Objetivo: Bin Laden (2016)

¿Alguna vez has oído de esos artistas que inicialmente iban a interpretar un papel que acabó siendo para otro?
Cosas como Salvador Dalí interpretando en 'Dune' a un tirano alienígena sentado en un váter de oro, o el momento aquel en que parecía que Tom Cruise sería Iron Man.
Son anécdotas que, por suerte o por desgracia, el sentido común se aseguró de que no llegaran a pasar.
¿Pero y si alguno de aquellos actores se hubiera dicho "qué cojones", lanzándose a la aventura?

Probablemente algo parecido debió pensar Nicolas Cage, el gran loco, el azote de la coherencia, el jeque del cine chiflado, cuándo le llegó esta oferta.
Se miraría, y diría "¿para qué voy a gastar tiempo y esfuerzo en un papel que nadie salvaría, que me costaría más risas que alabanzas?"
Pero luego pensaría en toda esa gente. Los que pueblan el Internet con memes a su figura. Los que celebran sus idas de olla, sean 'Ghost Rider' o 'Next'. Todos los que, pese a que haya muchos que se ríen de él, se ríen con él, sabiendo que tiene sus papelones, aunque a veces le tire más hacer el chorra.
Y seguro que dijo "qué cojones". *

Con esto no quiero decir que 'Army of One' sea una obra maestra, porque, como todas las ideas locas, se agota mucho antes de llegar al final.
Pero mientras dura... ah, mientras dura es la chorrada definitiva, a la que Nicolás, en calidad de maestro de ceremonias, no deja de prestar su talento para la sobreactuación.

Suyo es el papel de Gary Faulkner, un entrañable iluso que creyó poder capturar y matar a Bin Laden, iniciando un viaje imposible a Pakistán para ello.
Si la cosa solo fuera eso, pues habría sido genial. Una historia sobre uno de esos chiflados locos de atar que se les permite hacer lo que quieren por la libertad de la gloriosa Norteamérica.
Pero estoy seguro de que el director, consciente del material que tenía entre manos, algún que otro día dejó la cámara rodar. Y sencillamente le dijo al señor de la Jaula: "diviértete. Ya sabes. Haz que que nos gusta tanto".

El resultado es una colección incomparable de momentazos, descarados sketches y, en general, ORO interpretativo.
Cosas que a la larga no hacen una historia, pero sí un muy buen rato.
No da para más, pero tampoco lo necesita: en el momento en que un Gary Faulkner con la cara de Nicolas Cage mencione a Nicolas Cage interpretándole en un futuro habremos cruzado la barrera de la incredulidad tantas veces, que la historia se alza de la curiosidad que podría haber sido a la enorme broma entre colegas a la que nos están invitando.

Aunque tampoco hay que equivocarse, porque tras los sketches, tras las apariciones divinas y los hechos reales, se esconde una verdad que no por sobada es menos dolorosa: qué triste pasar el tiempo tras una fantasía incierta, dejando por ello de atender a la vida real. No importa las veces que nos lo digan, solo nosotros podemos salvar la distancia entre ilusión y obsesión.
Pero qué bueno viajar a Pakistán, siguiendo a un loco Nicolas Cage como si fuéramos Sancho Panza, para que lleguemos a darnos cuenta de eso.

* Siempre será posible que cogiera el papel porque le ofrecieron su buena pasta. Pero al menos, quiso echarse unas risas.
Hasta en eso se le puede querer.

Y va en serio, si estás leyendo estas palabras, y habías perdido la fe en que Nicolas Cage volvería a tomarse en serio un papel, a preparárselo a conciencia, debes ver esta película, porque no sólo es su mejor interpretación en años, sino que también es una película divertida, quizá algo irregular, pero con una veintena de momentos en los que a mí se me ha escapado la risa. No recordaba yo esta faceta cómica del actor.

Muy bien caracterizado como el verdadero Faulkner, peculiar personaje muy conocido en Estados Unidos por su extravagante decisión del año 2004, de ir a Pakistán en busca de Bin Laden para darle caza. Idealista o simplemente un esquizofrénico al que se le aparecía Dios, su aventura es real y eso es lo que hace más divertida a la película. Y es que hay veces que la realidad superar a la ficción.

El retrato que traza de Pakistán puede parecer algo, o demasiado, caricaturesco, pero es que es divertidísimo ver a las mujeres hacer gimnasia con el Hiyab puesto, a Faulkner interrumpir la oración en la mezquita etc. No hay que olvidar que el director es el mismo de "El dictador" con Sacha Baron Cohen, y esta película es muy similar en espíritu a aquella.

Para pasar un rato, echarse unas risas y recuperar un poco la fe en Nicolas Cage como actor.