El gato de las nueve colas (1971)

Cuando uno se detiene a visualizar la filmografía de Dario Argento pueden encontrarse 2 o 3 grandes obras y un buen puñado de pelis del montón, unas más afortunadas que otras desde luego. Y aún con sus numerosos detractores, sus cientos de lagunas por guion y demás defectos, lo importante de todas ellas es que hasta llegar a su horripilante etapa del S.XXI todas llevan implícita la firma y la marca estilística de la casa. Dario no solo es un artesano del horror comercial, es también un autor que conceptualiza y otorga forma a su propio universo de lo macabro.

'El gato de las nueve colas' no traiciona ni elude la marca más característica de su cine (un giallo más con un asesino en serie desquiciado y dos investigadores "accidentales" luchando por darle caza) pero sí supone una cierta digresión respecto a sus principales señas de identidad. Ello se ve reflejado en la pérdida de peso de las escenas de los asesinatos, muchísimo menos sanguinolentas y con poco énfasis en la recreación, quizás centrándose más en la expresión de horror de aquellos que están siendo despojados de su vida que en el mero salpicón de sangre. Ante dicha situación, uno diría que esta vez Argento ha preferido centrarse en lo que viene a ser la trama de la investigación criminal y en el certero desarrollo de personajes, que mucho más allá de un cliché pasen a articularse como personajes más redondos de lo común, y sus motivaciones y su psicología sea expuesta con claridad.

Sin embargo, nada de esto se cumple, con unos personajes de quita y pon carentes de toda fuerza y desarrollo (salvo los dos protagonistas) y el juego de sospechosos acaba por ser de lo más insípido, puesto que nos importan tan poco que al espectador llega a darle igual quien sea el asesino. Por lo tanto, doble fracaso para Argento en cuanto a la falta de impacto en su obra y en lo referente a un guion desganado y con más lagunas que nunca al que esta vez sí que hay que perdonarle demasiado (el hecho de que el asesino siempre sepa donde se hallan los protagonistas y cuál va a ser su siguiente paso puede colar dos veces, pero toda la peli es de traca). Y lo que es imperdonable: que cuando descubrimos la identidad del espectador sintamos absoluta indiferencia puesto que ni nos va ni nos viene, y ni siquiera su revelación resulta espectacular o sorprendente (todo lo contrario, siendo un tanto burda al mostrarle la cámara con un simple primer plano).

No obstante, sí que hay algunas cosas rescatables, como la estupenda interpretación del siempre genial Karl Malden, que compone no solo al mejor personaje (su relación con la niña adoptada es creíble y por momentos enternecedora) sino que además se eleva muy por encima del resto del reparto, siendo secundado por el malogrado James Franciscus, resultando este un pelín ajustado. El buen aficionado a Dario también encontrará su premio en la espectacular escena de la estación de trenes o la ruidosa persecución en coche (bastante efectiva, aunque esté bastante mal montada), todo un lujo que el director se otorga y que resultan de los pocos momentos en los que su marca personal de verdad se nota con claridad.

Una lástima pues para un director que desaprovecha a un enorme Karl Malden y una trama a priori cuanto menos sugestiva y que podía dar mucho más jugo del que finalmente ofrece, convirtiendo a la trama genética en un simple 'mcguffin' para que el asesino de rienda suelta a sus actos. Una obra menor prescindible y a años luz de 'Profondo rosso' o 'Suspiria'.

·LO MEJOR: Karl Malden. La escena en la estación de trenes.

·LO PEOR: La indiferencia total que acaba generando en el espectador tanto los personajes como la trama.

Karl Malden es un ciego perspicaz y James Franciscus periodista, en una intriga donde la música de Morricone se aleja de cualquier línea melódica para subordinarse totalmente a la imagen, mientras la cámara recorre detenidamente los espacios, ocasionalmente tomando un misterioso punto de vista subjetivo.

El relato, en torno a un centro de investigación genética, se trata con cierta calma sazonado por las florituras visuales marca de la casa, una buena persecución de coches y la típica chica Argento, esta vez Catherine Spaak.