones sin sentido acerca del paradero de su hermano y de su misteriosa secretaria. Este decide quedarse en Argentina y descubrir la verdad.

Este es el cuarto film de Raphael, los anteriores fueron "Las gemelas" (1963), "Cuando tú no estás" (1966) y al "Al ponerse el sol" (1967). No olvidemos que las películas de Raphael estaban dirigidas para su exhibición como cantante, por lo que las películas casi siempre llevaban el título de sus canciones de éxito.

En su anterior film "Al ponerse el sol" (1967), al igual que este, Raphael conto con la colaboración de la joven Serena Vergano ("A Love Story"-1967), una conocida y experimentada actriz italiana. En este film Raphael, el icono de la música moderna, empieza a dar indicios de dar mejorías en sus interpretaciones actorales.

El film con todas sus canciones, tienen un significativo y estimulante mensaje que trascurre a través de todo el film. Esto lo podemos apreciar en la canción que lleva el título de la película.

Mas dicha que dolor hay en el mundo
más flores en la tierra que rojas en el mar
hay mucho más azul que nubes negras
y es mucha más la luz que la oscuridad

Son muchos muchos más, los que perdonan
que aquellos que pretenden a todo condenar
la gente quiere paz y se enamora
y adora lo que es bello nada más

hay mucho mucho más amor que odio
mas besos y caricias que mala voluntad
los hombres tienen fe en la otra vida
y luchan por el bien no por el mal
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Digan lo que digan
Convenimos que quien se acerca a estas películas de Raphael no busca cine de autor por mucho que la firme Camus así que nos evitamos ese lugar común de cine de encargo, un producto promocional, lucimiento del artista, bla, bla, bla. Así que vamos a los matices ya que tampoco hay mucho que rascar.
Aquí Raphael abandona el papel de ídolo hastiado explotado por representantes y se nos marcha a una Argentina con acento castellano neutro donde entre números musicales nos muestra los paisajes más pintorescos, tratando de desentrañar un misterio.
La película transita en un dejarse ver sin excesivo interés hasta la mitad de esa hora y pico, una vez el misterio se desvela la historia se vuelve previsible decayendo el escaso atractivo que mantiene el argumento.
Escarbando mucho en los entresijos de las escenas he rescatado un par de detallitos para amantes de los sesenta. Arranca esta entrega con los acordes de un bonito bajo violín Höfner, si efectivamente el bajo favorito de Mccartney con unos merecedores primeros planos robando protagonismo al ídolo de Linares.
También encontramos, con ojo avizor sesentero, un grupo sicodélico con el nombre de Los Walkers en el bombo de la batería, disfrazados del Sargento Peppers mal tocando un machacón ritmo de órgano estilo Farfisa, con un Raphael recomendado para cantante de este estrafalario grupo y que entre divertido y condescendiente rechaza el ofrecimiento "Chicos yo soy un vocalista con clase, un Bryan Ferry visceral" parece decirles.
Habría que indagar en alguna biografía o en alguna entrevista de preguntas mordaces si esos finales lánguidos, afligidos, con ese poso de desánimo tras el título de Fin estaban pactados por contrato, eran obligados los guionistas a escribir tales finales o se adecuaban a ese último número musical también desgarrador, el misterio continuará.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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