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El hijo de Saúl (2015)

El hijo de Saúl
107 min.
6,6
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Sinopsis
En el año 1944, durante el horror del campo de concentración de Auschwitz, un prisionero judío húngaro llamado Saul, miembro de los 'Sonderkommando' -encargados de quemar los cadáveres de los prisioneros gaseados nada más llegar al campo y limpiar las cámaras de gas-, encuentra cierta supervivencia moral tratando de salvar de los hornos crematorios el cuerpo de un niño que toma como su hijo. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Holocausto II Guerra Mundial Nazismo Drama carcelario
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Hungría Hungría
Título original:
Saul fia (Son of Saul)
Duración
107 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2015: Premios Oscar: Mejor película de habla no inglesa
2015: Festival de Cannes: Gran Premio del Jurado y Premio FIPRESCI
2015: Globos de Oro: Mejor película de habla no inglesa
2016: Premios BAFTA: Mejor película de habla no inglesa
2016: Premios Goya: Nominada a mejor película europea
9
La sonrisa de Saúl
"(...) ¿Qué son cien millones de muertos? Cuando se ha hecho la guerra apenas sabe ya nadie lo que es un muerto. Y además un hombre muerto solamente tiene peso cuando lo ha visto uno muerto; cien millones de cadáveres, sembrados a través de la historia, no son más que humo en la imaginación."

Para el hombre actual y el venidero, el Holocausto es y será un hecho terrorífico, que le ha pasado a otros. Un horror pretérito y nubloso, prestado por los que sí lo vivieron. Podemos escudriñar aquella lejana infamia, confeccionándola en las imprecisas manos de nuestra imaginación; podemos horrorizarnos, y deshacerlo todo cuando nos asustemos demasiado.

La cámara de Nemes, al empezar la película, está suspendida en ese 'humo en la imaginación' del que hablaba Camus. Entonces, extrae una unidad de la vasta cifra anónima: esta cifra se llama Saúl. La cámara le enfoca y, de pronto, se vuelve nítida en su ajado rostro.

...

Físico

'Si esto es un hombre', la crónica de los campos de exterminio de Primo Levi, es un texto de tintes ensayísticos. El documental 'Shoah' es palabra testimonial. 'La lista de Schindler', academicismo. László Nemes propone la experiencia física. El estilo es cercano al de los Dardenne, pero el escenario es el de la pesadilla de 'Idi i smotri'. El director húngaro consigue algo similar a que el espectador camine en el infierno. Saúl no mira, pero todo está ahí; el abismo de los márgenes de la cámara está poblado de cadáveres, y el espectador lo sabe. El escalofrío, al que acompaña una enloquecedora partitura de lamentos en segundo y tercer plano, es inenarrable.

Arquitectura

Las unidades de trabajo ('kommandos'), las relaciones de los Häftling (cruelmente numerados todos) con el Kapo, el Ka-be... El organigrama y las dependencias se intuyen, pero Nemes obliga a la desorientación del que es usado como bestia de carga. Trastabillamos por el 'Lager', absorbidos en el caos forzado y absurdo de la inflexibilidad nazi (aquí hay más mesura técnica, pero me acuerdo de la entrada al Rectum, en 'Irreversible').
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126 de 149 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sufrir en primera persona
László Nemes, quien fuera ayudante de cámara de Béla Tarr, discípulo suyo si apuramos, se arriesga ahora en la dirección de su primer largometraje, Saul fia (Son of Saul), en el que nos invita a pasar un día trabajando en un campo de concentración nazi, o más bien a acompañar a Saúl, un húngaro judío que trabaja para una “Sonderkommando”, un grupo de prisioneros judíos que ayudan a los nazis en su maquinaria de exterminación, limpiando detrás de sus masacres; pero todo cambia cuando Saúl encuentra el cuerpo de un niño que toma como su hijo, y al que buscará, por todos los medios, una salvación eterna.

Nemes bebe de una técnica sublime, aunque acude para ello a recursos clásicos que dan más intesidad y realismo a su historia: rueda en 35 mm., con un formato de 4:3, primeros planos con cámara al hombro, y una concatenación de largos planos secuencias que consiguen meter al espectador en los horrores del lugar y participar de la odisea de Saúl, convirtiéndonos en un prisionero más. Resulta curioso que un tema tan manido como holocaustosto judío pueda seguir dando trabajos que aún sorprendan. Nemes debuta por todo lo alto, resultando certero, artesano y asfixiante, y eso lo consigue centrándose únicamente (en su gran mayoría) en el torso de Saúl, mostrando su rostro o siguiendo sus pasos tras su clara meta, recurso éste también muy recurrente en el cine. Nemes dibuja y enfoca así un personaje exquisito: un alma desgarrada, un rostro enloquecido, un cuerpo aprisionado, y es Géza Röhrig (también debutante) quien le da vida, reflejando a la perfección la desesperación de su personaje, un trabajo de vital importancia, más teniendo en cuenta que todo lo vivimos a través de sus expresiones, de sus acciones y de los lugares que él visita. No hay paso que dé que nos podamos perder.

Nemes se atreve a introducir una visión semi-religiosa de la salvación del espíritu en ese entorno donde lo terrenal queda condenado por decisión del hombre. Su meta será salvar el último resquicio de inocencia que queda en el mundo cruel que le ha tocado vivir a Saúl, con los horrores que ha tenido que ver, escuchar, sentir y oler, y es ahí donde Son of Saul ha conseguido cautivar y calar más hondo en su proceso narrativo, que corría el riesgo de ser repetitivo y, sin embargo, ha logrado que se pueda ver un atisbo de originalidad en su presentación. A ello ayuda también su larga experiencia al lado de uno de los maestros del cine sensorial, haciendo suyo ese bonito arte de expresar, sin recurrir al llamado sentimentalismo fácil ni al oscuro recurso del posicionamiento obvio. Un brillante ejercicio al servicio de la técnica.

Son of Saul es descorazonadora, arrolladora, asfixiante y explosiva, una historia que te arrastra hasta una de las peores pesadillas de la historia, y, aún así, se agradece su trabajo realista y alejado de todo convencionalismo. Todo ello me hace pensar que, de seguir esta línea, oiremos hablar mucho, y eso espero, de László Nemes.
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