Carta de amor de un asesino (1972)

En una pequeña ciudad de provincias, alguien (López Vázquez) asesina a cuatro hombres. La directora de la biblioteca local (Vergano) recibe una carta del presunto asesino en la que la confiesa su amor y la anuncia su suicidio, al no poder vivir sin ella. Para la bibliotecaria, la presencia del asesino será una obsesión constante que perturbará su vida cotidiana...
Film enteramente maldito, nunca estrenado comercialmente y producido por Elías Querejeta, es uno de los mejores y más personales trabajos del muy desconocido Regueiro, uno de los cineastas españoles más importantes y creativos.
Estamos ante una historia singular dónde Regueiro aplica su indiscutible talento para crear un film extraño y atípico, una historia de amor y asesinatos críptica y melancólica, imposible y raramente poética. Con un guión lleno de sorpresas y una estructura envolvente dónde realidad y ensoñación se confunden, es no poco profunda desde un punto de vista psicológico en los personajes, y es suficientemente compleja interiormente para hablar de ella como una obra peculiar, conseguida y nada caprichosa en su hermetismo, a la par que una reflexión acerca del amor, de la muerte, de la atracción de matar, de la obsesión que puede apropiarse de nosotros en cualquier momento. Además está muy bien interpretada, con gran fotografía de Luis Cuadrado, resultando una película más que válida de cabo a rabo, a la que su condición maldita revierte aún más reconocimiento y beneficios. Ya va siendo hora de dar a Regueiro el lugar que ocupa y resucitarle de su extraña e incomprensible maldición, coño. ¿Doy pistas?: "Padre nuestro", "Madregilda" o "Amador".

No puedo hablar demasiado sobre Francisco Regueiro, ya que desafortunadamente no he podido ver más películas suyas al margen de esta "Carta de amor de un asesino", un film extraño y oscuro, pero a la vez lúcido. La cinta abre con una fantástica secuencia en la que vemos cómo López Vázquez (gigantesco su papel) se carga a varias personas a sangre fría. Una elipsis nos lleva tiempo después para mostrarnos el día a día de Blanca (Rosa María Mateo), una joven que recibe una carta de un hombre misterioso que le confiesa su amor. Ella no consigue recordarle, pero poco a poco va atando cabos hasta llegar a una resolución final impactante.

Con una historia austera, nos vamos introduciendo en la cabeza de Blanca y desentrañando un misterio que poco o nada tiene que envidiarle al cine de Hitchcock, si bien todo se nos presenta bajo otra carcasa, digamos, menos "habitual", con una estructura más cercana a Lynch, o a la posterior Arrebato de Zulueta, obra de que bebe ligeramente de esta de Regueiro. Sin querer desvelar mucho más de la historia, simplemente recomendaría ver la película con los ojos bien abiertos, sin prejuicios y sin ideas preconcebidas para disfrutar de una de las películas españolas más especiales que se han hecho, que juega con el espectador como pocas obras han sido capaces de hacer.