Blog (2010)

Empiezo por lo malo, y así no nos queda mal sabor de boca. Me falla el final. Da la impresión de estar ahí porque había que terminar la película, y algo había que meter, pero lo que importa de esta película, es sin duda el proceso, bien desarrollado par mi gusto, por lo que no nos sabe tan amargo eso de un final poco convincente.
Pero ahora lo bueno. Al menos para mi generación, a la que no le pilla aún tan lejos la adolescencia, y que ve las nuevas generaciones de adolescentes con una mirada más comprensiva que nuestros padres, lo que se nos muestra aquí es real. No esas repelentes niñas de series de tv que actúan como adultos imbéciles. No, no. Bien reflejados todos y cada uno de los personajes. Los diálogos, maravillosamente captados (venga, que confiesen las guionistas, aquí ha habido muuucha observación de la realidad, ¿no?). Las actuaciones, frescas y naturales. Los insertos del "querido" msn, ya eliminado de nuestro ordenador, pero que grandes ratos nos ha dado, muy bien traídos a pantalla.
Y la historia atrapa. Con sus más o sus menos discutibles, pero resulta interesante. Quizá más para un público femenino de 20 años para arriba resulta más interesante que para otros, pero bueno, que la película tenga su target no tiene por qué ser algo negativo necesariamente. Y yo estoy en ese target, así que me declaro a favor de la película.
La mejor visión de la adolescencia que he visto en el cine, la más creíble, capaz de hacerme sentir identificada, y capaz de hacer sentir vergüenza ajena de esas niñas y a la vez pensar: dios, es que realmente éramos así.

Que se recuerde de los últimos años, entre los directores de la Escuela de Cine de Madrid (ECAM) no hemos visto más que mercenarios y algún que otro raro. Mientras que de la de Barcelona (ESCAC) han salido proyectos, con mejor o peor resultado, de mayor o menor gusto, pero de los que se percibe una mirada consciente y acorde a los límites y presupuestos que ha de abordar un primer film. La productora asociada a la escuela catalana Escándalo Films sea probablemente la responsable de tal coherencia. Tomen nota el resto. Lo dice un defensor del cine mesetario de los 60': el de Saura, Camus, Patino, Borau, Regueiro, Picazo y demás. Ahora el cine madrileño digamos que no existe. Pero eso es otro asunto a tratar. Ya lo hablaremos otro día. Ahora toca hablar de 'Blog', el valiente primer trabajo de Elena Trapé, ni mucho menos perfecto, pero sí en otra galaxia, la buena, la deseada, donde queremos que estén los retratos de la juventud española, y no aquella a la que pertenecen esas bazofias televisivas, que curiosamente, son las que ven las protagonistas de esta perspicaz película. Porque de eso trata el film de Trapé: de sumergirnos en la vida de un grupo de adolescentes por medio de sus conversaciones ante una webcam, a modo de vídeo-blog, y de las relaciones y los roles que adoptan entre ellas.

Para adentrar con verdadera expectación al público en el experimento de situar webcams en las habitaciones de las jóvenes durante seis meses a modo de "confesionario", la historia parte con un planteamiento enrevesado y perverso. El McGuffin elegido por los autores de este relato es el propósito de un grupo de jóvenes de mantener relaciones sexuales por primera vez (¿para así quedarse embarazadas?), todas al mismo tiempo (no en el mismo lugar), y como si de un simple juego se tratase. A partir de ahí comienza el regocijo por el que fluyen unos personajes femeninos no faltos de inocencia, cada cual con una personalidad diferente a la hora de afrontar distintas situaciones, especialmente la sexualidad. No es nada fácil delimitar qué parte hay de naturalidad, de instinto y espontaneidad en las interpretaciones de estas actrices no profesionales, y cuál es la otra, la que viene marcada (o simplemente condicionada) por las exigencias del guion. Aunque el trabajo de 'Blog', que podríamos considerar como una variante del cinéma verité, más bien parece consistir en rodar y rodar, para después cortar y cortar. Así que resulta complicado constatar si el film llega a conseguir un fin pedagógico, porque seguramente acabe bordeando lo banal y lo superficial. Eso sí, indudablemente necesario puesto que permite analizar e interpretar desde un nuevo punto de vista una delicada etapa por la que todos pasamos, pero que nadie acaba -ni quiere- comprender.